Aunque estos resultados están
a la espera de ser validados, la toxina ya se comercializa en algunos países,
entre ellos Colombia.
El Escorpión Azul, una de las 29 especies endémicas que
existen en Cuba, ayudaría con su veneno a detener el crecimiento de tumores.
En 1985, investigadores de la Facultad de Ciencias Médicas
del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología de Guantánamo
decidieron establecer si era cierto que la toxina extraída de este veneno tenía
propiedades antiinflamatorias, analgésicas y
antitumorales.
Hace 14 años se hicieron estudios preliminares, en los que se
dio la toxina diluida a pacientes con tumores en estadios tres y cuatro, y hace
ocho años se analizó su efectividad en personas afectadas por distintas
enfermedades.
"Los resultados indican que sí hubo una mejoría en la
calidad de vida de las personas afectadas; además se registró una reducción de
los procesos de crecimiento de los tumores", dijo Erick
Díaz Rodríguez, coautor de los estudios.
Con cada picadura, este escorpión produce solo tres gotas de
veneno que inhiben la proteasa, enzima que rodea como
una membrana a la mayoría de los tumores cancerosos y que actúa como una especie
de medio en el que estos se reproducen y expanden célula por célula. El efecto
de la toxina lograría frenar su expansión y desarrollo.