Polémica
Retos de la universidad pública
Julio 01 de 2009
Álvaro Guzmán Barney
En
un reciente foro, organizado por la Facultad de Humanidades de la Universidad
del Valle, sobre los ‘retos de la universidad pública’, tuve la oportunidad de
plantear tres ideas que me parecen importantes, más allá de los temas
reiterados, aunque justificados, de la autonomía universitaria, las
limitaciones presupuestales, la calidad y la
cobertura de la educación superior. En mi opinión, la universidad pública
colombiana, y muy especialmente la Universidad del Valle, debe tener en cuenta
cambios notables en el sistema universitario colombiano que implican confrontar
una mayor competencia entre universidades. También debe estar atenta a mantener
y profundizar, de manera novedosa, la función que tiene en la movilidad
ascendente de los sectores desfavorecidos de la población y, finalmente, buscar
un control efectivo del conflicto vinculado con las situaciones de orden público.
Sobre los cambios en el sistema universitario, es notable el auge de
universidades públicas y privadas que son de un buen nivel, con pregrados y posgrados, docencia e
investigación de calidad. En el plano regional, la Universidad del Valle ha
tenido el monopolio de la educación superior de calidad, la mejor para los
mejores, pero ya no está sola. Es pertinente no sostenerse con la fuerza de la
tradición y con la inercia propia de los monopolios y asumir de frente la
competencia como un mecanismo sano, ante todo en el medio académico. En este
contexto es que se debe plantear el tema de la calidad y de la eficiencia en el
manejo de sus recursos. Cada institución debe mostrar ante la opinión pública
lo que puede lograr con sus profesores y estudiantes.
Por otro lado, el subsidio estatal a la educación superior tiene sentido si va
orientado a los sectores sociales más desfavorecidos de la población. Este es
un tema sobre el que se deben hacer precisiones, pues la educación pública
estatal no hace por principio exclusiones y, por lo tanto, los sectores más
pudientes también deben ser bienvenidos en la universidad pública. La admisión
es exclusivamente por méritos y debe reflejar la composición de la
estratificación de la sociedad. Esto sucede hoy en día, a grandes rasgos, en la
Universidad del Valle. Pero el problema es más de fondo: los que ingresan ya
son unos privilegiados, incluso dentro de los estratos más bajos, y por lo
tanto la Universidad podría promover admisiones complementarias, con cupos especiales,
que apunten a grupos desfavorecidos, por etnia o género, pero ante todo por
situación de pobreza. Lo que no se puede aceptar, por ser una idea regresiva
socialmente y apuntalada en concepciones políticas populistas y autoritarias,
es la tesis de quienes exigen una universidad “popular” como la salida para la
universidad pública.
Finalmente está el control del orden público, desde la Universidad. Nadie tiene
la solución práctica para este problema estructural de la universidad pública
colombiana. Pero se puede controlar o disminuir notablemente, si a este
conflicto dominado hoy por formas de violencia rutinarias y sin sentido se le
contrapone una política que incentive la discusión de todos los temas que
pueden ser de interés de la comunidad universitaria, incluyendo los de la
guerra y la paz, sin apelar a la fuerza y a la violencia. Hacer un acuerdo interestamentario por la no violencia en la institución
puede ser, sin duda, un factor que contribuya decididamente a su
fortalecimiento y legitimación como universidad pública.