800 colombianos se encuentran en
lista de espera de transplantes y donación de sangre
Jorge
García, Paciente con transplante de riñón.
Testimonio
de un trasplantado y de un caleño que espera el milagro de un donante.
Durante
el primer semestre de este año, en el país 278 personas donaron órganos y
tejidos para que otros colombianos pudieran salvar su vida o seguir viviendo en
mejores condiciones de salud.
No
es la única buena noticia. De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud, que
está en cabeza de la Red de Donación y Trasplante de Órganos y Tejidos, en lo
que va corrido del año 40 mil colombianos han tramitado el carné que los
acredita como donantes voluntarios. "El año pasado, con respecto al mismo
periodo, esa cifra apenas llegó a 7.000. Esto nos llena de optimismo y nos hace
pensar que Colombia avanza muy decidida hacia una mayor cobertura en donación y
en trasplantes", dijo Juan Gonzalo López, director del Instituto.
A
septiembre pasado los trasplantes aumentaron un 17 por ciento, el número de
donantes subió un 28,4 por ciento y la intención de las familias de donar los
órganos de sus parientes fallecidos también se fortaleció: "Hoy de 100
familias con las que hacemos contacto para invitarlas a donar, 73 nos dicen que
sí", asegura López.
Estos
datos, que indican que el país está dejando de ser una cenicienta en esta
materia, serán presentados en la Octava Reunión del Consejo Red Iberoamericano
de Donación y Trasplantes, que se lleva a cabo en Bogotá desde hoy y hasta el
viernes.
"De
tener una tasa anual de donación de órganos de 9,6 por millón de habitantes
pasamos a 12,7 por millón, gracias a una red organizada, al trabajo conjunto de
distintas entidades y a las campañas consistentes. Aun así, es necesario que la
gente se anime más a donar. En este momento hay en lista de espera por un
órgano cerca de 800 personas", dice López.
Eduardo
Mora y Jorge García cuentan aquí su experiencia esperando un órgano.
"Gracias
a mi hermano volví a nacer"
El
odontólogo Jorge García es el penúltimo de cuatro hermanos y papá de un niño de
11 años. Dirige la Fundación Retorno Vital, conformada por personas que están
en la lista nacional de espera de órganos y tejidos o que, como él, han sido
trasplantadas.
Ha
vivido enfermo la mayor parte de su vida: a los ocho años le diagnosticaron
diabetes, por lo que desde esa edad depende de la aplicación diaria de dosis de
insulina, que le permiten regular los niveles de azúcar en la sangre. Después
desarrolló hipertensión.
Ambas
enfermedades han deteriorado su organismo. Cuando tenía 30 años, sus riñones
fallaron por complicaciones derivadas de estos males. Jorge recuerda que por
eso estuvo al borde de la muerte en la antigua clínica San Pedro Claver. "Dejaron de funcionar y los líquidos empezaron
a acumularse en los pulmones, en el corazón, en todo el cuerpo. Ya no eliminaba
orina, me sentía muy mal y el miedo a morir empezó a crecer", recuerda
Jorge.
Entonces
ingresó a la unidad renal de la clínica, donde empezó tratamiento de diálisis.
"Siempre he sido creyente y aferrado a Dios; por eso pensaba que todo lo
que me estaba pasando era un castigo divino. No podía dejar de preguntarme ¿por
qué yo?".
A
esas alturas las relaciones con su esposa se habían deteriorado a un grado tal
que la relación acabó rompiéndose del todo.
"Estuve
tres meses interno en la clínica. Me aferré con todas mis fuerzas a mi
mamá y a Jesucristo (...) Las visitas de la familia me daban ánimo, pero
tenía clarísimo que el problema era enteramente mío, que debía asumirlo".
Al
cabo de ese tiempo Jorge tuvo una leve mejoría. Siguió sometiéndose a sesiones
de cinco horas de diálisis para filtrar las impurezas de su sangre, tres o
cuatro veces a la semana. Aun así pudo volver a su casa y empezar a trabajar de
vez en cuando.
Cada
mes iba a la clínica a dejar una muestra de sangre, necesaria para buscar un
donante. Pero la respuesta era siempre la misma: "Hay que esperar".
Tres
años después, a fines del 2003, Jorge adquirió una infección en el peritoneo,
"al parecer uno de los catéteres que se usaron para la diálisis estaba
contaminado. Me puse grave. Los médicos de la unidad renal dijeron entonces:
'No hay nada que hacer. El trasplante ya no es una opción, sino una necesidad'.
En este punto de mi vida tenía tres opciones: morir, seguir en diálisis
mientras moría o conseguir un donante".
Pasaron
dos meses antes de que pudieran controlar la infección, "no me morí, pero
sabía que seguía caminando por la cuerda floja".
Fue
entonces cuando recibió una llamada de su hermano menor, Mauricio. "Me
preguntó cómo estaba, cómo seguía. Me oyó, me dio unas palabras de aliento y
después me soltó la mejor noticia de mi vida: estaba dispuesto a hacerse los
exámenes necesarios para establecer si era apto para donarme uno de sus
riñones. Le dije ¡listo, hagámoslo! Yo lloraba de pura felicidad".
Resultó
que Mauricio sí era compatible, "su estado de salud era perfecto, su
sistema inmunológico respondía en forma similar al mío, ambos medimos y pesamos
casi lo mismo y tenemos el mismo tipo de sangre".
El
30 de agosto del 2004, a las 9:30 de la mañana (una fecha y una hora que Jorge
siempre tiene presentes), se llevó a cabo la cirugía. Ambos salieron bien del
procedimiento.
Ese
día Jorge, que llevaba cuatro años y medio sin orinar, pudo hacerlo: "¡Nunca disfruté tanto ver orina en mi vida", dice
Jorge, risueño, acordándose de ese momento.
Mauricio
le dio muchos consejos sobre los cuidados que debía tener con su riñón, como
qué comer y qué no. Pasados dos meses de la cirugía, García volvió a hacer
ejercicio y a trabajar todos los días. También mantiene el contacto con
Mauricio, "no sólo porque es mi hermano, sino porque es el ser humano que
me dio la oportunidad de volver a nacer".
A
la espera de un nuevo milagro
Eduardo
Mora, caleño de 36 años, dice tener la mala suerte de haber perdido sus riñones
dos veces. Hoy está de nuevo en la lista de espera de personas que aguardan por
un donante. Es el cuarto de cinco hermanos y antiguo empleado del Departamento
Administrativo de Seguridad (DAS).
En
1997, durante un chequeo de rutina que la entidad hace anualmente a sus
empleados, le detectaron una insuficiencia renal crónica.
Pese
a los cuidados y a las diálisis a las que se sometió para remplazar la función
de sus riñones, su estado de salud empeoró en 1999.
"Los
líquidos empezaron a acumularse en los pulmones y en el corazón; era imposible
orinar. No tenía ganas de vivir sino de salir a correr", dice.
Su
hermana mayor, Marta Cecilia Mora, no lo pensó dos veces y ofreció donarle uno
de sus riñones. Por fortuna los análisis mostraron que era compatible y la
cirugía se llevó a cabo el 28 de diciembre de 1999.
"Es
como volver a nacer". Así cataloga Eduardo este acto de amor que tuvo su
hermana con él. "Cada 28 de diciembre celebro con mi familia y mis amigos
esta hazaña. Parto una torta y tomamos vino. Esta fecha es como mi segundo
cumpleaños", afirma este caleño, que se dedicó a cuidar el nuevo órgano
siguiendo al pie de la letra las indicaciones de los médicos. Pese a eso, en el
2007 su riñón empezó a fallar.
"Sabía
que el trasplante no era la cura definitiva, pero que sí iba a mejorar mi
calidad de vida. Tenía claro que debía tomarme los medicamentos puntualmente
para evitar que el cuerpo activara sus defensas y atacara el riñón que había
recibido", dice Mora.
Insiste
en que nunca dejó de tomarlos, "siento, sin embargo, que ciertos genéricos
que usé no produjeron el mismo efecto, y que eso pudo haber afectado mi
riñón".
Poco
después se vio obligado a empezar de nuevo los trámites ante su EPS para
acceder al tratamiento y entrar, otra vez, a la lista de espera.
Lograr
esto último no fue sencillo. De hecho, ante la persistente negativa de su
aseguradora, interpuso una acción de tutela contra ella. El fallo a su favor
salió hace casi un mes. "Ahora estoy esperando a que mi Diosito me haga el
milagro de un donante".
¿Qué y
cuando donar?
¿Quién puede ser donante?
Toda
persona viva o después de fallecer. No importan la edad, las creencias
religiosas, el sexo o la edad.
¿Qué
se puede donar?
Órganos
y tejidos como el corazón, los pulmones, el hígado, los riñones, el páncreas y
el intestino. Y tejidos como las córneas, la piel, los huesos, los vasos
sanguíneos, las válvulas cardíacas, los cartílagos, los tendones y los nervios.
¿Cuándo
pueden donarse órganos y tejidos?
Es
posible donar antes o después de morir. Para ser donante después de fallecer
sólo se necesita expresar ese deseo en vida a la familia o adquirir el carné
que lo acredita como tal.
¿Quiénes
pueden tener carné?
Todo
colombiano mayor de edad. Puede tramitarse a través de la página de Internet
del Instituto Nacional de Salud: www.ins.gov.co
La información que se suministra es confidencial. No se necesitan exámenes de
ningún tipo.
¿Por
qué donar?
El
trasplante de órganos sigue siendo, para muchas personas, la mejor o la única
alternativa ante una enfermedad crónica o terminal. Hoy cerca de 800
colombianos están en listas a la espera de un órgano que pueda salvarles o
mejorarles la vida.
REDACCIÓN
SALUD