Actualidad
Todas a una
Junio 30 de 2009

Aura Lucía Mera

Agosto puede ser el mes de un nuevo comienzo para Cali. Un arranque hacia arriba, como un cohete espacial. La iniciativa no puede ser mejor: María Isabel Gutiérrez, directora del Centro de Investigación para la Prevención de la Violencia y la Promoción de la Convivencia de la Universidad del Valle, Cisalva, ha propuesto a la ciudad como sede de la XVII Conferencia de Comunidades Seguras, en la que participarán varios países europeos, asiáticos, latinoamericanos y africanos. Ésta se realizaría en el Centro de Eventos del Valle del Pacífico ese mes.

La doctora Gutiérrez tiene razón al afirmar que “la seguridad es una responsabilidad de todos, no solamente de los estamentos oficiales”. Este proyecto está apoyado por la Alcaldía, la Policía y la Cruz Roja. Pero lo importante es que todos los habitantes de Cali apoyemos todos a una esta idea. Escucharemos testimonios provenientes de ciudades que han hecho realidad la convivencia, la tolerancia y el respeto. Caeremos en cuenta de que sí se puede. Que nos merecemos volver a tener una ciudad linda y armónica. Que no tenemos que seguir mirándonos con recelo y temor. Que solamente con el granito de arena que aportemos cada uno de los caleños, sin importar raza, condición económica o cultural, lograremos lo que en el fondo del corazón todos anhelamos: vivir en el respeto, la solidaridad y la armonía.

Tengo entendido que en América Latina Chile fue el primer país con Comunidades Seguras. Estamos en mora de seguir estos ejemplos. Ser la sede de la Conferencia es un magnífico primer paso, no olvidemos que con un buen primer paso se inician largas caminatas. Hace unos años, ya bastantes para algunos, el pretexto fue unirse para unos Juegos Panamericanos, que fueron sólo la excusa para crear una conciencia cívica y motivar a conductores de taxis, vendedores ambulantes, meseros y guías de turismo, a través de cursos que dignificaban su trabajo y su importancia como habitantes de una misma comunidad. Y la verdad es que casi nadie se acuerda de quién ganó o perdió cada competencia, pero todo Cali recuerda esa época como la época dorada de su ciudad. Su referente.

Tenemos otra vez una oportunidad. No la desperdiciemos. Sería sensacional si Cisalva, por medio de su directora, nos explicara cómo podemos colaborar y qué papel podríamos desempeñar todos y cada uno de nosotros: caleños por nacimiento o adopción. Estamos en una ciudad privilegiada por su clima, por sus brisas vespertinas, por los siete ríos que la bañan, por su música, por el deseo de trabajar de sus gentes y por su diversidad étnica, que aporta culturas diferentes. Reconozcámonos. Démonos la mano. Ayudémonos unos a otros.

No más pandillas juveniles que defienden a bala y cuchillo su calle. No más ancianos tirados en la calle. No más fleteo ni atracos. No más muertes por balas perdidas o accidentes de tránsito. No más ciclistas arrollados. No más peatones convertidos en estrellas lapidarias. No más mirarnos como enemigos. No más guetos encerrados. Como dice Ryszard Kapuscinski, “sólo en el otro me reconozco a mí mismo. Gracias al otro, yo puedo existir”. Démonos la mano. Nunca es tarde. Cada mañana sale el sol.