La tartamudez no es asunto de pocos y se puede tratar a tiempo

Se estima que la mayoría de los niños presentan este trastorno en un período de su vida, pero sólo a un 2 por ciento se les vuelve crónico. Es vital el apoyo de los papás.

La prolongación de un sonido o la repetición de una palabra durante una conversación, síntomas típicos de tartamudez, suele ser objeto de burla, pese a que son muy comunes. 

Es más, se estima que el 5 por ciento de los niños atraviesa por un periodo de tartamudeo de seis o más meses de duración; tres de cada cuatro de ellos recuperan la fluidez antes de la adolescencia y en cerca de un 2 por ciento este trastorno del habla se vuelve crónico.

Ese es el caso de María, contadora de 28 años: "A diario hay muchas situaciones que uno debe atravesar y a las que muchas veces tememos porque exponen nuestra tartamudez, como presentarnos, hacer un pedido a domicilio o en un restaurante, hablar en público o leer en voz alta. En fin, momentos de interacción con los otros, en los que el foco está puesto más en el habla", dice.

María explica que toda su vida fue "una mujer que a veces se traba". Aclara que su tartamudez es moderada, pero que la desgasta mentalmente el esfuerzo que debe hacer para que no se note.

Su disfluencia apareció de repente, hace 12 años: "Estábamos en clase de inglés leyendo un texto; a cada alumna nos correspondía leer un párrafo, por turnos.

Cuando me tocó a mí me trabé en una palabra y todas mis compañeras se rieron. Fue una situación desagradable. Tenía 16 años", recuerda María. Enseguida, comenzó el tratamiento. 

La tartamudez, que afecta a cerca de 40 millones de personas en el mundo, es un trastorno neurobiológico que se puede controlar.

La mitad tiene algún familiar cercano (abuelos, tíos o padres) que también tartamudean y los varones son los más vulnerables (4 por cada mujer).

"En la gran mayoría de los casos, la disfluencia aparece cuando los niños empiezan a armar la palabra-frase, a comunicarse, es decir entre los 2 y los 5 años", explicó la licenciada Mara Luque, fonoaudióloga especializada en tartamudez en las universidades de Iowa y Pensilvania (Estados Unidos) y docente de ese trastorno en la carrera de fonoaudiología de la Universidad de Buenos Aires. 

A esa edad, la tartamudez tiene características a las cuales los papás deben estar muy atentos; la idea es consultar con rapidez para descarta o confirmar el diagnóstico e iniciar su manejo. "Es cíclica, lo que hace que los papás la noten un día o una semana, y que desaparezca para reaparecer al poco tiempo.

En general se trata de repeticiones de sonidos, sílabas o palabras, y sonidos tensos prolongados", precisó Luque, de la International Fluency Association y la Asociación Argentina de Tartamudez (www.aat.org.ar). 

Se sabe, también, que las personas disfluentes no se traban cuando cantan o rezan, y que lo hacen muchísimo menos cuando están solos, le hablan a un animal o, por ejemplo, leen o hablan con otra persona al unísono.

Es frecuente, también, asociar la tartamudez sólo con las repeticiones, como cuando un chico dice: "Quiero una g-g-g-galletica" o "Quiero una ga-ga-ga-galletica" o "Quiero-quiero-quiero-quiero una galletica". Sin embargo, hacer fuerza para avanzar en el habla sería un signo más grave que la repetición en sí. 

"Muchos papás dicen: 'Antes mi hijo era tartamudo porque repetía; ahora no, porque hace fuerza con los ojos y lo soluciona'. Pero esa tensión se empieza a acumular y aparecen los bloqueos (silencio antes de empezar a hablar) y las prolongaciones (¿Co-o-o-ómo te llamas?), hasta que, de repente, el sonido no sale y necesitan muecas o movimientos corporales, como un golpe con la mano o el pie, que los ayuda a destrabarse.

En este punto se está en un paso mucho más avanzado de la enfermedad", detalló Luque. 

Cuanto antes, mejor 

Toda apunta a que, desde el momento en que aparece, lo mejor es actuar cuanto antes para revertir los síntomas.

Según la especialista, es suficiente que un niño repita con tensión e incomodidad una o más veces un sonido, una sílaba o una palabra como para considerarlo un signo de alarma para la consulta.

Eso es lo que hicieron los papás de Bernardita, de 6 años. Con la participación de ambos y de la maestra en la escuela, el tratamiento dio excelentes resultados. "Aprendió a hablar más lento, a modular y a no ponerse nerviosa", relató Agustina, la mamá.

Con su esposo, debieron aprender cómo dialogar con ella en la casa. 

Se estima que el 75 por ciento de los niños disfluentes recupera el habla espontáneamente. Pero, ¿cómo saber si un niño pertenece al 25 por ciento restante? "Por eso es tan importante la consulta fonoaudiológica, en la que se evalúan los factores de riesgo, la herencia y se les da a los padres pautas de vigilancia", dijo Luque.

GDA, LA NACIÓN (ARGENTINA)

Consejos para hablarle a su hijo

No le insista en que piense antes de hablar. El tartamudeo no es un problema relacionado con el pensamiento.

Háblele sin prisa y con pausas frecuentes. Cuando él diga algo déjelo terminar y espere un poco antes de intervenir. 

No lo critique ni reaccionar negativamente cuando se presente el tartamudeo. Tampoco le exija que repita y repita lo que está diciendo. Esto los estresa y cohíbe.

Reduzca las preguntas que le hace. Los niños hablan con más libertad al expresar sus propias ideas en lugar de responder a preguntas de adultos. Hágale comentarios sobre lo que él acaba de decir, para que entienda que usted le presta atención y que de verdad le importa lo que está diciendo. 

Dedíquele unos minutos, a una hora determinada cada día; deje que elija lo que le gustaría hacer y si quiere hablar o no. 

Procure que toda la familia aprenda a escuchar y a esperar su turno para hablar. A los niños, sobre todo los que tartamudean, se les hace más fácil hablar cuando no hay interrupciones y cuentan con atención. Eso ayudará a elevar su confianza en sí mismo, su fluidez y le permitirá ir superando el tartamudeo.

FUENTE: FUNDACIÓN AMERICANA DE LA TARTAMUDEZ