El Editorial
Tarea de adultos
Abril 11 de 2009

Según una investigación de la Corporación Nuevos Rumbos, la edad promedio en la que los adolescentes caleños se inician en el consumo de alcohol son los 12 años, el 13,4% reconoce que bebe licor casi todos los meses y el 7,1% confiesa que ha tomado antes de entrar a clases. Estos datos ratifican una tendencia que debe alarmar a la sociedad: el 90% de los muchachos prueba bebidas embriagantes antes de alcanzar la mayoría de edad.

El estudio ‘Consumo de alcohol en menores de 18 años en Colombia 2008’ pone de presente el riesgo que están corriendo de desarrollar dependencia hacia esta u otras sustancias sicoactivas, lo que implica una amenaza para la estabilidad de las familias y de la sociedad en general, debido a las graves consecuencias que puede acarrear tanto en términos de salud pública, como de aumento de la criminalidad.

No menos preocupante resulta saber que el 54% de los jóvenes residentes en la ciudad ha estado en fiestas donde se les sirve trago, el 11,2% acepta que ha bebido en el colegio y el 46% asegura que su condición de menor de edad no le ha impedido comprar licor, porque estas cifras dejan en claro el nivel de permisividad e insana tolerancia que el mundo adulto ha desarrollado hacia el alcohol.

Y le dan la razón a los expertos que plantean que las campañas de prevención del alcoholismo deben enfocarse en despertar la conciencia de los mayores. Porque son ellos, como también lo demuestra la investigación, los que en un 75% mandan a los niños y a los adolescentes a que les compren bebidas embriagantes, los que en un 13% han permitido que sus hijos consuman licor en su presencia y los dueños de las tiendas a las que acude por alcohol el 85% de los adolescentes. De ahí que los adultos deban reflexionar sobre su papel como orientadores de los menores, para evitar que terminen siendo víctimas de tal enfermedad, como sucede hoy en muchos hogares en los que el licor solía ser la única alternativa de celebración.

Sin duda, entonces, es necesario que los padres de familia se concienticen de que ellos son los encargados de inculcarles a los muchachos el amor por la vida y el cuidado de su propio cuerpo, pero igualmente de llamarles la atención cuando están adoptando comportamientos que ponen en riesgo su integridad, como es el hecho de consumir narcóticos como el alcohol. Un peligro que, de acuerdo con los especialistas, estará más lejano si papás y mamás se interesan por conocer a sus hijos, incluidos sus gustos, sus necesidades y sus amigos y si encuentran en el ejemplo la mejor manera de educar a las nuevas generaciones.

Ese sería un buen camino para lograr que Colombia y en especial el Valle de Cauca y Cali empiecen a cambiar sus patrones culturales con respecto al consumo de licor. Como también ayudaría que los educadores le den prioridad en las aulas de clase al diálogo sobre lo que las sustancias sicoactivas causan en quienes acuden a ellas. Y que los gobernantes asuman la misión que les corresponde en la prevención del alcoholismo y en la sanción a quienes incumplen las leyes que prohíben la venta de bebidas embriagantes a los menores de edad.