Aunque el sistema de salud está a punto de llegar a la cobertura universal y
garantiza la atención de los pacientes con cáncer, esta enfermedad sigue
imparable: cada año se registran 75 mil nuevos casos y cerca de 37 mil decesos
por esta causa. Hoy 150 mil personas luchan contra este mal.
Incluso algunos tipos de cáncer que pueden prevenirse y curarse por
completo, como el de cuello uterino y las leucemias, siguen presentando tasas altas
de incidencia y mortalidad, “tanto este como el de próstata y el de seno
muestran una preocupante tendencia al aumento”, dice Carlos Vicente Rada,
director del Instituto Nacional de Cancerología (INC), centro de referencia del
cáncer en el país.
De acuerdo con el Atlas Mundial de Cáncer, Colombia presenta un riesgo medio
alto de que su población adulta desarrolle algún tumor maligno antes de los 65
años.
La explicación radicaría en las evidentes fallas que el país tiene en
materia de prevención, diagnóstico temprano y tratamiento. “Nadie sabe qué se
hacen los cuantiosos recursos que se destinan para prevención”, dice Rada.
El país también es débil en el diagnóstico oportuno de este mal: “La gente
consulta primero con los médicos generales, que son la puerta de entrada al
sistema; muchos de ellos, que no tienen en su cabeza el cáncer, terminan
desestimando síntomas o confundiéndolos. El resultado es un diagnóstico
errado”, dice Rada.
La Sociedad Colombiana de Hematología y Oncología estima que en Colombia
entre el 30 y el 60 por ciento de los pacientes reciben diagnósticos tardíos,
“en una enfermedad como esta eso puede ser la diferencia entre la vida y la
muerte”, dice Benjamín Ospino, presidente de la
Sociedad.
El tercer problema es el de la calidad de los tratamientos.
Alicia Tafur, miembro de la Mesa Nacional de
Cáncer, asegura que “hoy el manejo de este mal en el país es un caos total; los
enfermos están lejos de recibir la atención que necesitan”.
Para la muestra está, según Ospino, “que el 60 por
ciento o más de los medicamentos oncológicos están por fuera del POS, lo que
redunda en trámites y trabas que complican la situación de los pacientes”.
El problema no se queda ahí. Según el representante a la Cámara Jorge
Morales, el Invima da registros sanitarios a fármacos
sin estudiar a fondo su calidad y eficacia, “además hay contrabando exagerado
de estos productos y falsificaciones peligrosas, que nadie controla”.
¿Quién atiende? De acuerdo con la Mesa Nacional de Cáncer, los pacientes no
están siendo integralmente atendidos. Jairo González, bogotano cuya esposa
sufre cáncer de ovario, afirma que ahora “el diagnóstico lo hacen en un sitio,
los exámenes en otro y las quimioterapias se aplican en unos centros que
funcionan en horario de oficina; en caso de urgencia nos toca ir a un hospital
donde ni conocen el caso. Aunque está muy débil me toca atravesar con ella la
ciudad, todos los días”, dice.
“Una enfermedad de alta complejidad debe ser manejada en una entidad de alta
complejidad que pueda ofrecer un manejo integral a los pacientes, pero eso no
está ocurriendo”, sostiene Rada.
El 60 por ciento de los pacientes que llegan a urgencias del INC lo hacen
buscando atención para complicaciones derivadas de tratamientos hechos por
otras entidades.
Morales manifiesta que en el país más de 12 departamentos no tienen
tratamientos específicos para el cáncer y que hay un déficit grave de médicos
especialistas para atenderlo. Los pocos que hay están abriendo unidades
oncológicas o trabajando en ellas.
Rada sostiene que no todas esas unidades –con las que las EPS contratan
ahora los servicios–, tienen la capacidad y la calidad tecnológica y humana
para atender a los enfermos. “Muchas ni siquiera cumplen con las condiciones
mínimas. Es necesario revisar los criterios que aplican las secretarías de
salud para habilitarlas”, afirma Rada.
Juan Manuel Díazgranados, representante de Acemi (que agremia a las EPS), asegura que ellos contratan
con esas entidades porque están habilitadas como centros para la atención del
cáncer, “el Instituto debería alertarnos sobre esos centros que no cumplen”.
URGE PACTO ENTRE LOS ACTORES .
Carlos Vicente Rada sostiene que el Ministerio de la Protección Social es
consciente de la situación por la que atraviesa esta enfermedad en el país.
En tal sentido está preparando una política de cáncer que determinará normas
específicas en materia de organización, guías de manejo, procesos de
habilitación, recurso humano y sistemas de información, “es importante entender
que para sacar adelante esa política se requiere un pacto que comprometa a
todos los actores relacionados con el tema”, afirma Rada.
101 personas mueren, en promedio, cada día en Colombia a causa del cáncer.
Estómago, próstata, cuello uterino, pulmón y seno son los tipos más comunes
de la enfermedad.
¿Y LA LEY CEBALLOS?.
Con el objeto de garantizarles a los enfermos de cáncer una atención
integral, en el Congreso cursó un proyecto de ley conocido como la Ley Sandra Ceballos, gestado por esta senadora que falleció víctima de
esta enfermedad. La propuesta tiene como fundamentos definir una política de
atención integral para enfermedades crónicas como el cáncer; proponer normas e
instrumentos para orientar planes e intervenciones en materia de prevención,
detección temprana, tratamiento y cuidados paliativos, y orientar recursos
específicos para este fin. La iniciativa, aprobada por el Congreso, fue
objetada por el Presidente de la República el 26 de diciembre del 2008. De
acuerdo con su ponente, la senadora Dilian Francisca
Toro, el proyecto será discutido de nuevo por el Senado; luego será enviado a
la Corte Constitucional.
‘SERÍA CASI MATARLO’.
El 25 de enero de este año, Fabio Quimbay
Cervantes, de 14 años, recibió la noticia de que tenía leucemia mieloide aguda. No era la primera vez que se enfrentaba al
cáncer: a causa de un tumor maligno sufrió la extirpación de uno de sus riñones
cuando tenía 2 años. La EPS lo mandó para Bogotá a recibir el tratamiento para
la leucemia, “me vine con él y los demás se quedaron en Villavicencio”, dice
Miguel Quimbay Velásquez, papá de Fabio.
Desde fines de enero vive en la habitación del Instituto en la que permanece
Fabio hospitalizado, “tuve que dejar el trabajo, así que mis recursos son
escasos. Duermo en un asiento y consigo la comida en un comedor comunitario del
Distrito; una señora de buen corazón también me colabora”, dice. Por las
transfusiones y la baja en las defensas provocada por la quimioterapia, a la
leucemia de Fabio se sumaron una hepatitis C y una tuberculosis. Su condición
es delicada, pero Miguel dice sentir más temor de que su EPS transfiera a su
hijo del Instituto a otra IPS: “Cuando se pasó la primera cuenta por la
atención, ellos decidieron llevárselo a un sitio más barato, a sabiendas que
sacarlo de aquí a estas alturas sería casi matarlo. El Instituto sigue
atendiéndolo. No sé si la EPS va a pagar”.
''Cuando la EPS vio la primera cuenta de cobro mandó una ambulancia para
llevarse a Fabio a un sitio más barato”.
Miguel Quimbay, papá de un niño con cáncer