Aumento de sida en Bogotá

Preocupantes las cifras sobre los casos de sida en la capital que reveló la Secretaría Distrital de Salud en el mes de la lucha internacional contra esa mortal epidemia. Según la entidad, en el último año se presentó un aumento del 20 por ciento en el número de infectados, un promedio de 3,5 casos diarios en Bogotá.
Desde que se detectó el primer caso de sida en el país hace 25 años se han reportado más de 62.000 casos a nivel nacional y 16.000 en la capital. Para las autoridades de Salud, la epidemia sigue en una prevalencia baja (0,7 por ciento) en la población general, pero se concentra peligrosamente en hombres que tienen sexo con hombres y en bisexuales.

Otra problemática es la del subregistro. Muchas personas ignoran que están infectadas con el VIH: según la Encuesta de Demografía y Salud, un escaso 15 por ciento de los hombres entre 18 y 69 años se ha realizado la prueba para el VIH. En el caso de las mujeres que tomaron esa decisión, lo hicieron por encontrarse en embarazo y otros como requisito para un nuevo trabajo o para permanecer en el actual -lo cual es discriminatorio y va contra la ley-.

Esto nos lleva a la creciente preocupación sobre el estigma y los prejuicios asociados con la enfermedad y con quienes la padecen. En Colombia seguimos con la anacrónica visión de que el sida es una epidemia que solo ataca a homosexuales o prostitutas y esto dificulta un mayor uso de las pruebas. Según estimaciones oficiales, unas 110.000 personas podrían estar infectadas sin saberlo. Lo paradójico es que las pruebas para el VIH están cubiertas por los planes de salud y deberían ser aprovechadas por colombianos que hayan tenido comportamientos sexuales riesgosos.

Anacrónico también es el hecho de que el sida se enfrente en el país mucho más desde una visión asistencial que desde la prevención, como si aún estuviéramos en el inicio de la epidemia. El acceso universal a estrategias para prevenir el contagio y diagnosticar la enfermedad es un objetivo todavía lejano. Además, la situación de discriminación que sufren los enfermos de sida en el ambiente laboral e incluso familiar es una triste realidad poco discutida. Un esfuerzo más focalizado en labores de prevención de esta letal enfermedad le ahorraría al sistema de salud ingentes recursos y salvaría incontables vidas de jóvenes.

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