Evite que el resfriado de su niño se convierta en enfermedad respiratoria; siga estos consejos

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Foto: Júpiter

Todo remedio casero requiere asesoría médica.

Los males respiratorios son una de las principales causas de morbilidad y de mortalidad entre los menores de 5 años, que corren mayores riesgos de contagiarse con el virus de la gripa.

Por eso, conviene poner en marcha medidas conducentes a lograr que estos episodios no pasen de ser un molesto resfriado.

Garganta. Si el pequeño se queja de dolor déle gelatina, mermelada, colombinas (según la edad) y miel con limón, si es mayor de un año. Estas sustancias, que tienen un efecto suavizante, ayudan a disminuir el reflejo de la tos, pues lubrica las mucosas de las áreas irritadas.

Lactancia. La leche materna no solo nutre e hidrata, sino que ayuda a controlar las infecciones, así que no suspenda la lactancia.

Comidas. Es normal que los niños se muestren inapetentes. Motívelo a comer. Ofrézcale alimentos nutritivos que le gusten y sírvale pequeñas cantidades, varias veces al día. Después de que come, haga que permanezca en posición vertical por lo menos media hora; la idea es evitar que un episodio de tos le induzca vómito y acaba broncoaspirando, es decir que parte de este se vaya al pulmón.

Fiebre. Es importante vigilar su temperatura periódicamente, si esta se aumenta y con ella el decaimiento, no dude en consultar. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la fiebre, como la tos, son un mecanismo de defensa del cuerpo ante la infección, y solo en casos especiales de niños con riesgo de sufrir convulsiones por fiebre, no debe suministrarse nada para bajarla. A esto se recurre si la temperatura en la axila se mantiene por encima de 38,3 grados. Es indispensable que papás y cuidadores de todo menor de 5 años aprenda a manejar un termómetro.

Respiración. La velocidad con la que un niño respira es un indicador fidedigno del compromiso de los bronquios y los pulmones. Por lo general las mamás conocen la frecuencia respiratoria de sus hijos; cuando esta se aumenta y, además, se torna dificultosa, es mejor consultar.

Medicamentos. Nunca administre medicamentos que no hayan sido prescritos por el médico y de acuerdo con las dosis y horarios indicados por este.

Casos especiales

Algunos niños requieren, por su condición, más cuidados cuando se enfrentan a una enfermedad respiratoria; en ellos es necesario controlar en forma permanente sus estados gripales, la mayoría de las veces con asesoría médica. Se trata de los menores de 2 meses (el riesgo es mayor y pueden llegar a morir si no se vigilan) y de aquellos que están por debajo de su peso normal o desnutridos. Capítulo aparte merecen los prematuros, en especial los que nacieron con menos de siete meses de gestación y tienen menos de un semestre de nacidos.

Si el niño no esté en este grupo, pero fue hospitalizado en el último mes por alguna razón, debe llevarse al médico para evitar el riesgo de complicaciones; lo mismo ocurre con menores de seis meses cuyos hogares presenten hacinamiento.

FUENTE: GUSTAVO ARISTIZÁBAL, NEUMÓLOGO PEDIATRA. SECRETARÍA DISTRITAL DE SALUD.

¿Qué hacer si la gripa ya se instaló en su cuerpo?

A tomar líquidos. La mucosidad, el lagrimeo y la tos hacen que el cuerpo pierda agua. Así, las secreciones se hacen más espesas y la sensación de congestión es mayor. Tome dos litros de agua al día. Se sentirá mejor.

Caldo de pollo. Investigadores del hospital Monte Sinaí, en Estados Unidos, descubrieron hace un tiempo que este consomé contiene sustancias que aumentan la producción de secreciones. Ellas contienen defensas, refrescan y limpian las vías respiratorias. Una taza caliente es la dosis recomendada.

Agua salada. Diluya una cucharadita de sal en un vaso de agua tibia. Haga gárgaras tres veces al día. La garganta se alivia y la voz se aclara.

Ejercicio. Se ha comprobado que el ejercicio moderado eleva las defensas. Camine a paso ligero por media hora. Hágalo a diario y abrigado.

Desinflámese. Disuelva una cucharadita de sal en un litro de agua. Envásela en un frasco con gotero y aplíquese veinte gotas seis veces al día en los orificios nasales. Con esto se lavan las citoquinas y las linfoquinas, sustancias responsables de la inflamación de la nariz y de la producción de moco.

Vaporizaciones. El vapor de agua humedece las vías respiratorias y afloja las secreciones. Hace que ceda la congestión y se respire mejor. Si no tiene vaporizador, improvise uno con una olla.

Vaselina. Aplíquela en las fosas nasales. Hágalo alrededor y por dentro con un copo de algodón. Esto evitará que la nariz se pele por sonarse.

Por último. No fume, no beba alcohol, nunca consuma medicamentos que no sean formulados por un médico. Consulte si hay complicaciones como fiebre que no baja en cinco días, dificultad respiratoria severa y postración.