Comportamiento Humano
El pronóstico en medicina
Febrero 22 de 2009
Carlos E. Climent,
médico-psiquiatra.
El arte del
tratamiento y del pronóstico depende de la capacidad, sensibilidad, honradez y
buen juicio del médico.
El
ejercicio de la medicina es arte y ciencia. Como ciencia es pocas veces exacta,
particularmente con relación al pronóstico del curso de las enfermedades
avanzadas.
En
los casos de enfermedades incurables o en los casos terminales, la realidad es
que no importa mucho si un paciente va a durar unos meses más o unos meses
menos.
En
estos casos un buen acompañamiento y una actitud humana son mucho más útiles
que las más modernas tecnologías o los pronunciamientos más proféticos.
El
énfasis, por tanto, debe ser en el uso generoso de los analgésicos, los
calmantes o los hipnóticos.
El
tener en cuenta los aspectos anteriores mejora la calidad de vida y saca a
flote elementos positivos que permiten al enfermo enfrentar mejor su realidad
clínica.
Si lo
que se busca con la revelación del pronóstico es que el paciente y la familia
se confronten con la realidad, hay maneras delicadas de manejar la información,
pues nada justifica el trato insensible.
“Su
caso es muy grave” es un comentario innecesario e inhumano. “Este problema lo
va a tener por el resto de su vida” es una advertencia desesperanzadora que
excluye la posibilidad de nuevos desarrollos científicos y de evoluciones
atípicas de los trastornos.
¿Cuantas
veces los pronósticos letales como “No llega a fin de año” han sido rebatidos
por una supervivencia de muchas navidades? Además, ¿a quién le sirven esos
pronunciamientos?
Por
otro lado, ¿qué justificación tiene el hacer un pronóstico apocalíptico cuando
nadie lo ha preguntado? Sospecho que si bien no es una información muy útil
para el paciente, sirve para alimentar el ego de uno que otro médico que
disfruta jugando a ser Dios.
Ya
que nadie puede predecir el momento de la muerte, es importante recordar que la
mayoría de los pacientes con enfermedades crónicas o en estados avanzados de
enfermedad, se benefician más de una visión optimista de su proceso, que de la
terapia misma. Especialmente si, como ocurre en muchos casos, el tratamiento es
casi siempre paliativo y no curativo.
El
arte del tratamiento y del pronóstico depende de ciertas condiciones del médico
entre las que cabe destacar su capacidad, su sensibilidad, su honradez, su
generosidad y su buen juicio para con el paciente: capacidad para escucharlo,
para conceptualizarlo como un todo no como un órgano
enfermo y, en especial, para darle las armas para continuar en la lucha,
independientemente de la gravedad de las circunstancias.
Sensibilidad
para tener en cuenta sus circunstancias personales.
Honradez
para facilitarle un final digno, no en el cuarto frío de un hospital sino en su
casa y rodeado del afecto de los suyos. Lejos de la humillación de los tubos,
las sondas, los cobros y los procedimientos siempre molestos y muchas veces
redundantes a los que con tanta frecuencia son sometidos los pacientes.
Generosidad
para dedicarle el tiempo que sea necesario y para hacer énfasis en lo que es
importante para el paciente.
Buen
juicio para decirle la verdad sin robarle la esperanza y para no dejarse tentar
por la golosina de los comentarios tajantes.