LA NACIÓN (ARGENTINA) A pesar de que han pasado más de diez años desde la
presentación en sociedad de la pastillita azul (y otros comprimidos de acción
terapéutica similar), la disfunción sexual eréctil continúa siendo el problema
más frecuente de los varones a la hora de enumerar sus dificultades sexuales,
seguida de la eyaculación precoz y la falta de deseo.
La buena noticia es que cuando estas dificultades aparecen antes de los 50
años (y aparecen más a menudo de lo que se cree, sólo que se silencian) la
mayoría de las veces la causa es psicológica y no orgánica, y tiene
tratamiento.
“Estudios indican que apenas el 15 por ciento de los hombres con disfunción
sexual eréctil consulta”, dice Amado Bechara,
profesor de Urología de la U.
de Buenos Aires.
Los motivos son varios y van desde la vergüenza, pasando por no saber a
dónde ir y hasta no saber qué especialidad consultar.
Sidney Glina,
especialista brasileño, dice que la verdadera revolución que trajo la
introducción de medicamentos contra la disfunción sexual eréctil fue que los
problemas sexuales se discutieran más.
“En mi país se consiguen fácilmente las drogas para la disfunción sexual
eréctil, sin receta –explica el doctor Glina–, por lo
que la mayoría va a la farmacia, pero no al médico. También pasa que lo
utilizan muchos hombres jóvenes que no las necesitan”.
Glina dice que sólo después de los 50 años más del
90 por ciento de los casos de disfunción sexual eréctil tiene causa orgánica,
vinculada con diabetes, aterosclerosis, uso de antihipertensivos, obesidad,
sedentarismo, tabaquismo, problemas hormonales.
Los fármacos contra la disfunción eréctil tienen en común una sustancia que
relaja los vasos sanguíneos del pene, favoreciendo la entrada de sangre y, por
ende, la erección.
“Pero el efecto vasodilatador de estos medicamentos también podría mejorar
la función del endotelio (pared interna de las arterias) y actuar como antinflamatorios y antitrombóticos,
aunque esas funciones están aún en estudio”, aclara Bechara.
En líneas generales, estos fármacos tienen una respuesta de un 70 por
ciento, señala el urólogo argentino. “Además de los iniciales, que tenían una
vida media de 2 a 4 horas, ahora existe una presentación en una dosis menor que
puede tomarse a diario y tiene un efecto de acumulación que hace que después de
los 5 días la persona no dependa de la ‘pastilla’ para tener actividad sexual
–describe–. Para el 30 por ciento que puede no responder con esta clase de
fármacos –agrega Bechara– existen otras opciones:
inyección de drogas vasoactivas, terapia de reemplazo
hormonal, aparatos de vacío, prótesis penianas”.
Ansiosos y breves De la mano de la juventud y la ansiedad viene la
eyaculación precoz. “En promedio, una vez que comenzó la penetración, el varón
eyacula en 5 minutos.
El eyaculador precoz lo hace en menos de un minuto
–dice Glina–. Llegan a la relación sexual muy tensos
y eso genera el problema, que a su vez lo perpetúa”.
La licenciada Diana Resnicoff, sexóloga clínica,
añade que muchos jóvenes llegan a la consulta relatando que la sensación es
como decir “ay, se me escapó”, cuando la eyaculación es –o debería ser– un
proceso voluntario.
Y en cuanto a los tiempos promedio, su estimación difiere de la del doctor Glina. “No existe una media de tiempo de eyaculación. Es un
error dar esa información. Lo importante es que una vez que ha eyaculado el
varón tiene que sentirse contento y con el placer que sigue al orgasmo. Esto no
le pasa a un precoz”, asegura.
El tratamiento de esta afección está basado en un reaprendizaje,
que se extiende durante 8 a 10 sesiones, con tareas que van desde la autoestimulación hasta registrar el momento previo a la eyaculación,
en que tienen que aprender a detenerse, primero solos y luego en compañía,
incluyendo la penetración.
Un error que algunos eyaculadores precoces cometen
es aplicarse anestésicos o usar dos preservativos, creyendo que su problema
radica en un exceso de sensibilidad.
Pero la industria farmacéutica también busca dar respuesta a esta afección,
y un fármaco que todavía no se conoce mucho en el mercado– la dapoxetina, un antidepresivo del grupo de los inhibidores
selectivos de la recaptación de serotonina
o IRSS– ha mostrado eficacia en ensayos clínicos en el retardo de la
eyaculación.
La eyaculación precoz, recomiendan de manera unánime los especialistas,
merece ser tratada: de perpetuarse, tiene alto riesgo de transformarse en una
disfunción sexual eréctil, ya que como el hombre teme “durar poco”,
directamente no es capaz de lograr una erección o, al menos, una erección que
le permita disfrutar del sexo, tanto a él como a su pareja.
Jupiter.
14 centímetros es lo normal .
Sidney Glina dice que la
medida promedio del pene oscila entre 10 y 14 cms.
(flácido y erecto, respectivamente), y que la
mayoría de los pacientes está dentro del estándar normal.
“Un pene más grueso y más largo puede impresionar, como pechos grandes en la
mujer, pero no cumple función en el placer sexual. La vagina
es un órgano virtual, que se adapta; si no, no podría pasar por allí la cabeza
de un niño”, dice Amado Bechara. Según Glina, el fantasma del pene pequeño es una competencia
entre hombres: en el vestuario, en el baño, en la vida cotidiana. “Cremas y
ejercicios no sirven. No hay forma de agrandar el pene que no sea quirúrgica,
pero las cirugías no tienen fundamento científico y son peligrosas. Se usa
grasa y silicona, pueden quedar cicatrices, perder la sensibilidad o crear problemas
de erección”.
Estudios indican que apenas el 15 por ciento de los hombres con disfunción
sexual eréctil consulta”.
Amado Bechara, profesor de Urología de la U. de
Buenos Aires.