Es normal, e incluso saludable, que todas las personas tengan preocupaciones
de vez en cuando, pues en ocasiones pueden poner en evidencia situaciones de
peligro frente a las cuales hay que estar atentos.
Sin embargo, cuando se trata de sensaciones de preocupación extrema, que
duran mucho tiempo, o de pánico, siempre es necesaria la intervención médica,
pues puede tratarse de un trastorno conocido como ansiedad.
La ansiedad puede llegar a afectar las relaciones sociales e incluso aislar
al individuo, porque llena a las personas de pensamientos obsesivos y temores
inexplicables, incluso frente a actividades cotidianas y laborales.
Los trastornos de ansiedad pueden ser leves, moderados o graves. Algunas
personas necesitan más que enfrentar los miedos para superarlos, incluso ayuda
profesional.
Aquí viene un inconveniente: sobre la búsqueda de este tipo de ayuda
persiste un estigma y es que las personas sienten vergüenza de admitir que se
ven asaltadas por preocupaciones persistentes, en la medida en que esto puede
identificarse como un signo de debilidad que les haga ganar el rechazo de
otros.
El problema es que, al no tratarse, los afectados pueden acabar volviéndose
más temerosos y, por ende, aislándose más. Existen casos extremos de personas
que, encarceladas por su ansiedad, ni siquiera se sienten capaces de salir de
su casa.
El psiquiatra Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, consideraba la
ansiedad un resultado de los conflictos emocionales internos y los peligros
externos. Si bien estos factores contribuyen a menudo con la ansiedad, hoy se
sabe que estos trastornos también son enfermedades que tienen bases biológicas.
Neuronal y genético Mediante técnicas de imágenes sofisticadas del cerebro,
los científicos han podido trazar las vías neuronales del miedo y de la
ansiedad; gracias a eso se han descubierto anomalías relacionadas con la
ansiedad. De igual modo, también se ha sugerido que los genes contribuyen con
estas anormalidades.
Este creciente conocimiento sobre la ansiedad ha permitido desarrollar
tratamientos más seguros y eficaces.
Hoy se cuenta con terapias psicológicas, en especial la
cognitivo-conductual, que ayuda mediante la enseñanza de elementos a promover
el pensamiento positivo y mejorar patrones de conducta.
Además, hay medicamentos específicos que eliminan síntomas y también ayudan
a prevenir las manifestaciones ansiosas en personas identificadas genéticamente
como presdispuestas a ella.
FUENTE: HEALTH BEAT, HARVARD MEDICAL SCHOOL.
¿QUÉ HACER? Si no es ansioso, pero siente que se preocupa demasiado, haga lo
siguiente: Técnicas de relajación: tómese un tiempo, respire, escuche música
suave y procure pensar en otra cosa. Además, inicie un programa de relajación
muscular progresivo.
Ejercicio regular: estudios han encontrado que el ejercicio disminuye los
síntomas de ansiedad. Haga 30 minutos de actividad física moderada (caminar,
trotar, montar en bicicleta, bailar) el mayor número de días que pueda .
Adecuar el cuerpo: prepárese para situaciones de estrés. En ocasiones se
usan aparatos para medir la contracción muscular, las posturas e incluso las
respuestas cerebrales