No solo aportan proteínas, vitaminas y minerales, también ácidos grasos,
como los omega 3, que favorecen los sistemas nervioso, inmunológico y
cardiovascular.
Lucía Correa, nutricionista
dietista, asegura que toda persona puede consumir estos alimentos, incluso los
niños a partir de su primer año, "solo quienes padecen problemas de ácido
úrico, alergias a este alimento o alteración en el metabolismo de las
grasas o las purinas (sustancias que resultan de la asimilación de
proteínas) deben consultar con un nutricionista que puede indicarles la clase y
cantidad de pescado que pueden consumir", agrega.
"Contiene proteínas de alto valor biológico, minerales como fósforo,
calcio, hierro y sodio, y aporta al organismo vitaminas del complejo B, que
mejoran el funcionamiento del metabolismo", afirma.
De acuerdo con su contenido de grasa, los pescados pueden clasificarse en
blancos y azules. Los primeros (entre ellos el róbalo y la merluza) tienen poca
grasa; el salmón y las sardinas, que hacen parte del segundo grupo, son un poco
más grasosos.
Su contenido calórico puede variar durante la cocción, por lo cual se
aconseja, a quienes siguen planes para bajar de peso, prepararlo a la plancha o
a la parrilla y sin aderezos. De resto, puede consumirse varias veces a la
semana.
Fíjese que al comprarlo no huela mal, que su textura sea firme, que la carne
no se desprenda y que los ojos ocupen toda la cavidad orbitaria y sean
brillantes y salientes.