Comportamiento Humano
La pesadilla de los hijos sin normas

Por Carlos E. Climent carloscliment@elpais.com.co

Se les dificulta adaptarse a las exigencias de la sociedad, pues exigen el mismo trato tolerante que recibieron.

Los hijos egoístas, desconsiderados, desagradecidos, irrespetuosos o patanes son casi siempre el resultado de hogares con normas inconsistentes, laxas o inexistentes. Los padres dan en exceso, no ponen límites, aceptan actitudes e imposiciones injustas de los hijos en la creencia-siempre errónea-de que su tolerancia va a evitarles problemas.

La consecuencia de todo lo anterior es un ser a quien no se lo aguanta nadie. Una pesadilla que entra y sale cuando le da la gana y que está convencido que tiene derecho a todo sin merecerse nada. En ese mundo facilista, los problemas se agravan. El hijo sin normas sufre de una gran dificultad para adaptarse a las exigencias de la sociedad pues espera, o peor aún exige, el mismo trato tolerante que siempre recibió.

Una vez enfrentado al mundo de los adultos y frustrado por no recibir lo que esperaba, se aísla, busca (o compra con la plata de los papás por supuesto) amistades que comparten su mismo desdén por las normas y allí encuentra toda suerte de programas y personajes indeseables. En ese ambiente, los problemas y el abuso de alcohol y las drogas crecen geométricamente.

El padre frustrado acude a la “cantaleta” , tolera más abusos y sigue sobreprotegiendo, con lo que reafirma su debilidad. La repetición del mismo ciclo produce efectos tan predecibles como lamentables. Los intentos por poner orden son cada vez más ineficientes y ridículos mientras los problemas crecen y se perpetúan. Cuando consultan, el problema está muy avanzado y requiere de medidas heroicas para deshacer los entuertos de tantos años.

Si bien es cierto que la corrección de estas conductas debe hacerse tempranamente, nunca es tarde para actuar. Para lograr cambios se requiere:

*No volver a tolerar actitudes insolentes o desafiantes.

*Las normas y límites deben ser presentados de manera creíble una sola vez con contundencia.

*Cumplir lo prometido.

*No seguir con las actitudes suplicantes, ni a la espera de más de respeto, dedicación o amor.

*No aceptar acusaciones pues son un recurso defensivo para zafarse de responsabilidades.

*No dar explicaciones ni justificaciones. Cuando las normas están dadas, hablan por sí solas. Una actitud firme, sostenida, sin temor, produce más cambios positivos.