Informe
Violencia juvenil pasa a mayores
Unidad Investigativa
Los ‘tropeles’ entre parches de
estratos altos no cesan. Ahora estos grupos crean alianzas con pandilleros del
Distrito de Aguablanca y Siloé,
a los que llaman ‘Gambas’, para hacer más violentas sus grescas. En Cali hay
más de 200 grupos. Radiografía de una patología social.
Las peleas eran a puño limpio, sólo entre dos, y las mujeres no estaban
invitadas. Una triste moda que nació en los colegios de estratos altos y que
ahora crece como una epidemia en todos los barrios de la ciudad.
Gustavo* recuerda los inicios de su parche, ese grupo de adolescentes en busca
de adrenalina, de emociones físicas. Resalta que eso fue hace casi un lustro
cuando en Cali se empezó a hablar de La Chiquipandilla,
La Colonia, La Rompe y Primero de Mayo.
Los parches de las fiestas en mansiones, los de los carros lujosos, los que se
le medían a cualquier pelea... los que armaban la pelea.
Gustavo tiene una dentadura que seguro le ha robado varias sonrisas a más de
una mujer. Mantiene la barbilla alta y se carcajea cuando recuerda cómo en las
rumbas le abrían paso porque andaba con los que se consideraban “la farándula
caleña”, y porque desconocidos sabían su nombre.
Los adeptos se multiplicaron y con ellos nacieron nuevas reglas, nuevos parches
que a través de portales de internet comenzaron a
convocar peleas sin argumento, grescas silenciosas que ya no eran sólo a
puñetazo limpio sino con armas blancas.
El primer golpe con el que las autoridades locales reaccionaron al fenómeno fue
a principios del año pasado cuando la Policía retuvo alrededor de 150 jóvenes
que, armados con bates, martillos y navajas, asistieron a una pelea convocada
por Hi5 (Internet).
Entonces se habló de Los Torke, Bloque Sur, La
Alianza y más de 70 grupos en la ciudad, así como de la necesidad de detener las agresividad que contagia a la juventud caleña. Sin
embargo, un año después, los jóvenes parecen haberse ‘atrincherado’ en más de
200 parches con la única intención de seguir la ley del más fuerte.
Y en el adolescente afán por el reconocimiento, por el poder, las autoridades
admiten que estos grupos se han extendido hasta Aguablanca,
aliándose con los llamados ‘gambas’. Estos últimos son jóvenes pertenecientes a
algunas pandillas que atienden el llamados de los
principales parches para darle más agresividad a sus peleas. “Gaminería y glamour”, dicen los jóvenes con algo de sorna.
Sólo en el último mes, el fenómeno ha dejado tres heridos y un muerto. El 20 de
febrero, chocaron los parches Alianza y La Contra. El saldo, según el
diagnóstico de la clínica que atendió el caso: un menor de 13 años fue remitido
a cirugía plástica por múltiples lesiones y dos más fueron trasladados al HUV
por las complejas heridas que las armas cortopunzantes
dejaron en sus cuerpos.
Jeferson Olvani corrió con
peor suerte, el pasado 4 de abril un disparo fue más fuerte que sus 17 años
(ver nota anexa).
Tres heridos y un muerto que pusieron de nuevo a la ‘lesionada’ juventud caleña
en el foco de atención, esta vez con una nueva mutación: las alianzas con los
‘gambas’.
‘Ring’ de cemento
Milton* puede ser descrito sin miedo a ser identificado. Es uno de los tantos
que usa gorra a medio poner sobre la cabeza y con el parasol hacia atrás; tal
vez para que no le haga sombra a su mirada, pues dice que no se la esconde a
nadie. Cuenta que la ciudad está prácticamente dividida por cuatro parches
grandes: Torke, Contra, Alianza y Way
Récord; que son, a juicio de los mismos jóvenes, los más ‘ácidos’ y que llevan
más tiempo ‘dando lora’.
Cada uno de ellos, a su vez, está conformado por varios grupos hasta de 15
jóvenes. La Alianza parece ser el más numeroso (con más de 200 integrantes),
mientras la Contra cuenta con casi 32 subdivisiones. “Es que gracias a Dios
tenemos gente por todo Cali y pelados bien ‘parados’, que se han dañado el lomo
por el parche”, dice Milton alzando las cejas.
El crecimiento de estos ‘parches’ es lo que al parecer impulsó las alianzas con
las bandas de sectores populares. Como si se tratara de un trabalenguas, el
joven explica que La Alianza nació contra Torke, que
La Contra nació contra La Alianza, que al otro le tocó unirse contra tal otro y
entonces a tal otro contra otro... Así las alianzas atravesaron la ciudad de
Sur a Norte y de Oriente a Occidente.
Un líder de la Policía Comunitaria que trabaja en la Comuna 6 cuenta que en
diferentes barrios de la zona, de estratos 2 y 3, los jóvenes comenzaron a ser
‘seducidos’ por parches de estratos altos que les financiaban fiestas y los
invitaban a pelear.
“A los jóvenes les gusta porque se sienten bien andando con los más
‘farándula’. Es más, parches como La Rompe que quisieron mantenerse intactos,
sin mezclar a los estratos bajos, fueron desapareciendo”, dice Milton.
Esto a su vez desencadenó que los grupos que se sentían más vulnerables fueran
más allá y comenzaran a buscar apoyo para las grescas juveniles en sectores
deprimidos del Distrito.
Así, las calles de Cali se convirtieron en un ‘ring’ de cemento y los primeros
‘gambas’ en pisarlo fueron los de Siloé. Por ahí
también han pasado pandilleros de Mariano Ramos, Charco Azul y La Florida,
quienes tienen establecida afinidad con determinado parche.
“Uno lo que hace es decirles ‘vea hay alguien que me quiere pegar, que me está
formando tropel’, y entonces ellos bajan. No es que se hayan unido a las pandillas,
sino que si alguien conoce a algún pandillero, él le hace el favor de ir a
donde le digan”, musita otro joven de gorra a medio poner. “Por ejemplo, yo
conozco gente de una invasión y ellos son los más ‘cólicos’ de todos, pero no
le puedo decir cuál porque esa ‘oficina’ sólo la utilizo yo”, continúa bajando
la voz.
Los ‘gambas’ aparentemente no obtienen ningún beneficio económico y poco les
importa la ‘farándula’ o ‘dar lora’ para ser reconocidos, lo que al parecer los
motiva es cumplirle a un conocido que les pide el favor de apoyarlo en su
defensa o la oportunidad de robar dentro de los parches a los que se enfrenta.
Lo cierto es que, como explican las autoridades, “son buscados porque son más
violentos, se le miden a todo sin importar nada y, por supuesto, representan
más agresividad”.
Con ellos, también ha llegado la oportunidad de que los jóvenes adquieran armas
de fuego con mayor facilidad. ¿Cómo las consiguen? Milton se ríe cual si fuera
una pregunta estúpida: “Cualquiera lo sabe, si alguien dice que necesita una,
otro salta y dice: yo la consigo”.
Cicatrices
Sentados en un centro comercial, un trío de jóvenes coincide en que les gusta
más andar con ‘chuzo’ que con armas de fuego. Ellos viven en diferentes barrios
del Distrito y, a su corta edad, tienen demasiadas historias que contar.
Las peleas a puño limpio parecen ser asunto del pasado, ahora los integrantes
de los parches (hombres o mujeres, de estratos altos o bajos, por miedo o por
diversión) cargan en su mayoría armas blancas. Incluso, las autoridades han
detectado machetes y hasta armas de fuego, de las que también echan mano de
acuerdo con la magnitud de los ‘tropeles’ o por simple intimidación. “Yo tengo
una, me la dio mi primo”, interrumpe uno de los jóvenes. Se refiere a un arma
de fuego, una 7,65 milímetros que en el mercado negro
tiene un costo de $500.000 y que a él un familiar se la puso gratis en las
manos.
Sus compañeros complementan que también se encuentran nueve milímetros en
$200.000, ‘totes’ por $100.000 y granadas por $30.000. Y lo peor de todo, se
consiguen de la manera más sencilla, el parche se reúne, hace la recolecta y ¡búm!: alguien sale disparado a comprarla.
Hace un año, tras el primer enfrentamiento que destapó el fenómeno de los
parches, la Policía Comunitaria inició un proceso de intervención con los
jóvenes y actualmente realiza seguimiento a los diferentes parches, sin
embargo, admite que su rol es más de control y que hace falta prevención por
parte de padres de familia y demás autoridades.
La Alcaldía Municipal también reaccionó y los primeros meses del 2008 prometió
la creación de un equipo interinstitucional para fomentar el diálogo y evitar
las expresiones violentas. Las reuniones comenzaron cada quince días, se
realizaron pactos de no agresión, pero la intención no duró más de tres meses.
“Es que cuando comenzaron a salir los artículos de prensa las cosas se
calmaron, nos dijeron que eso ya no estaba de moda y para vacaciones no pasó
nada. Ya después nos metimos a hacer el Día de la Feria..., pero actualmente se
está en conversaciones para seguir el proceso”, explica Carlos Rojas, ex concejero de Paz.
Cierto. El trío de jóvenes coincide en que ésto ya no
es una moda, para ellos es una necesidad pues donde viven no pertenecer a un
parche es garantía de casar peleas perdidas.
Como si cargara con un prontuario pesado, el más joven de los amigos se toca el
cuello y masculla que ahora mantiene paranoico, que está cansado de tanta
bobada pero que ya no puede andar sólo porque se la montarían.
Milton, por su parte, siente que sí está a tiempo de retirarse de todo esto.
Mira victorioso sus brazos y dice que a pesar de tantas peleas no tiene ni una
cicatriz, tan sólo leves señas de ‘puntazos’ que resultan de un juego entre
amigos cuando están borrachos. Pero cuando se toma unos segundos para pensar
corrige, dice que sí le han dado golpes bajos, de esos que duelen más, como
cuando en medio de una pelea vio ‘caer’ a un amigo suyo.
“Es que el ‘chuzo’ dañó los parches”, puntualiza Gustavo. Confiesa que pelear
le gustaba, darse puños lo hacía sentir que podía enfrentarse a todo, pero
admite que hasta él se asombra de las dimensiones actuales de este fenómeno.
Los jóvenes lo confiesan a través del portal Hi5, donde publican especies de
boletines sobre los ‘más parados’, ‘los capos que dan más lora’, ‘los más drogos’, ‘las que más se han entucado’
y hasta amenazas sólo por pertenecer a determinado parche.
No se puede seguir pensando que es cuestión de la edad. Se le podría echar la
culpa al consumismo, al ser adolescente y querer absorber todo lo que se
presente como moda. Pueden desaparecer las películas violentas, los programas
basura. De nada valdría, mientras no se les pregunte contra qué es lo que
realmente pelean y ellos acepten otras reglas para enfrentar la vida sin
golpes, sin cicatrices. (*Nombres cambiados)
Urgencia manifiesta
“Yo he llegado a mi casa golpeado y mis papás saben cuando he peleado en la
calle. De hecho, creo que la mayoría de los papás saben en qué andan sus hijos
pero consideran que una pelea no tiene nada de malo, ellos lo ven por el lado
de ‘mi hijo no se la deja montar de nadie’”.
La sociedad caleña es un espejo complejo para la juventud y, según analistas, la actitudes violentas que está desarrollando pueden ser producto
de problemas familiares, falta de valores y autoridad y hasta rezagos de la
cultura heredada del narcotráfico.
A través de Hi5, los jóvenes anuncian cuáles son los parches que
actualmente existen en la ciudad y sus integrantes.
En la página youtube.com, los jóvenes también suben peleas protagonizadas en la
ciudad, incluso de mujeres, y hasta videos ‘promocionando’ los parches.
Para Álvaro José Montoya, psiquiatra del Centro Médico Imbanaco,
hay una distorsión cultural frente al tema del poder, donde la violencia entra
a ser un símbolo de masculinidad para algunas personas.
De igual forma, la cultura ‘traqueta’ afecta a la juventud estableciendo un
falso parámetro donde el dinero y la imagen de dureza es un modelo a seguir
para los adolescentes que buscan encajar en su entorno.
También es cierto que la pérdida del núcleo familiar y los roles de autoridad,
se ha convertido en un riesgo cuando se está empezando a desarrollar la
personalidad, pues esto puede inducir a que el joven se refugie en el consumo
de drogas y las malas amistades.
Doris Tejeda, directora del
Observatorio Social de Cali, asegura que en los conversatorios
que se sostuvieron con los diferentes parches se detectó que en un gran
porcentaje los jóvenes no tienen una figura estable en su casa, pues sus padres
se encuentran en el exterior.
“Muchos de ellos estaban a cargo de un familiar que no tiene la autoridad para
imponer las normas o, sencillamente, viven con los padres, pero éstos trabajan
todo el día”, manifiesta.
La Policía Comunitaria cuenta con inteligencia destinada a intervenir los
sitios donde los parches se reunen a la caza de
peleas. Además de controlar los espacios públicos, los jóvenes requieren un
seguimiento desde el hogar y el colegio, que son las instituciones encargadas
de estructurarlos como personas.
“Se ha detectado que en época de vacaciones, cuando cuentan con más tiempo
libre, las grescas entre colegiales se alborotan. Por eso es necesario que el
Municipio se preocupe por la vida lúdica de la juventud. Se necesitan más intercolegiados, más inversión en actividades deportivas y
artísticas para que los jóvenes encuentren otras formas de diversión”, asegura
un oficial.
Como el Internet se ha convertido en una de las principales formas de diversión
de la juventud, se recomienda a los padres prestar mayor atención a la
información que sus hijos reciben por este medio de comunicación y establecer
reglas y tiempos para su uso.
“La muerte de mi hijo es un llamado para todos”
Cuando Rocío habla de la muerte de su hijo de 17 años se lleva la mano al
corazón como si intentara exprimir el dolor que le corta las palabras: “sólo sé
que me le dieron por la espalda y el disparo le salió por acá, por el pecho”.
Por supuesto que no para de llorar. La versión que tiene es que el 4 de abril,
el día que le quitaron la vida a su Jeferson,
alguien, al parecer un policía, disparó y la bala perdida encontró a ‘su
muchacho’.
Era sábado y más de 200 jóvenes se pusieron una cita a las 6:00 p.m. a través
de internet para pelear en un parque del barrio San
Fernando, en la Carrera 38 con Calle 5B.
Un adolescente que participó en el enfrentamiento confirma que desde el día
anterior comenzaron a circular los mensajes para asistir a la gresca entre los
parches la Contra, DF y Way Record. ¿Con qué fin? “No
sé, me imagino que para demostrar quien está más ‘parado’ ”, dice.
La turba iracunda de jóvenes llamó la atención de las autoridades, que
intervinieron para frenar la pelea. Un total de 12 armas blancas y una de fuego
fueron incautadas en medio de la gresca y, al parecer, un oficial resultó
apuñalado.
El momento más crítico se vivió cuando Jeferson fue
alcanzado por un tiro, supuestamente disparado al aire con el ánimo de
dispersar a los menores.
Rocío se enteró de la mala suerte de su hijo cuando la llamaron para decirle
que iba a ser intervenido de inmediato en la Clínica Imbanaco,
aunque le advirtieron que la bala le atravesó la arteria aorta.
Lo que la mujer no acabará de entender nunca es porqué su “muchacho”, si a él
no le encontraron ningún arma. Sin tratar de ocultar la realidad sobre el
problema de los parches en la ciudad, defiende que Jeferson
no formaba parte de ninguno tan sólo “estuvo en el lugar equivocado, en el
momento equivocado”.
“Mi hijo confiaba en mí, me contaba aterrado que habían galladas y que algunos
jóvenes se habían metido a eso. Yo le decía que mucho cuidado y él me respondía
que tranquila, que esas cosas no le gustaban. Yo sé que es verdad, que él no
tenía nada que ver con eso porque yo mantenía encima suyo y siempre lo veía en
la casa de la novia”.
En una maratón de palabras, Rocío afirma que su Jeferson
era excelente estudiante, buen hermano, juicioso, odiaba hasta el humo del
cigarrillo, amiguero como él solo, recochero...
sencillamente, que era su “muchacho amado”.
Es por eso que aprovecha el dolor que siente en el alma para pedir que su
historia no se vuelva a repetir, que en medio de las peleas y el afán de las
autoridades por detenerlas no caigan inocentes como su hijo. Hace un llamado a
los padres de familia para que no sean indiferentes ante este fenómeno y pide
que se investigue la muerte de Jeferson, pues sigue
sin entender por qué no volvió a su casa en el barrio Municipal, a su lado.
Antecedentes
Abril del 2009: muere un menor en gresca registrada en San Fernando.
Febrero del 2009: tres jóvenes resultaron heridos tras protagonizar una pelea
en la Calle 9 con Carrera 50.
Diciembre del 2008: un joven pierde la vida, el enfrentamiento se registró en
la Calle 9 con Carrera 52.
Enero del 2008: 150 menores son retenidos en el barrio El Limonar, se les
incautaron navajas, bates, martillos y armas de fuego.
Octubre del 2007: en la Calle 9 con Carrera 50 es interceptada una chiva
en la que viajan varios adolescentes, uno resultó herido de gravedad.
Septiembre del 2007: una pelea desencadenada dentro de una discoteca deja un
saldo de un joven muerto y un policía herido.
Diciembre del 2006: cuatro jóvenes agreden a otro
dentro de un centro comercial al norte de la ciudad.
Septiembre del 2005: varios parches de estratos altos protagonizan una pelea en
el parque Santander. Un adolescente resultó herido y seis fueron detenidos.
Febrero del 2005: colegiales se citan a un pelea en
San Andrés Islas, durante su excursión. El viaje fue suspendido.
Febrero del 2005: 59 jóvenes pertenecientes a los parches La Realeza y Chiquipandilla son retenidos en medio de una riña en el
parque del barrio El Limonar.
Diciembre del 2004: un prestigioso club social de la ciudad se convierte en el
campo de pelea de estudiantes de dos colegios bilingües.
Abril del 2004: alrededor de cien adolescentes se enfrentaron con palos y
piedras en un parque del sur de Cali.
Vocabulario
Ácido: tener una actitud desafiante, demostrar rudeza.
Parada: que defiende su parche, sus amigos.
Dar lora: esforzarse por ser reconocidos entre los parches. Querer figurar en
el círculo social.
Farándula: ser admirado por los demás jóvenes bien sea porque conoce mucha
gente o porque está a la moda.
El relax: es otra de las maneras en que se llama a la marihuana.
Capos: término para señalar que las cabezas de los diferentes parches, con la
intención de mencionar el poder que pueden tener sobre el grupo.
Goma: afición o manía que se tiene por algo.
Gambas: jóvenes pandilleros que se unen a algunos parches para apoyar las
peleas.
Totes: armas hechizas.
Patraciar: echar para atrás, sentir miedo, dejarse
intimidar.
Cólicos: jóvenes que se caracterizan por ser los más traviesos, revoltosos, que
les gusta formar pelea.
’Chuzo’: armas blancas.
Tropel: pelea.
Montar: sabotear a una persona o agredirla para formar una gresca.
Frentero: que dice las cosas sin miedo o no le huye a las grescas.
Entucar: besar o sostener una relación pasajera.
Otros parches
La Firmeza Trk
Área 15
Alto Calibre
Primavera Blk
Cartel
Chebvul
Che W Alz
Las Dolce
Fama ONU
Fabela Norte
Fabela Full Records
Fabela the Burberry
Los Klle
La Fabela Alianza
La Central
La Ghetto
Amenaza Sur
La Compañía
The Angeles
La Monarquia
Las Wimingx
Las Dalmeichon
Las Más Sueltas
Las Piruz
Las Prety
Vg Company Sólo Sur
La Unión
La Zaga
Las Jefes
La Logia Sur
Los Aliads Alz Nort
Logia Norte
Logia Oeste
Logia Oriente
The Holigans
Los Más Sueltos
Los Zatos Sur
Los Maravillosos
Los Hardy
Legión Sur
Rocket
Alianza
Real Sociedad
Real Family
Sobrenatural
Che Tiradera
Talento de Barrio
The Bad Boys
The Alianza Ulp
Alianza sur
The New Family
Narcos
The Wonder
The Camacho Fbl
Parche Parados
Salón de la Fama
The Black
Lions
Way Norte
Las Socias
Warner Bross