El otro cartel de la droga

 

Por Carolina Bohórquez R, reportera de El País

 Cuidado. Medicamentos fraudulentos como éste también tienen sus riesgos.

 

 

En cocinas y en patios de casas empieza a operar el peligroso mercado de fármacos falsos.

 

Aprendió a elaborar píldoras en menos de seis meses. Desde que le dijeron que por cada pedido que le llegara podía obtener entre $500.000 y $1.000.000, el aprendizaje fue rápido, siguiendo las indicaciones de sus ‘maestros’. Para comenzar, sólo debía tener a la mano la fórmula y los ingredientes: un poco de ácido bórico en polvo, almidón, diluyentes y otros productos disponibles en la cocina de su rústica vivienda.

 

Era como una receta culinaria. La mezcla la ponía luego en unas máquinas que al final de un día convertían la peligrosa combinación en pastillas para combatir el dolor de cabeza, que tenían el mismo aspecto de las ya tradicionales.

 

El proceso finalizaba cuando este hombre, del nivel más bajo en la cadena de una mafia que trabaja en el Valle y en otras ciudades del país, debía empacar el supuesto remedio, no sin antes cubrir el envase con un adhesivo gris que dejaba leer unas palabras en inglés.

 

Todo estaba calculado. Él seguía cada uno de los pasos que le enseñaron quienes le ayudaban a diario en la tarea que desarrollaba en esa artesanal fábrica que no medía más de 40 metros cuadrados. Cumplía todas las órdenes del “patrón”, ese a quien nunca le vio el rostro.

 

También tenía que prestar el servicio de vigilancia por si llegaban las autoridades. Pero la Policía lo sorprendió en octubre pasado y este vigilante, fabricante y empacador clandestino, resultó siendo el único capturado. Los demás integrantes de la banda se esfumaron, quedando nuevamente en la sombra organizaciones delictivas que se mueven por el territorio nacional como fantasmas.

 

En esa peculiar fábrica, ubicada en el barrio Villacolombia, en el oriente de Cali, también se encontraron etiquetas de tinta deleble que iban a ser pegadas a unos envases plásticos.

 

Al capturado en Villacolombia, cuya identidad se mantiene en reserva por las autoridades, lo apresaron por corrupción de productos médicos o material profiláctico e imitación o simulación de alimentos, productos o sustancias. Delitos por los cuales hay penas que van desde los cinco hasta los doce años de cárcel.

 

En el operativo en el que cayó este ‘químico criollo’, según las autoridades, se incautaron aproximadamente 5.000 unidades de falsos medicamentos y frascos con sellos y etiquetas adulterados, que a los ojos de cualquier comprador pasan como un remedio original.

 

Pero la cifra aumenta al sumarla con la de otras 15.000 unidades de medicamentos irregulares decomisados en el último año por la Unidad Ejecutora de Saneamiento del Valle del Cauca, UES, entidad encargada de la vigilancia y control de los medicamentos en el departamento.

 

Machacar y revolver

 

Después de los analgésicos, antihistamínicos y de las drogas para enfermos con cáncer y sida, los productos que prometen ayudas de tipo sexual se han vuelto los más apetecidos para los falsificadores porque se venden en grandes volúmenes, sobre todo en sectores de estratos medios y bajos de Cali.

 

Entre las mercancías que la UES del Valle guarda recelosa como ejemplo del ingenio y desfachatez de los estafadores, están las cremas que prometen multiorgasmos, pero que en realidad son vaselinas con colorantes, elaboradas por laboratorios que resultaron ficticios.

 

Una de estas cremas es un gel en colores verde o rosado, el cual era ofertado en empaques del tamaño de una moneda de $500. Según las autoridades sanitarias, este gel puede causar serias infecciones en la piel del usuario.

 

‘La pastilla del día después’ y los estimulantes masculinos, que se venden como ‘pan caliente’ en Cali --contrariando la orden de que las droguerías sólo pueden hacerlo bajo prescripción médica-- también han sido ‘clonados’ por las redes delincuenciales, las cuales no necesitan expertos químicos para la fabricación de estas falsificaciones.

 

De hecho, para crear un potenciador sexual ‘chiviado’ para hombre, empiezan machacando pastillas como anfetaminas y menfetaminas. También trituran otras similares a las psicoactivas.

 

El procedimiento continúa cuando estos ‘artesanos’ toman a simple vista una porción de cada componente y los mezclan. No hay cálculo. Todo se hace al gusto y al ojo del ‘fabricante clandestino’, que por lo general siempre lo hace en una cocina o en el patio de una vivienda.

 

En esta preparación también se tiene a la mano ácido bórico, además de un producto llamado glutamato monosódico para dar volumen y colorantes artificiales para obtener el color deseado. En la receta tampoco falta el carbonato y el bicarbonato de sodio y el carbonato de calcio, los cuales le dan contextura a la mezcla. El proceso termina en una máquina troqueladora, cuya función es comprimir el menjurje. Si las bandas son muy sofisticadas, utilizan moldes muy parecidos a los de los laboratorios farmacéuticos de renombre nacional. Conocen en detalle el medicamento que será falsificado hasta el punto de imitar la más mínima hendidura del mismo.

 

Mientras en el mercado comercial un sobre de dos pastillas para lograr una erección en un tiempo prolongado cuestan $53.000, en el mercado negro la misma tableta se puede encontrar en menos de $10.000. Sin embargo, advierten en la UES Valle, el riesgo y los efectos nocivos son muy altos por no saber la procedencia del producto.

 

El usuario tampoco logra el propósito inicial por el cual quiso adquirir la supuesta ayuda sexual, porque los verdaderos potenciadores utilizan en su composición una molécula llamada sindenafil. Este componente se desarrolla sólo en un laboratorio farmacéutico reconocido, el cual es importado porque no se consigue en Colombia.

En Cali hay tiendas esotéricas que ofrecen productos como amuletos que contienen mercurio, altamente peligrosos para la salud. Asimismo, ‘riegos’ que pueden provocar alergias y brotes en la piel. En un año, el Invima registra incautaciones de medicamentos fraudulentos por más de $5.000 millones. Según las autoridades, se detectan entre uno y cuatro fármacos falsos por cada decena. Industriales farmacéuticos colombianos estiman que anualmente perciben entre US$1.500 y US$2.000 millones, es decir, entre $3.300 y $4.400 billones. El mercado negro le quita entre 4% y 5% de sus ingresos anuales. Según la Organización Mundial de la Salud, OMS, entre el 10% y el 25% del mercado de medicamentos de países en vías de desarrollo se lo arrebatan los fármacos fraudulentos o asociados al contrabando.

 

 

“Sólo por este medicamento, una fábrica del mercado negro puede llegar a percibir en un año alrededor de $1.000 ó $2.000 millones en ventas, si logra atraer al mayor número de incautos”, dicen en la Fiscalía.

 

La tableta de la ‘pastilla del día después’ también suele ser resultado de la trituración y de la mezcla de cualquier sustancia, como analgésicos para combinarlas con el ya muy utilizado ácido bórico. La tableta que vale entre $12.000 y $18.000 puede ser vendida en el mercado ilegal en $5.000 o en menos.

 

En el caso de los medicamentos para enfermedades de alto costo, como el sida, la trampa no se centra en alterar la composición del medicamento. Su interés va por alterar los empaques y el registro. Para eso los falsificadores utilizan talco con el fin de brillar las etiquetas, y formol para borrar los números, las fechas de vencimiento y el número de lotes. Estos grupos delincuenciales tienen los sellos especiales que fijan los números, con el ánimo de simular una fecha de caducidad vigente. Un medicamento de quien es portador del VIH puede llegar a costar en el comercio $1.500.000. En el mercado negro se consigue entre $200.000 y $800.000.

 

Efectos del Viagra ‘chiviado’

 

Según el Invima, el 20% de las denuncias sobre falsos medicamentos que se reciben de la población corresponde a productos promocionados como la panacea para combatir los fuertes dolores de cabeza y el malestar en general, cuando en realidad tienen entre sus componentes analgésicos para animales, ácido bórico o compuestos sulfúricos.

 

Los delincuentes incluso han utilizado almidón y azúcar en la elaboración de pastillas contra las molestas jaquecas, de acuerdo con informaciones suministradas por la Sijín, en Cali.

 

El médico y coordinador del área de toxicología en la Secretaría de Salud de Cali, Jorge Quiñónez, advierte que cualquier sustancia química elaborada sin las normas sanitarias adecuadas y que sea ingerida o aplicada en la piel del usuario le generará graves daños a la salud y hasta la muerte. En el caso del ácido bórico, por ejemplo, Quiñónez se sorprendió de saber sobre su uso para estos engaños. “Es muy peligroso porque puede causar daños irreparables en el riñón y la persona se puede morir rápidamente”, agrega el galeno.

 

De acuerdo con Quiñónez no se han reportado intoxicaciones por los llamados ‘remedios’ con ácido bórico, pero sí otros problemas con un medicamento del que se pregonaba funcionar como estimulante sexual masculino, el cual era vendido en barrios de la comuna 18, como Nápoles, en el suroccidente de Cali. El médico dijo que el supuesto medicamento provocó daños cardiovasculares a quienes lo usaron y dolor al momento de la erección.

 

Cuatro meses antes del operativo en Villacolombia, hubo otro en el oriente caleño. El Centro de Investigaciones Criminológicas de la Sijín de la Policía lo reseñó en la Calle 34 con Carrera 29B, del sector León 13, donde se incautó mercancía avaluada en más de $8.500.000.

 

Entre los artículos incautados en el allanamiento figuraban 13 frascos de productos que prometen alivios a problemas de la próstata; 60 frascos con sustancias similares a la planta zarzaparrilla, usada por naturistas para problemas de artritis, reumatismo y acné; 35 más de vitacerebral; 20 frascos de tónicos y vitaminas y otros más con compuestos sulfurosos.

 

De acuerdo con investigadores de la Fiscalía en Bogotá, hay indicios de que los frascos utilizados para empacar pastillas o jarabes falsificados serían comprados a recicladores. También se investiga si habría personal de instituciones de salud involucrado.

 

La estructura

 

Las autoridades tienen indicios de que tras el negocio de los medicamentos adulterados hay redes que se mueven en Valle, Cundinamarca, Antioquia, Atlántico y Santander, principalmente, las cuales tienen contactos incluso en el extranjero.

 

De acuerdo con investigadores de la Policía y la Fiscalía, el nivel primario de esta estructura lo componen los fabricantes clandestinos. Trabajan en casas arrendadas que, según los investigadores de la Fiscalía, en el caso de la ciudad están preferiblemente en el occidente, oriente y nororiente caleños, en barrios como San Pedro, Metropolitano, Mariano Ramos, Desepaz, la zona de ladera y el Distrito de Aguablanca.

 

Estos operarios, que generalmente no son más de diez, tienen la colaboración de litografías que se prestan para el negocio. También es responsabilidad de los propios empleados adq uirir los frascos y lavarlos para empezar la elaboración.

 

En el siguiente nivel aparecen los distribuidores, que van a tiendas y panaderías de la ciudad que venden pastillas al menudeo, y a pequeñas droguerías, situados especialmente, en Calimío, Alto Meléndez, Desepaz, en el Distrito de Aguablanca, en Nápoles, Alto Jordán, Siloé y en algunas en la Calle Quinta entre carreras 66 y 93.

 

La modalidad de puerta a puerta también figura en la estrategia ilícita de mercadeo.

 

En el siguiente nivel aparecen los promotores en otras ciudades del Valle, como Dagua, Cartago y Palmira. Esta teoría es trabajada por los investigadores de la Fiscalía porque en los últimos años se ha presentado el cierre de fábricas clandestinas en esos municipios.

 

La cadena sigue ascendiendo y llega a personas en Bogotá, Medellín, Barranquilla o Bucaramanga, donde también hay pequeñas fábricas clandestinas con sus respectivos vendedores. La estructura, dicen los investigadores, ha llegado a traspasar fronteras porque el mercado incluye traer de países como Ecuador y Estados Unidos más productos, ya sean falsos u originales para ingresarlos al territorio nacional por contrabando.

 

Es, pues, un tablero de ajedrez, cuyas fichas son movidas por organizaciones cuyas cabezas no se han podido capturar y que han imitado la estructura de trabajo de compañías farmacéuticas colombianas. Algunas de estas últimas han tenido que contratar investigadores privados para tener más indicios sobre estos nuevos competidores ilegales, que les arrebatan en todo el país entre US$30 millones y US$100 millones de los ingresos, es decir, entre $66.000 millones y $220.000 millones.

 

Sin embargo, en opinión de Emilio Sardi, vicepresidente ejecutivo de Tecnoquímicas, la industria en la ciudad no ha recibido mayor impacto. “Es muy grave como todo delito, pero yo no siento que le haga tanto daño a la industria. Es un problema de salud pública para el consumidor porque estos productos no tienen las especificaciones necesarias y no logran el efecto terapéutico que se busca. Entonces, eso es criminal”, anota.

 

Y es un negocio que crece con el dinero de las comunidades del oriente y del suroccidente de Cali, a donde llegan productos que simulan ser las curas deseadas, pero que pueden conducir a la muerte.

 

Sancionan 113 locales de expendio irregular

 

Por irregularidades como comercialización sin el registro sanitario, venta de productos fraudulentos, con fecha de vencimiento expirada y porque el local tampoco cumplía con otras normas requeridas, el año anterior la UES del Valle sancionó a 113 droguerías en todo el departamento. La mayoría estaban ubicadas en Cali, de las cuales cinco fueron cerradas.

 

En el balance de la UES del Valle, correspondiente a 2008, aparecen 1.660 quejas recibidas de la población, de las cuales 1.590 fueron por la venta de medicamentos y cosméticos fraudulentos, cuyos componentes habían sido modificados, no tenían el registro sanitario y estaban vencidos. En ese reporte también figura el allanamiento de cinco establecimientos por parte de la Sijín, tras haber verificado las quejas. Sin embargo, veedores señalan que faltan más controles en tiendas, graneros y en panaderías en Cali, que también venden pastillas al menudeo.

 

El año pasado, una mujer de unos 40 años murió porque le aplicaron dipirona en un centro médico sin pedirle la fórmula médica. La dipirona es para males reumáticos y puede ser letal en personas con problemas del corazón.

 

Las autoridades competentes conocieron algunos casos de droguerías que en Cali venden e inyectan la dipirona, pese a que en ambas situaciones se debe presentar la respectiva fórmula médica.

 

“¡Cómo se le ocurre! Tenemos prohibido aplicar dipirona sin fórmula médica, pero se la podemos vender”. comentaron en una droguería de San Fernando.

 

 

 

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