REDACCIÓN SALUD En cuestión de décadas el orgasmo femenino pasó de ser un
tema tabú a objeto de estudio de científicos que buscan desmitificarlo y
entender por qué algunas mujeres lo experimentan con facilidad mientras que
para otras es un ilustre desconocido. La revista New Scientist hizo un inventario del tema, en su última
edición.
Los genes afectan la frecuencia.
De acuerdo con el primer estudio genético del orgasmo femenino, hasta el 45
por ciento de la variación en la capacidad de la mujer para tener orgasmos se
debería a los genes. En otras palabras, existe una base biológica subyacente a
la capacidad de una mujer para alcanzar el orgasmo. Las bases anatómicas,
fisiológicas o psicológicas siguen siendo inciertas, dice Tim
Spector, del hospital San Thomas de Londres (Reino
Unido), que llevó a cabo el estudio.
“Es decir que no es puramente cultural o debido a la presión social o a
diferencias en la educación o la religión; hay grandes diferencias entre las
mujeres y muchas de estas diferencias se deben a los genes”, dice Spector en un informe publicado en ‘Cartas de Biología’.
Algunas mujeres eyaculan.
No son pocos los científicos que hoy aceptan que algunas mujeres pueden
eyacular algún tipo de líquido durante la excitación sexual o el orgasmo.
Ya en 1950 Ernst Gräfenberg,
médico alemán que dio su inicial al punto G, llamó la atención sobre el tema en
un documento publicado en la Revista Internacional de Sexología.
En 1981 dos sexólogos estadounidenses, Beverly Whipple y John Perry, salieron al paso a otras declaraciones según las
cuales el mencionado líquido era orina y demostraron que éste tiene muy bajos
niveles de urea y creatinina –las dos principales
características químicas de la orina– y que se origina en un tejido femenino
conocido como glándulas de Skene, ubicadas alrededor
de la uretra (conducto de la orina). Se trata de una predisposición genética:
algunas sí, otras no.
Esta es aproximadamente la misma superficie del punto G, esa parte que
sobresale dentro de la vagina que es sensible a la
estimulación. La variación en la cantidad de este tejido explicaría por qué no
todas las mujeres lo tienen.
Al igual que ocurre con el semen del hombre, las mujeres que se cree
eyaculan tienen variación en la naturaleza y el volumen del fluido producido:
este puede ir de lechoso a blanco y de unas gotas hasta varios centímetros
cúbicos.
El orgasmo femenino quedó al
desnudo en estudios científicos, tras décadas como tabú
Pasó
a ser a objeto de investigaciones que buscan desmitificarlo y entender por qué
algunas mujeres lo experimentan con facilidad mientras que para otras es un
ilustre desconocido.
La
publicación New Scientist
recogió seis revelaciones científicas en sexualidad femenina
1.
La eyaculación femenina
No
son pocos los científicos que hoy aceptan que algunas mujeres pueden eyacular
algún tipo de líquido durante la excitación sexual o el orgasmo.
Ya
en 1950 Ernst Gräfenberg,
médico alemán que dio su nombre al punto G, llamó la atención sobre este
tema en un documento publicado en la Revista Internacional de Sexología.
En
1981 dos sexólogos estadounidenses, Beverly Whipple y John Perry, salieron al paso a otras declaraciones según las
cuales el mencionado líquido era orina y demostraron que este líquido tiene muy
bajos niveles de urea y creatinina -las dos
principales características químicas de la orina- y que se origina en un tejido
femenino conocido como glándulas de Skene, ubicadas
alrededor de la uretra (conducto de la orina).
Esta
es aproximadamente la misma superficie que el punto G, esa parte que
sobresale dentro de la vagina que es sensible a la
estimulación.
La
variación en la cantidad de este tejido explicaría por qué no todas las mujeres
lo tienen. Al igual que ocurre con el semen del hombre, las mujeres que se cree
que eyaculan tienen gran variación en la naturaleza y el volumen del fluido
producido: este puede ir de lechoso a blanco y de unas gotas hasta varios
centímetros cúbicos.
2.
El punto G sí existe
Se
trata de una pequeña región en la vagina que al
estimularse puede -según la creencia popular- producir orgasmos intensos.
El
término, acuñado por Gräfenberg en 1950, se refiere a
una zona de unos pocos centímetros dentro de la vagina,
adelante y arriba, es decir en las llamadas glándulas de Skene
(equivalente femenino de la próstata).
El
tejido que las rodea, lo que incluye parte del clítoris que llega hasta dentro
de la vagina, se hincha con sangre durante la
excitación sexual.
Como
no todo el mundo aceptaba su existencia, Emmanuele Jannini, de la Universidad de Aquila
(Italia), y su equipo decidieron buscar marcadores bioquímicos de la función
sexual en esta zona y encontraron la Fosfodiesterasa
5, una enzima que actúa sobre el óxido nítrico que provoca erecciones.
El viagra funciona al bloquear la Fosfodiesterasa
5. También se hicieron disecciones en cadáveres de mujeres y se encontró una
gran variación en la cantidad de este tejido, que va desde la falta de él hasta
tamaños palpables, lo que explicaría por qué en algunas mujeres puede ser
objeto de estimulación y en otras no.
Se
dice que los medicamentos erectores, como el Viagra,
actuarían en este punto hinchándolo y poniéndolo de manifiesto para su
estimulación.
Claro
que la presencia de esta estructura no siempre garantiza orgasmos y su ausencia
no significa que no puedan tenerse. Aún hay que investigar más.
3.
El cerebro se apaga durante el orgasmo
Un
estudio con escáner cerebral mostró que cuando la mujer tiene orgasmos su
cerebro no solo es por completo ocupado por el sexo sino que muchas de sus
áreas se desactivan, incluidas las que participan en la emoción.
De
hecho, dice Gert Holstege,
de la Universidad de Groningen (Países Bajos),
"en ese momento las mujeres no tienen sentimientos emocionales".
Otro
estudio demostró que cuando las mujeres son estimuladas, la actividad cerebral
se incrementa en el área sensorial del cerebro, pero cae en muchas zonas de
manera significativa como la amígdala y el hipocampo -zonas involucradas en la
vigilancia y la ansiedad- y la corteza prefrontal.
Los
hallazgos confirmarían la creencia de que las mujeres no pueden disfrutar del
sexo a menos que estén relajadas y libres de preocupaciones y
distracciones.
4.
Muchas no los tienen
Una
encuesta hecha hace diez años en Estados Unidos (divulgada en el Journal of the
American Medical Association)
encontró que cerca del 43 por ciento de las mujeres tiene algún problema con su
vida sexual.
Valga
decir que entre todos los trastornos sexuales, la libido baja es la que está
claramente vinculada a causas psicológicas o emocionales, como el estrés,
la fatiga y la depresión, especialmente entre las mujeres
jóvenes.
Que
el sexo implique factores físicos y sociológicos no es nada nuevo, pero hay que
reconocer que hoy existe demasiada presión sobre la mujer, y aunque la ciencia
médica busca fármacos para ayudarle a aumentar el deseo y mejorar sus
respuestas físicas, es importante hallar la forma de que controle su propia
sexualidad.
"No
estamos diciendo que los orgasmos son necesarios para que una mujer sea una
mujer de verdad o para que tenga cierta calidad de vida -explica Laura Berman, terapeuta sexual de la Universidad de California-,
lo que decimos es que toda mujer tiene derecho a un orgasmo, si ella lo
quiere".
5.Los genes afectan la
frecuencia
De
acuerdo con el primer estudio genético del orgasmo femenino, hasta el 45
por ciento de la variación en la capacidad de la mujer para tener orgasmos se
debería a los genes.
En
otras palabras, existe una base biológica subyacente a la capacidad de una
mujer para alcanzar el orgasmo.
Las
bases anatómicas, fisiológicas o psicológicas siguen siendo inciertas, dice Tim Spector, del hospital San
Thomas de Londres (Reino Unido), que llevó a cabo el estudio.
"Es
decir que no es puramente cultural o debido a la presión social o a diferencias
en la educación o la religión; hay grandes diferencias entre las mujeres y
muchas de estas diferencias se deben a los genes", dice Spector en un informe publicado en Cartas de
Biología.
6.
La tecnología puede ayudar
Stuart Meloy,
especialista en cirugía y dolor, consultor en Winston-Salem, Carolina del Norte, tuvo la idea de crear un
dispositivo para la producción de orgasmos mientras llevaba a cabo un
procedimiento para el alivio del dolor en una operación de columna vertebral de
una mujer.
"Estábamos
implantando unos electrodos en la columna y usando impulsos eléctricos para
modificar la señales de dolor que pasan a lo largo de los nervios para
encontrar la mejor posición de los electrodos, cuando de repente la paciente
comenzó a exclamar enfáticamente (...) Le pregunté qué era y me dijo: 'Vas a
tener que enseñarle a mi marido a hacer eso' ".
Meloy espera comenzar los
ensayos clínicos con el dispositivo (que ya recibió el nombre de 'orgasmatron') a fines de este año. Cree que ayudaría
a las parejas a superar las dificultades causadas por la disfunción orgásmica.
Testimonio
de una colombiana anorgásmica
Sandra,
licenciada en literatura, 32 años
Empecé
a percatarme de mi anorgasmia cuando mis amigas
contaban sus experiencias y todas describían sensaciones que jamás he sentido.
En
una ocasión, una de ellas me dejó en el escritorio un artículo sobre la anorgasmia y me sentí plenamente identificada con lo
que allí decía. Ella me insistía en qué debía hacer algo, pero prácticamente
hice caso omiso.
Al
principio no le di demasiada importancia pues sentía tranquilidad al ver que a
muchas mujeres, como a mí, les ha pasado o les pasa y que aparentemente es
fácil de resolver o creí que así era; pero recientemente he comenzado a pensar
que me estoy perdiendo de algo interesante y que no lo puedo resolver yo sola,
aunque no es un tema obsesivo para mí alcanzar el orgasmo.
Realmente
no he hecho nada para remediar esta situación. No he consultado a ningún
experto, a veces me da pena hacer una cita exclusivamente para contar esto y
tal vez por eso pospongo el tema.
No
me siento afectada emocionalmente, solo que me pregunto a mí misma qué es lo
que me pasa, si es netamente psicológico y debo poner más de mi parte, o se
trata de mi pareja.
Mi
pareja actual, con la que llevo siete años, no lo ha tomado ni bien ni mal; sin
embargo, en una ocasión me preguntó por qué yo no reaccionaba a un estímulo
como lo hacían otras mujeres con las que él había estado y me sugirió consultar
con un médico, pues le gustaría que sintiera un orgasmo, no solo por mí sino
por complacerlo a él.
De
hecho, en algunas ocasiones, me pregunta qué es lo que siento y cómo lo siento
pero al final, nada... No he probado ningún método o tratamiento especial, solo
estímulos específicos que, en teoría, deberían provocar un orgasmo, pero
tampoco.
No
estoy resignada pero soy consciente que no he hecho mucho por superar esta
situación; me interesa hacerlo y reconozco que debo buscar ayuda en este
sentido.
Sigo
sosteniendo mis relaciones sexuales, pero he notado que a veces no le doy la
suficiente importancia a mi vida sexual pues me concentro en mis hijos y en mi
trabajo, sé que no está bien, pues una relación de pareja se cimienta en parte
en una buena vida sexual... para mi el sexo es una forma de comunicar afecto y
cariño por el otro, de sentir placer físico y emocional, de relajarse
FUENTE : New
Scientist
REDACCIÓN SALUD