46 niños están en la lista de espera para recibir un trasplante de órgano

Juan Gonzalo López, coordinador de la Red Nacional de Donación de Órganos y Trasplantes afirma que en el país no existe un banco de órganos y esperar una donación puede tardar varios años.

Sin embargo, aclara que podrían ser muchos más los niños en esa situación, pero que por ahora, gracias a los tratamientos que reciben, no han ingresado a la lista de espera.

Riñones, hígados y corazones son los órganos que más se necesitan.

Aunque no hay registros de niños que hayan muerto esperando un trasplante, es normal que las enfermedades se compliquen y que los pequeños corran el riesgo de morir.

Encontrar donantes es la tarea más complicada, sobre todo en el caso de los niños, pues un órgano de un adulto solo en muy pocos casos puede ser adaptado al cuerpo de un pequeño, explica López.

Y abordar a una familia que tiene, por ejemplo, a un niño con muerte cerebral, para convencerla de que autorice el rescate de sus órganos ya que la muerte es inevitable, es una labor pocas veces exitosa.

En promedio, solo cada mes se logra que dos familias con niños al borde de la muerte autoricen ese procedimiento.

La negativa a realizar la donación por parte de los familiares de menores que podrían ser donantes asciende al 70 por ciento. En el caso de los adultos es del 42 por ciento.

722 personas, entre ellas los 46 niños, están en lista de espera para recibir un trasplante. Cada donante puede salvar la vida de 55 personas, en promedio.

Se agota el corazón de María Alejandra

El pequeño corazón de María Alejandra ha aguantado mucho, pero necesita un reemplazo con urgencia. Lleva tres cirugías a corazón abierto, en las que le han instalado tres marcapasos diferentes.

La niña nació el 19 de abril del 2003 sin ninguna complicación aparente. Pero a los 4 meses le descubrieron un soplo. Desde entonces, comenzó el calvario para ella y para sus padres, Aridis Esalas y Luis Manuel Guerrero, quienes tuvieron que renunciar a su trabajo como 'agregados' de una finca en San Onofre (Sucre) para trasladarse a Bucaramanga, donde atienden a su pequeña. Al poco tiempo se quedaron sin dinero y si tenían suerte comían una vez al día.

Allí, Luis Manuel consiguió un empleo como obrero en la Fundación Cardiovascular de Colombia, donde María Alejandra permanece en lista de espera, desde hace seis meses, para recibir su trasplante.
Con el dinero que el padre recibe a cambio de su trabajo tiene que sostener a su esposa en una ciudad que no terminan de conocer y a otros cinco hijos que él tiene en San Onofre, con su primera compañera.

En su inocencia, María Alejandra sonríe casi todo el tiempo y juega con sus muñecas. Eso sí, cuando su corazón se agita, se pone morada y respira difícil. Entonces, ya no quiere sonreírles ni a sus papás ni a los médicos ni a las enfermeras que la cuidan y la consienten. Solo quiere llorar.

"Si supiera que hay un posible donante, me iría hasta donde fuera y me postraría a los pies de sus familiares para que le donen el corazón a mi niña", dice Aridis, su madre, entre sollozos.

Y asegura que si ella pudiera darle su corazón, lo haría sin ningún problema. "Yo ya he vivido lo suficiente. Ella es una niña de apenas 4 años que ha crecido en los hospitales".

Por mitos, en Colombia escasean los donantes

Religioso. Algunos tienen la creencia religiosa de que el cuerpo hay que enterrarlo completo.

Desconocimiento. La mayor parte de la población ignora que existen pacientes cuya vida depende de un órgano.

Inseguridad. Las familias suelen desconocer la voluntad de sus seres queridos (que muchas veces serían donantes voluntarios) y en el momento de la pérdida prefieren decir que no a la donación.

Tráfico de órganos. En Internet circulan correos sobre supuestos casos de tráfico de órganos. En el país no hay registros al respecto.

Información. Muchos no saben a dónde acudir en estos casos.

A falta de riñones, diálisis cada tres días

Amaneció y Karen tenía los ojos hinchados. Su madre, Yarledy López, la llevó a un centro de salud en Madrid (Cundinamarca), donde vivían. Allí le formularon gotas para lo que consideraron una infección ocular.

Pero los ojos no se le deshinchaban y la niña empezó a tener problemas para orinar. "Solo hacía goticas", recuerda Karen, de 11 años.

Durante un año, afirma su madre, le trataron la enfermedad de manera ambulatoria. Y solo cuando se complicó la remitieron al Hospital Cardiovascular de Soacha, donde le diagnosticaron la insuficiencia renal que padece desde que tiene 6 años.

Desde esa época, Karen es sometida a diálisis (procedimiento mecánico para limpiar la sangre) cada tres días.

Los mareos y vómitos (tres o más al día), no poder orinar, tomarse 27 medicamentos diariamente y privarse de comer ese pescado que tanto le gusta (no puede consumir potasio) son algunas de las consecuencias de su mal. También, es hipertensa.

Y tampoco ha podido volver a estudiar. Se quedó en tercero de primaria. "Cuando vivíamos en Altos de Cazucá, la niña iba a la escuela. Pero allá no tenía agua para tomarse las pastillas y, menos, para recuperar la que perdía por la diarrea", explica su madre, que para entonces vivía con sus tres hijos (incluida Karen) en un rancho de piso de tierra sin servicios públicos.

"Solo tenía papa para darles a mis hijos, y Karen no puede comer papa. Pero le daba eso o se moría de hambre. Cada vez que mi niña probaba un pedazo, le rogaba a Dios que le quitara el potasio", recuerda la mujer, que por los estrictos cuidados de Karen no puede trabajar.

Hace dos años, ella y su hija encontraron un 'ángel de la guarda': Ruth Villalba, directora de la fundación Fundiamor, quien las rescató de la miseria en la que vivían.

El caso de Karen es atendido en el hospital San Ignacio, de Bogotá, donde hace dos meses la incluyeron en lista de espera para que reciba el trasplante de riñón, necesario para que lleve una vida normal. Pero le descubrieron una gastritis y ahora debe curarse de ese mal para volver a la lista.

Yirson espera un hígado para seguir con vida

"Ojalá que para cuando usted publique su artículo, no sea demasiado tarde. Mi niño necesita un hígado urgentemente", dice Yenci Ivargüen al hablar sobre la dramática situación que atraviesa su hijo Yirson, de apenas año y medio.

Al nacer, cuando la criatura abrió los ojos, Yenci descubrió que su mirada era amarilla, y a veces, verde.

Lo llevó a donde varios médicos particulares, y al hospital de Novita (Chocó), donde vivía entonces con su esposo y otro hijo más grandecito.

Y lo único que le decían, asegura ella, era que lo pusiera al sol para que sus ojos cambiaran de color.

Pasaron cuatro meses y no mejoraba. No aumentaba de peso, pero su abdomen crecía día a día. Lo llevó al hospital de Quibdó y de allí lo remitieron al hospital San Vicente de Paúl, en Medellín, donde actualmente es atendido.

Según su historia clínica, el niño tiene una malformación de los conductos biliares y cirrosis. Su hígado está completamente dañado.

Yenci y su esposo tuvieron que cerrar un humilde restaurante del que vivían en su pueblo, en el Chocó, y se trasladaron con sus pocos ahorros para Medellín.

El papá del niño se capacitó para ser vigilante, pero no consigue empleo. Se sostienen con un subsidio mensual que les da la Asociación Nacional de Trasplantados.

"Hemos tenido que aguantar hambre. Pero las necesidades no son tan grandes como el dolor de ver que mi niño no se mejora, y que el donante no aparece", cuenta al explicar que su hijo es el primero en una lista de espera de ocho niños que en ese hospital de Medellín requieren un trasplante de hígado. Desde septiembre pasado espera su turno. El menor ya aprendió a caminar, pero sus pasos son torpes debido a la inmensa barriga que tiene, y siente escozor todo el tiempo por problemas de circulación.

Pesa apenas 9 kilos. No habla. Solo se queja. Un nuevo hígado podría salvarlo.

Todos pueden ser donantes

Infórmese en la línea gratuita 018000113400 y en las páginas: www.ins.gov.co - www. hayvidadespuesdelavida.com.
Cualquier mayor de edad puede autorizar para que, en el caso de muerte encefálica y bajo certificación médica, le rescaten sus órganos vitales. Solo debe socializar el tema con su familia para que estén enterados.

JOSÉ ALBERTO MOJICA P.
REDACCIÓN VIDA DE HOY
FUENTE: RED NAL. DE DONACIÓN DE ÓRGANOS