Si se 'embejuca', su hijo le obedece menos/ Le tengo el remedio

Carlos F. Fernández, asesor médico de EL TIEMPO.

Hace unos días una madre que dice estar desesperada con su hijo de 6 años me escribió lo siguiente: "No me hace caso; le hablo una, dos, tres veces y sigue igual; termino gritándolo y amenazo con pegarle. Él termina llorando y sin obedecer lo que le he indicado. ¿Qué hago?". Como presumo que debe estar al borde de despescuezar al muchachito, ojalá antes de que eso ocurra alcance a leer estos consejos.

No grite. Pídale las cosas con calma, sin levantar la voz y diciendo su nombre: "Andrés ¿por favor me alcanzas ese libro? Así lo respeta y le enseña a actuar de la misma forma. Ah, si está muy rabiosa deje que otro dé la orden. Tranquila.
Mírelo. Cuando dé una orden mírelo a los ojos y pídale que la mire. El contacto visual ayuda a que no la ignore, además involucra al niño con lo que le está pidiendo. Si usted grita desde el otro lado de la casa lo más seguro es que la orden se quede por el camino. Repita. Revise si el querubín entendió la orden. Una buena forma es pidiéndole que repita lo que le solicitó: "Simón, ve al baño y luego lávate las manos antes de acostarte. ¿Qué debes hacer antes de acostarte?". Así, sencillito.
Concrete. Olvídese de ordenar conceptos como "sé juicioso, pórtate bien", porque no dicen nada. Hable claro, diga: "No te tires al piso", "escúchame sin interrumpirme". Mejor dicho, en frases cortas pida lo que quiere.
Cumpla. Sea consecuente con las promesas y las amenazas. Si dice: "Felipe, si no guardas tus juguetes te apago el televisor", y Felipito no hace caso, el televisor se apaga sin discusión. Eso sí, acostúmbrese a dar órdenes positivas: "Si guardas los juguetes puedes ver televisión". Entonces, si Felipito lo hace, así se acabe el mundo déjelo ver televisión. Punto.
No desautorice. Si el nene detecta que lo que ordena papito, mamita lo cambia o viceversa, pues sabrá manipular la situación y la criaturita la montará a su favor. Pónganse de acuerdo antes de
dar la orden y no se contradigan delante de él. Ah, por nada del mundo involucren al chiquitín en su discusiones de adultos.
Por último. Motive y elogie a su hijo cuando haga algo bien. Por nada del mundo lo golpee. Antes de que caiga en eso busque ayuda de un profesional, no para mejorar la obediencia del niño sino su intolerancia. Recuerde: no hay crianza sin peleas. Paciencia.