Tener metas desde la infancia forma adultos seguros y con
un proyecto de vida sólido
02 Ene
Al finalizar un año es
casi inevitable hacer un balance de todo lo que ocurrió, lo que se hizo y se
dejó de hacer. Este tipo de reflexiones, propias de los adultos, también
resultan muy benéficas para los niños, pues gracias a ellas es posible elaborar
planes y proyectos a nivel personal y familiar.
“La forma más fácil de enseñarles a los niños a hacer su
lista de propósitos es por medio del ejemplo. También, permitiéndoles en
principio participar de las intenciones de los padres o de la familia”, dice la
sicóloga infantil María Isabel Guerrero.
Por supuesto, es necesario explicarles que estos
propósitos de año nuevo son una lista de intenciones donde se pretende borrar
esa parte de nosotros mismos que no nos agrada y hacer los cambios pertinentes.
De igual manera, son útiles en la elaboración de planes y proyectos para realizar
en el plazo de los 365 días venideros.
¿Cómo hacerlo?
La especialista recomienda que la lista se haga en
conjunto con los niños, a través de juegos, frases cortas o de dibujos que
representen y le permitan recordar el objetivo que se está trazando.
“Por lo general, se involucra un cambio en los hábitos;
es decir, en la forma como desde ese momento en adelante se van a empezar a
hacer las cosas –comenta Guerrero–. Por eso, con los niños es muy importante
que se elabore la lista y que se deje un recordatorio de la misma para ir
evaluando los cambios a lo largo del año”.
En ese sentido, resulta muy valioso guiarlos en la
elaboración de sus propósitos, pues mediante ellos es posible corregir algunas
de sus fallas o hacer que se comprometan en la realización de una actividad
específica.
El hecho mismo de tener metas claras es la base de que la
motivación para la vida se mantenga en alto.
“Esto resulta muy importante puesto que los seres humanos nos diferenciamos de
las otras especies por el deseo, por las ganas de hacer, de ser o de sentir;
así que cuando les enseñamos a nuestros niños a proyectar metas les estamos
facilitando la creación de su proyecto de vida”, afirma la sicóloga.
Tener claro lo que se quiere lograr hace que sea más
fácil poder conseguirlo, pues cuando hay una meta en mente, es necesario pensar
en el camino que se debe realizar, buscar la mejor manera de recorrerlo y tener
presente que habrá dificultades que será necesario sortear a lo largo de él.
Otros beneficios
Tener objetivos que cumplir hace que los niños deban
modificar algunos comportamientos para lograrlas, lo cual es básico en la
construcción de su proyecto de vida.
Por eso, los pequeños que aprenden a desear tienen
paciencia y saben darse ciertos tiempos de espera apropiados para que las cosas
les lleguen, serán adultos más tranquilos, que tendrán metas claras y que no
dejarán de perseguir sus propósitos hasta alcanzarlos.
En ese sentido, la especialista agrega que “es
fundamental escuchar las intenciones de los pequeños, con el fin de darles un
principio de realidad, puesto que en la infancia, la imaginación puede volar”.
Es decir, si el propósito del niño es realizar su deseo
de volar en el año nuevo, lo más lógico es que los padres lo aterricen y le
recuerden que él nunca podrá volar por sus propios medios, pero que sí sería
posible que perfeccionara su forma de montar en bicicleta o de nadar.
Una actividad para
realizar en familia
Una excelente idea para la noche de año nuevo sería compartir los propósitos
del núcleo familiar y escribirlos, luego guardarlos en una cajita y así el
siguiente año nuevo verificar cuáles de los propósitos se cumplieron o en
cuáles se debe poner más empeño.