36 a 48 meses | Desarrollo

Tener metas desde la infancia forma adultos seguros y con un proyecto de vida sólido

02 Ene

Al finalizar un año es casi inevitable hacer un balance de todo lo que ocurrió, lo que se hizo y se dejó de hacer. Este tipo de reflexiones, propias de los adultos, también resultan muy benéficas para los niños, pues gracias a ellas es posible elaborar planes y proyectos a nivel personal y familiar.

“La forma más fácil de enseñarles a los niños a hacer su lista de propósitos es por medio del ejemplo. También, permitiéndoles en principio participar de las intenciones de los padres o de la familia”, dice la sicóloga infantil María Isabel Guerrero.

Por supuesto, es necesario explicarles que estos propósitos de año nuevo son una lista de intenciones donde se pretende borrar esa parte de nosotros mismos que no nos agrada y hacer los cambios pertinentes. De igual manera, son útiles en la elaboración de planes y proyectos para realizar en el plazo de los 365 días venideros.

¿Cómo hacerlo?
La especialista recomienda que la lista se haga en conjunto con los niños, a través de juegos, frases cortas o de dibujos que representen y le permitan recordar el objetivo que se está trazando.

“Por lo general, se involucra un cambio en los hábitos; es decir, en la forma como desde ese momento en adelante se van a empezar a hacer las cosas –comenta Guerrero–. Por eso, con los niños es muy importante que se elabore la lista y que se deje un recordatorio de la misma para ir evaluando los cambios a lo largo del año”.

En ese sentido, resulta muy valioso guiarlos en la elaboración de sus propósitos, pues mediante ellos es posible corregir algunas de sus fallas o hacer que se comprometan en la realización de una actividad específica.

El hecho mismo de tener metas claras es la base de que la motivación para la vida se mantenga en alto.
“Esto resulta muy importante puesto que los seres humanos nos diferenciamos de las otras especies por el deseo, por las ganas de hacer, de ser o de sentir; así que cuando les enseñamos a nuestros niños a proyectar metas les estamos facilitando la creación de su proyecto de vida”, afirma la sicóloga.

Tener claro lo que se quiere lograr hace que sea más fácil poder conseguirlo, pues cuando hay una meta en mente, es necesario pensar en el camino que se debe realizar, buscar la mejor manera de recorrerlo y tener presente que habrá dificultades que será necesario sortear a lo largo de él.

Otros beneficios
Tener objetivos que cumplir hace que los niños deban modificar algunos comportamientos para lograrlas, lo cual es básico en la construcción de su proyecto de vida.

Por eso, los pequeños que aprenden a desear tienen paciencia y saben darse ciertos tiempos de espera apropiados para que las cosas les lleguen, serán adultos más tranquilos, que tendrán metas claras y que no dejarán de perseguir sus propósitos hasta alcanzarlos.

En ese sentido, la especialista agrega que “es fundamental escuchar las intenciones de los pequeños, con el fin de darles un principio de realidad, puesto que en la infancia, la imaginación puede volar”.

Es decir, si el propósito del niño es realizar su deseo de volar en el año nuevo, lo más lógico es que los padres lo aterricen y le recuerden que él nunca podrá volar por sus propios medios, pero que sí sería posible que perfeccionara su forma de montar en bicicleta o de nadar.

Una actividad para realizar en familia
Una excelente idea para la noche de año nuevo sería compartir los propósitos del núcleo familiar y escribirlos, luego guardarlos en una cajita y así el siguiente año nuevo verificar cuáles de los propósitos se cumplieron o en cuáles se debe poner más empeño.