Según Onusida, Hay 2.074 Menores Contagiados Niños Con Vih Se Enfrentan A La Vida

JOSÉ ALBERTO MOJICA REDACCIÓN VIDA DE HOY Laura no sólo escaló una roca de 10 metros de alto. También pudo volar.

Estaba cerca de la cima cuando sus pequeñas manos se zafaron y quedó suspendida en el aire, con la cuerda y el arnés sujetados a su cintura, durante varios segundos. Sintió susto, pero decidió gozarse el momento.

No alcanzó a cumplir con la tarea de dejar, en la cima, un papelito con los tres más grandes deseos que quiere cumplir en su vida. Le faltaron unos pocos metros, pero para ella fue una gran hazaña.

No se siente mal por haberse quedado con sus anhelos plasmados en un papel arrugado dentro de su chaqueta. “Los tengo acá”, dice y se lleva la mano derecha al corazón.

-¿Y cuáles eran tus deseos? -Los deseos no se cuentan, porque no se cumplen- contesta.

Laura tiene 14 años y reconoce sin problema que tiene sida. Es de Manizales y participó en el ‘Primer encuentro nacional de niños, adolescentes y jóvenes que viven con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH)- sida’, que terminó el pasado viernes en Suesca (Cundinamarca).

Ella y los 119 niños que hicieron parte del evento, provenientes de todo el país, treparon las gigantescas rocas de esta población -famosas por la práctica del montañismo-, como un símbolo de superación.

También hablaron de la discriminación que han sufrido por su diagnóstico –a Laura la rechazaron en varios colegios y en una academia de baile– y sobre los tratamientos que deben seguir para que no se les bajen las defensas.

Al caer la noche, alrededor de una fogata que sirvió para menguar el frío despiadado que hacía a esa hora en Suesca, se comprometieron con una meta en común: no dejarse ganar de la enfermedad.

"Ellos heredaron el virus de sus padres. No tuvieron la oportunidad de protegerse ni recibieron información, y ahora deben cargar una dura enfermedad toda la vida", sostiene Gloria Villegas, la madre adoptiva de Laura, quien hace ocho años creó una fundación en honor de su hija. Allí ayuda a un grupo de niños que padecen el mismo mal, en la capital de Caldas.

Jorge Cerón, director ejecutivo de Fundamor -entidad que organizó la actividad-, explica que llevaron a estos niños y jóvenes a escalar para que superen los miedos y comprendan que la vida consiste en una lucha diaria que tiene riesgos y desafíos. Que nada es fácil, sobre todo para ellos.

Él, que empezó su obra cuando el VIH-sida era considerado una maldición y a los pacientes los mandaban a sus casas a morirse -hace más de 15 años-, estima que el 85 por ciento de los padres de estos niños ya murieron, víctimas de este mal. El porcentaje restante se lo distribuyen aquellos que fueron abandonados y viven en fundaciones, y los demás, aún tienen a sus padres o a un pariente responsable de su cuidado.

No obstante, Cerón reconoce que, aunque el mal se ha hecho más llevadero (Onusida estableció que no es una enfermedad mortal sino crónica), hoy las expectativas de vida para estos niños es mayor, debido a los avances médicos (véase recuadro).

Los datos más recientes de Onusida indican que en Colombia se han reportado 2.074 casos de menores de edad infectados con el virus. Sin embargo, esa cifra podría multiplicarse, debido al alto subregistro. En el país, el registro de casos positivos asciende a los 170 mil. ' “Yo de mi sida no me voy a morir”, agrega Laura, y añade que ella no quiere ser una niña invisible. “La gente tiene que dejar de ser tan gallina. Esto no se contagia así de fácil. Nosotros tenemos derechos y no nos pueden seguir escondiendo”, sostiene la menor, que sueña con ser actriz.

También desea ser madre, pero no concebiría hijos. Los adoptaría. “Si me embarazo le pegaría el virus al bebé, y esta vida es muy dura”.