Si el niño moja la cama, tenga calma; es prevenible, curable y puede solucionarse con rapidez

 

La Asociación Internacional de Pediatría calcula que entre el 15 y el 20 por ciento de los niños de cinco años y el 7 por ciento de los niños de más de 10 años, sufre del problema.

 

 

Existen causas puramente orgánicas, y no psicológicas, que determinan la pérdida involuntaria de la orina durante la noche.

 

La enuresis en edades superiores a los 15 años solo se da en un 1 por ciento de los casos en causas no médicas. Es decir, cuando no existen problemas orgánicos determinantes de la pérdida involuntaria de orina, un problema que también afecta a los adultos, aunque en menor medida.

 

A partir de los cinco años un elevado porcentaje de niños enuréticos pierden la incontinencia de forma espontánea, mientras que otros no lo logran hasta la adolescencia.

 

Ni diagnosticados ni tratados

 

Una dificultad añadida a la que se enfrentan los especialistas en la materia radica en que casi las tres cuartas partes de los niños enuréticos no están diagnosticados ni tratados.

 

Juan Carlos Ruiz de la Roja, del servicio de Urología del Hospital Universitario Santa Cristina de Madrid (España), cree que se tarda mucho en consultar al médico, "habitualmente por vergüenza a reconocer dicha situación y también influye la idea de que no hay tratamiento, lo que es erróneo".

 

Para diagnosticar la enuresis, según manifestó Venancio Martínez, miembro de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria, tiene que existir una emisión de orina de características normales en un momento o lugar inapropiados, con una frecuencia de dos o más episodios al mes.

 

Sentimientos de vergüenza La falta de información, el desconocimiento de la existencia de la enfermedad, junto a sentimientos de vergüenza por parte de los padres y el afán de no darle importancia, hacen que la enuresis siga siendo una patología tabú en nuestros días.

 

Por otra parte, la psicología ha determinado, con estadísticas comparativas, que muchos niños que han sufrido abusos se convierten después en enuréticos nocturnos.

 

El niño que ha sido objeto aberrante de deseo o testigo de cómo su padre maltrataba a su mamá, o bien ha sido golpeado por sus progenitores en su más tierna infancia, es firme candidato a orinarse en la cama mientras duerme, de acuerdo con un estudio elaborados por profesores titulares de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia (España).

 

Efe REPORTAJES