La obesidad en Colombia ha sido declarada una enfermedad crónica de salud
pública por cuenta de una ley aprobada la semana pasada por el Congreso de la República.
Si bien la norma, que solo espera la sanción del presidente Álvaro Uribe, es
de aplicación general, impacta directamente en los colombianos con sobrepeso,
que son el 46 por ciento de la población (el 14 por ciento de ellos obesos),
según la Encuesta Nacional de Situación Nutricional del 2005.
Elevar una enfermedad a la condición de problema de salud pública implica
que no solo el sistema de salud priorice su prevención, atención, tratamiento y
rehabilitación, sino que otras entidades del Estado pongan su parte para lograr
su control.
Esa es la razón por la cual los ministerios de Cultura, Protección Social,
Educación, Transporte, Agricultura y Ambiente, así como Coldeportes,
Bienestar Familiar y Planeación, quedan obligados por la nueva ley a promover
políticas de seguridad alimentaria, de actividad
física, de comunicación y de creación de ambientes saludables.
Básicamente, el proyecto establece que se debe generar entre la población el
hábito de alimentarse de manera balanceada.
Y para ello, conmina a los colegios a garantizar la disponibilidad de frutas
y verduras para los estudiantes y la adopción de programas de educación alimentaria, acordes con una guía que para tal fin deberán
elaborar el Ministerio de la Protección Social y Bienestar Familiar.
Pero el texto no solo se queda en el tema alimenticio. Plantea el incremento
de la cantidad y calidad de las clases de educación física, que han ido
desapareciendo de los colegios del país.
Estas medidas serán extensivas a sitios de trabajo, pues se propone la
implantación de un calendario de “pausas saludables” para los empleados.
Pese a que la ley –de autoría del representante Venus Albeiro
Silva y que tuvo como principal ponente a la senadora Dilian
Francisca Toro– pasó sin grandes tropiezos, varios aspectos de su contenido
generaron polémica durante las discusiones, casi todos relacionados con la
producción, la publicidad y la venta de alimentos procesados.
Entre ellos se cuenta el de las llamadas grasas trans
o hidrogenadas (sobre todo usadas industrialmente en repostería), y las
saturadas (provenientes de los animales). La ley fijó un plazo de seis meses
para que la cartera de Protección Social y el Invima
definan los límites y las características de los contenidos de dichas grasas.
El proyecto también contempla que las etiquetas de los productos
alimentarios deberán ser explícitas en cuanto a contenidos nutricionales y
calóricos.
Al Invima lo conmina a crear una sala
especializada para regular la publicidad de alimentos y bebidas, con el fin de
proteger la salud de los usuarios, especialmente de los niños.
En el caso de los entes territoriales, la iniciativa señala que deberán
llevar a cabo acciones que garanticen las formas de transporte activo, como las
ciclovías y las rutas peatonales.
Para la senadora Dilian Francisca Toro, esta ley
es vital para la salud de los colombianos. “El problema radica en que tenemos
la desnutrición de un país subdesarrollado, pero con los problemas de obesidad
de un país desarrollado”, dijo.
¿Qué dicen? La rectora del Gimnasio Vermont,
Raquel Rojas, dijo que hay planteles educativos que desde hace tiempo están
dando una dieta nutritiva y balanceada, pero que indudablemente el nivel
socioeconómico del colegio será factor por tener en cuenta en el desarrollo de
esta ley.
Por su parte Norman Correa, presidente de la Asociación Colombiana de P equeños Industriales (Acopi),
afirmó que hay algunos puntos que para un pequeño productor son muy difíciles
de cumplir y los pondría en situación desventajosa frente a las grandes empresas.
Por ejemplo, para una famiempresa el solo hecho de
tener que modificar su empaque le genera líos financieros.
Mientras tanto, el gerente de Dunkin’Donuts,
Fernando Jiménez, dijo que todo lo que sea salud es muy importante pero aclaró
que en últimas la decisión de qué comer o beber la toman las personas.
6.
millones los colombianos que, según la Encuesta
Nacional de Situación Nutricional (Ensin) 2005,
tienen problemas relacionados con la obesidad.
.
El problema radica en que tenemos la desnutrición de un país
subdesarrollado, pero con los problemas de obesidad que tiene un país
desarrollado. Mejor dicho, tenemos a muchos niños obesos, pero con
desnutrición”.
Dilian Francisca Toro, ponente del proyecto en
Senado.
40,8 por ciento de los hogares carece de la capacidad de garantizar una
seguridad alimentaria para sus miembros.
42,9 porcentaje de jóvenes entre 12 y 17 años que no hace ejercicio en su
tiempo libre, según la En- cuesta Nacional de Salud 2007.
Cómo es la situación en otras partes del mundo La Comisión Europea, el poder
ejecutivo de la UE, tiene listo un programa para suministrar frutas y vegetales
a las escuelas. El objetivo facilitar a los niños un comienzo saludable en la
vida. Se pondrá en marcha a comienzos del año escolar 2009/2010 con un
presupuesto anual de 90 millones de euros para subsidiar la compra de frutas y
verduras frescas.
En Brasil, los 1.035 colegios públicos de Río de Janeiro han vetado la
comida ‘chatarra’, y elaborado un programa de almuerzos basado en los antiguos
fríjoles y verdura.
En Suecia son ilegales los anuncios en televisión para niños menores de 12
años en los que se promueve alimentación con alto nivel de procesamiento y
componente graso.
En Estados Unidos la obesidad en los niños puede llegar hasta el 20 por
ciento, una cifra alarmante.
El 66 por ciento de los adultos en esa nación sufre de sobrepeso.
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Actividad física, la estrategia que transforma a los niños
.
A través del programa Muévete Escolar, liderado por el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD), diferentes
colegios de Bogotá han encontrado beneficios para sus alumnos al promover la
actividad física.
Esta iniciativa se traduce en una mayor concentración, mejor rendimiento
académico y bienestar de los niños. Si bien, se encontró que los colegios hacen
por lo menos dos horas a la semana de ejercicios físicos, lo cual está por
debajo de lo requerido, algunos han ido más allá y han implementado estrategias
con buenos resultados, que incluyen un plan alimentario.
Un caso es el del Colegio Julio Garavito Armero,
que ha logrado disminuir los niveles de agresividad y mejorar la calidad de
vida de sus estudiantes con una hora semanal de aeróbicos y otras dinámicas.
Así mismo, la institución promueve una alimentación sana. “Les decimos qué
pueden comer y a qué hora. Esto lo hacemos con ayuda de un convenio con el
Hospital del Sur, donde un nutricionista nos asesora sobre los alimentos para
los niños”, asegura Patricia Sánchez, docente del plantel.
Al igual que este colegio, muchos otros centros educativos de la capital han
implementado la estrategia con el fin de sensibilizar a la comunidad educativa
frente a la importancia del movimiento.
Ahora, la idea es trabajar con grupos focales y proponer la creación de la
Red Muévete Escolar. A mediados de agosto se iniciará una jornada de
capacitación para que se unan más colegios al proyecto.
“La idea es que los niños realicen actividad física todo el año, en la que
incluyan caminatas o salgan a montar bicicleta”, dice Rocío Gámez,
coordinadora de Muévete Escolar del IDRD.