Dormir mal, como fumar, es perjudicial para la salud. Sus efectos no solo
pasan por la reducción del estado de alerta, la somnolencia diurna y las alteraciones
en el estado de ánimo. También aumenta el riesgo de sufrir problemas cardiacos,
causa envejecimiento prematuro e incluso induce al cerebro a producir menos
células nuevas, de acuerdo con investigadores de la Universidad de Princeton (Estados Unidos).
La influencia de los trastornos de sueño en el estado de salud de las
personas es de tal tamaño, que distintos estudios han encontrado una estrecha
asociación con otras enfermedades, como la depresión y la ansiedad, "al
punto que es difícil establecer si fueron estos males los que desencadenaron el
insomnio o si, por el contrario, fue el insomnio el factor desencadente
o exacerbante de esos problemas", asegura
Franklin Escobar Córdoba, profesor de psiquiatría de la Universidad Nacional.
Lo preocupante es que el insomnio, en distintos grados, se está convirtiendo
en un motivo cada vez más frecuente de consulta.
De acuerdo con el doctor Escobar, presidente de la Fundación Sueño Vigilia
Colombiana, "la prevalencia de insomnio a lo
largo de la vida es aterradora: el 25 por ciento de los colombianos lo sufre y
alrededor del 10 por ciento presenta un tipo grave de esta alteración, que
requeriría una valoración en un centro de sueño por un médico somnólogo".
El estimado colombiano se acerca a la cifra aportada por la Academia
Americana de Psiquiatría, según la cual un tercio de la humanidad tiene
problemas para dormir bien.
La Fundación Nacional de Sueño de Estados Unidos calcula, de hecho, que el
20 por ciento de los ciudadanos de ese país duerme menos de seis horas cada
noche. Los afortunados que duermen ocho horas o más se redujo del 38 por ciento
de hace ocho años a un 28 por ciento hoy en día.
¿Qué es y por qué ocurre? El insomnio no solo se define como la incapacidad
para conciliar el sueño o para mantenerlo; también como la mala calidad en el
dormir o el tiempo escaso dedicado a esta actividad.
Aunque la gente tiende a darle poca importancia, lo cierto es que la falta
de sueño se refleja al día siguiente en una jornada diurna pésima:
irritabilidad o mal genio, dolor de cabeza, problemas gastrointestinales y
dificultad para concentrarse y recordar cosas sencillas, son algunas de las
consecuencias que deja una mala noche.
Los llamados insomnios transitorios o de corta duración suelen estar
producidos por diversas circunstancias ambientales o situaciones de estrés,
como presentarse a exámenes, ser hospitalizado, perder a un ser querido,
recuperarse tras una operación, sentir dolor, tener problemas laborales,
trabajar en turnos, usar fármacos o sustancias estimulantes y cambiar de casa o
de horario.
HIGIENE PARA.
UN BUEN SUEÑO.
Intente acostarse y levantarse siempre a la misma hora.
Invierta las últimas horas del día en actividades placenteras que lo
relajen.
No haga ejercicio por lo menos cuatro horas antes de acostarse, ya que el
cuerpo se pone en actividad.
Evite el consumo de estimulantes como café, té o gaseosas oscuras. No fume.
No tome demasiado líquido antes de ir a la cama; eso activa el metabolismo.
No se acueste con hambre, pero tampoco coma pesado. Una comida ligera o un
vaso de leche caliente pueden ayudarle a dormir.
Mantenga su cuarto a una temperatura cómoda.
Elimine toda fuente de ruido y de luz.
Relájese antes de dormir, intente ‘desconectarse’ de los problemas del día,
disminuya el estrés.
No se esfuerce demasiado en quedarse dormido; si no puede hacerlo no dé
vueltas en la cama, levántese, lea un libro o escuche música hasta que sienta
sueño.
Consuma alimentos que contengan triptófano, como
la leche y el banano, y no se automedique.