“Fumar va camino de convertirse, rápidamente, en un hábito mal visto y
proscrito”, sostiene Élmer Huerta, ex presidente de
la Sociedad Americana de Cáncer.
Huerta, que esta semana asistió al congreso internacional sobre espacios
libres de humo, organizado en Bogotá por la Liga Colombiana contra el Cáncer,
asegura que la norma social frente al cigarrillo está cambiando: “Hoy lo bien
visto para millones de seres humanos es no fumar, jamás lo contrario”,
sostiene.
Y es que por cuenta de una voluminosa evidencia científica, el humo de
segunda mano dejó de ser asumido por muchos como una simple molestia y empezó a
entenderse como lo que en realidad es: un asesino en potencia.
En el informe ‘Consecuencias de la exposición involuntaria al humo de
tabaco’ (2006), el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos advirtió que los
efectos del humo en la salud de los no fumadores (expuestos a más de 50
sustancias cancerígenas y a las mismas toxinas que inhalan los fumadores) son
más profundos de lo que se creía.
Se estima que en ese país el humo de cigarrillo mata cada año de cáncer de
pulmón a 3.400 personas no fumadoras; a otras 46.000 por afecciones cardiacas y
a 430 niños por el síndrome de muerte súbita.
El informe, respaldado por los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades, señala que no existe un nivel libre de riesgo a la exposición del
humo que lanzan otras personas al ambiente.
Advierte, de hecho, que incluso una breve inhalación puede causar daños
inmediatos en la salud (en el sistema cardiovascular, por ejemplo). Y concluyen
sus autores que esto no puede controlarse con simples filtros y mecanismos de
intercambio de aire. El estudio concluye que la única forma de evitar el daño
es prohibir el consumo de cigarrillo en lugares cerrados.
También se pega Estos hallazgos fueron reforzados a comienzos de este año
por otro estudio sobre el llamado ‘humo de tercera mano’. Este término fue
acuñado por médicos del Hospital Infantil MassGeneral
de Boston (Estados Unidos), para hacer referencia a las partículas presentes en
el humo del cigarrillo, que quedan adheridas a todo tipo de superficies,
incluida la ropa y el cabello.
Entre dichas sustancias se encuentran el cianuro de hidrógeno, utilizado en
armas químicas; el butano, presente en los combustibles de los encendedores; el
tolueno, que se encuentra en la pintura; el arsénico, el plomo, el monóxido de
carbono e incluso el polonio-210, altamente radiactivo y cancerígeno. El
estudio, hecho en 1.500 hogares, encontró que solo el 43 por ciento de los
adictos al tabaco reconoce los peligros del ‘humo de tercera mano’.
La investigación, publicada en Pediatrics, agrega
que para proteger a los niños de los efectos nocivos del cigarrillo no basta
con ventilar las habitaciones en donde han fumado, pues allí quedan durante
días metales pesados y al menos 11 sustancias cancerígenas presentes en el
humo.
LO QUE DEJA EL ‘PLACER’ DE FUMAR De los 1.300 millones de fumadores que hay
en el mundo, 650 millones morirán a causa del cigarrillo. Durante el siglo XX
100 millones de personas perdieron la vida por males asociados al tabaquismo;
se estima que este siglo serán 1.000 millones los muertos, dice la Organización
Mundial de la Salud.
Se estima que cerca de la mitad de los niños son fumadores pasivos, la
mayoría de ellos en sus hogares. De acuerdo con una encuesta del Instituto
Nacional de Cancerología, uno de cada tres escolares bogotanos menores de 15
años, fuma.
Las compañías de tabaco producen cada año 5,6 trillones de cigarrillos, y el
consumo es de 900 cigarrillos por año por cada hombre, mujer o niño en el
planeta.
Los países pobres triplicaron la producción de cigarrillos mientras que las
naciones ricas la redujeron a la mitad. Para el año 2010 el 85 por ciento del
tabaco mundial será producido y consumido en los países pobres.
El cigarrillo provoca el 80 por ciento de los cánceres de pulmón en los
hombres y el 50 por ciento de los ocurridos a las mujeres. También es uno de los
principales responsables de enfermedades cardiocerebrovasculares