Hace
unos años la alarma salió de los gallineros. Esta vez tiene su origen en las
pocilgas. Pero en ambos casos se trata de una enfermedad que se transmite con
rapidez, que deja ya decenas de víctimas mortales y que podría convertirse en
pandemia. La gripa aviaria, descrita originalmente en 1878, trajo inquietud
hace 12 años, cuando brotó en el Asia, y sembró el pánico a partir del 2003, al
aparecer su más impetuoso virus: la cepa H5N1. La Organización Mundial de la
Salud avisó que podría extenderse por el mundo entero y al final las medidas de
precaución lograron evitarlo.
Ahora, la directora de la entidad, Margaret Chan, acaba de advertir que el
planeta enfrenta otra grave amenaza de salud. Ya no es la gripa aviaria, sino
la porcina. Las primeras manifestaciones se detectaron en México, donde ha
causado más de 80 muertos; en Estados Unidos se registran ya 20 casos de
enfermedad y el Gobierno acaba de declarar la emergencia sanitaria. Hay otros
en Nueva Zelanda, Israel y Francia. La gripa porcina es una peste moderna.
Surgió en chiqueros de Estados Unidos en 1930, y 58 años después se extendió a
seres humanos. Estos son ahora sus más constantes transmisores a través de
leves contactos: saludos, besos, apretones de mano, lugares compartidos...
México ha tomado en serio el peligro. El Alcalde del D. F. decretó asuetos
escolares, prohibió los eventos masivos -desde el fútbol hasta las misas,
aunque estas al final solo modificaron el saludo de paz entre los fieles-,
cerró los museos y canceló exposiciones y festejos. Repartió, además, millones
de mascarillas azules para proteger las vías respiratorias: hay que ver a los
mariachis tocando violín con caretas de protección... En los aeropuertos
internacionales se extreman las medidas para controlar a pasajeros procedentes
de México que acusen síntomas de la gripa, como dolor de cabeza e indisposición
estomacal. En esa etapa, el mal es aún de fácil remedio. Cosa distinta ocurre
cuando ha avanzado.
La alarma por epidemia podría afectar gravemente el turismo y trastornar las
actividades comerciales y de oficina. Pero, por supuesto, el problema principal
es de salud pública. El descontrol del virus se mide en cientos de muertos y
miles de enfermos. No sobra, por ello, que Colombia mantenga los ojos muy
abiertos y los recursos en tensión para evitar el contagio. Ya el Ministerio de
la Protección Social advirtió que hay una docena de casos en observación. Es
bueno que las autoridades sanitarias informen a la ciudadanía, adopten medidas
preventivas y estudien posibles emergencias.