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Las amígdalas y las adenoides son órganos que comúnmente pueden verse afectadas durante la niñez

Paute fácil

Cuando hay obstrucción respiratoria con apneas de sueño, ronquidos, fiebre o tos puede haber algún tipo de infección en el pequeño que le esté afectando la garganta. 

Durante el primer año de vida, un bebé se protege con las defensas que su madre le transmitió. Pero después de este periodo, el niño debe empezar a producir su propia inmunidad a través de las amígdalas y las adenoides, entre otros órganos, encargados de proteger el organismo de las infecciones y mantener la reserva de las defensas.

Sin embargo, en algunos niños estos se infectan y causan enfermedades. “Las amígdalas y las adenoides funcionan como ‘policías’ que captan los antígenos (bacterias y virus), los penetran dentro de su tejido, donde se produce la inmunidad. Pero llega un momento en que se saturan, producen más infección que defensas y deben ser tratadas o retiradas”, explica Frida Scharf, presidenta de la Sociedad Colombiana de Otorrinolaringología Pediátrica y Secretaria de la Asociación Interamericana de Otorrinolaringología Pediátrica.

Principales molestias
Las enfermedades más comunes que afectan la garganta de los niños son la faringitis, la amigdalitis y la adenoiditis. La primera consiste en la inflamación de la mucosa de la faringe –comúnmente llamada garganta–. Se produce por la infección de virus y bacterias y se caracteriza porque “el paciente presenta dolor de garganta (piquiña), molestia al tragar, fiebre y puede haber secreción por la nariz”, señala la otorrinolaringóloga pediatra. Generalmente, también afecta a las amígdalas, causando una faringoamigdalitis.

Cuando las amígdalas se perjudican, se vuelven rojas, se inflaman y, en ocasiones, aparecen placas. Dependiendo del origen, genera tos, fiebre y presencia de ganglios dolorosos en el cuello.

La mayoría de las amigdalitis son causadas por virus. Según Frida Scharf, “el 80 por ciento son virales; el otro 20 por ciento las causan las bacterias. De este, el 80 por ciento está producido por el estreptococo beta-hemolítico. El otro 20, por diversas bacterias”.

Cuando el estreptococo es la causa de la molestia, se debe tener especial cuidado, pues si este no se erradica, puede causar una fiebre reumática que se caracteriza porque “se inflaman las válvulas del corazón (carditis), el cerebro (corea), se generan dolores en las grandes articulaciones y enfermedades en la piel”, afirma Gilberto Marrugo Pardo, jefe del Servicio de Otorrinolaringología de la Universidad Nacional y de la Fundación Hospital de la Misericordia y presidente de la Asociación Colombiana de Otorrinolaringología.

La adenoiditis, por su parte, consiste en la inflamación aguda o crónica de las adenoides. Se presenta especialmente cuando hay procesos de sinusitis o de rinitis infecciosas.

Procedimientos y cuidados
Cuando la molestia es causada por una faringitis, la mayoría se trata con analgésicos prescritos por el médico, consumo de alimentos fríos y una dieta sin condimentar.

En ese mismo sentido, la amigdalitis debe tratarse con medicamentos que prescriba el especialista. No obstante, existen ciertos indicadores para determinar una intervención quirúrgica. La amigdalectomía –procedimiento que se hace para sacar las amígdalas– se realiza cuando hay un gran aumento de tamaño de las amígdalas, se presentan crisis de obstrucción respiratoria con apneas del sueño, ronquido, el paciente presenta más de tres episodios de amigdalitis al año, se diagnostica como bacteriana causada por el estreptococo beta-hemolítico o cuando hay sospecha de tumor en las amígdalas.

Por otro lado, las adenoides debe ser extirpadas a través de una adenoidectomía –dice Frida Scharf– cuando hay obstrucción respiratoria severa, hay problemas continuos de sinusitis, infección en las adenoides u otitis a repetición.

“Los procedimiento son ambulatorios y se realizan con anestesia general. Se pueden hacer después de los tres años de edad, en el momento que estén indicadas; si hay que hacerla antes, requiere una valoración especial del médico para tomar esa decisión”, recomienda Gilberto Marrugo.

 

La saliva es la culpable
Los padres, cuidadores, profesores y compañeros de jardín o colegios son los principales portadores de virus y bacterias que pueden adquirir los niños. De acuerdo con Frida Scharf, presidenta de la Sociedad Colombiana de Otorrinolaringología Pediátrica, toda la transmisión se hace a través de gotas de saliva que salen del organismo cuando una persona habla. Estas pueden ser diminutas y, aunque la gente no las vea, son conductoras de la infección. Nunca comparta los cubiertos u objetos a la hora de comer para evitar contagios.

 

Consejos para los padres

- No dar antibióticos a los niños, si no están ordenados por el médico. Se ordenan cuando la amigdalitis es causada por el estreptococo beta-hemolítico.
- Cuando empieza un dolor de garganta, lo primero que hay que hacer es quitar el dolor; “es muy posible que no se necesite antibiótico, sino únicamente dar líquidos fríos para aliviar”, afirma la doctora Frida Scharf.
- Si el dolor, la fiebre y el malestar persisten, hay que acudir al médico.
- Si van a guarderías, seleccionar aquellas donde hay pocos niños para encontrar menos posibilidad de contagio e infección.
- Evitar que los padres fumen.
- Enseñarles a los niños que se aseen bien la nariz.
- No automedicar.

 

Por Karen Johana Sánchez

Redactora ABC del bebé