William Roa, invidente, estudió en tinieblas y fue el mejor de la carrera

William Roa, con su esposa Milena Torres y su hija Sharik. Él pide que le den una oportunidad para trabajar y poder hacer una maestría.

William se desplaza con su bastón por la universidad Sergio Arboleda entre estudiantes que juegan fútbol o conversan en la cafetería y que él no puede ver.

Pocos de ellos saben también que este policía, de 37 años, que quedó ciego tras un ataque de la guerrilla, es el mejor de su carrera.

Roa, que sobrevivió a la toma de las Farc el 10 de septiembre de 1997 en Pajarito (Boyacá), decidió no lamentar más su suerte y comenzar a estudiar Derecho.

Cinco años después se puso por encima de sus compañeros videntes y obtuvo el mejor promedio. Ahora, la universidad Sergio Arboleda, de Bogotá, le otorgó el Premio a la Excelencia y le dio una beca para una especialización.

"Después de la toma estuve casi muchos años desubicado y quería estudiar pero ninguna universidad me recibía", cuenta.

En esa búsqueda, llegó a la Fundación Tejido Humano, que apoya a víctimas de la violencia, y que trabaja en llave con la Sergio Arboleda donde otros 30 policías y militares víctimas de los grupos armados cursan diferentes carreras.

"Nadie sabe lo que es estudiar en tinieblas", dice el policía, mientras carga a Sharik, su hija de un año y medio, a la que no le ha visto el rostro.

Se refiere a las dificultades para desplazarse y llegar a la universidad sin ayuda de nadie: seis cuadras cada día para ir hasta el TransMilenio y otras más para el bus, desde el barrio Santa Rosita (Alamos Norte).

Y otros obstáculos como leer textos grandes y gordos de derecho sin la ayuda de sus ojos.

"Me tocaba sacar el libro de la biblioteca, escanearlo y ayudarme con un software que me leía el documento, un proceso bastante dispendioso", explica. Así que mientras sus compañeros podrían tardar una tarde leyendo un libro, para él ese mismo proceso podría tardar una semana.

Eso sin contar lo costoso que resulta el software (unos 4 millones de pesos) y el problema que se encuentra cuando el escáner no le lee apartes del texto porque estudiantes de la universidad rayaron ese fragmento del libro.

Milena Torres, la esposa de Roa, y quien era su novia cuando ocurrió el ataque, dice que el mérito es mayor porque "a él le tocaba hacer más que los demás".

El policía, que también tiene una amputación en una de sus manos, cuenta que con la beca que le dieron hará una especialización en derecho administrativo. En realidad, confiesa, sueña con una maestría pero es consciente de que con la plata de la pensión de la Policía solo le alcanza para vivir. Por eso, busca ayuda para completar el resto del dinero para hacerla.

Por eso, también quiere trabajar. "Ninguna empresa cree que uno es capaz, pero yo lo he demostrado y me gustaría de verdad que me dieran la oportunidad", dice el policía, que no se descarta en el futuro como un docente.

CATALINA OQUENDO B.
REDACTORA DE EL TIEMPO