A propósito de la gripa AH1N1,
aprenda a manejar el temor a las enfermedades en los niños
La
actual pandemia ha obligado a que los padres les pongan tapabocas a sus hijos.
Sin embargo, en ocasiones al niño no se le explica lo que está sucediendo, lo
que le puede generar confusiones.
Enfermarse
es uno de los temores más arcaicos de la humanidad, y en épocas de dengue y
gripes desconocidas el miedo se agudiza. Los niños son quienes más lo sufren.
Como
se dice habitualmente, los niños tienen la capacidad de absorber y manejar
información que era impensable en las generaciones anteriores.
Es
cierto que nada se les escapa y , además, dependen de
la explicación y de la atenta compañía de los adultos para poder comprender lo
que ven y escuchan para incorporarlo a su experiencia.
¿Pero
cómo no se sienten afectados por el temor a las enfermedades como el dengue o
la llamada gripa porcina (más correctamente, A -H1N1)?
Unos
causantes son los permanentes mensajes televisivos de alarma, que en muchos
casos, fomentan el temor en los adultos que a su vez les tramiten la
intranquilidad a sus hijos. Otro caso se presenta cuando el peligro es más
tangible, como es la situación de quienes concurren a escuelas que han sido
cerradas por haberse registrado en ellas casos de la nueva gripe.
La
doctora Felisa Lambersky, pediatra y psicoanalista
miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y de la Asociación Paicoanalítica Internacional (IPA, por sus siglas en
inglés) señala que según su experiencia clínica, que incluyó recientemente
alumnos de estas escuelas, "el miedo de morirse por una enfermedad está
más asociado con el dengue que con la gripe A ".
Hipocondría
de familia
La
significación que se le da a la enfermedad en cada familia es decisiva:
"Hay familias hipocondríacas que transmiten a los niños la sensación de
preocupación ante la enfermedad, la cual incrementa la angustia en los menores",
observa Lambersky.
La
hipocondría es el miedo a enfermarse, y así como hay adultos hipocondríacos,
también hay niños hipocondríacos: "Este padecimiento entra dentro de las
fobias: puede tener que ver con angustias propias, con miedos transmitidos desde
la familia o con experiencias de su entorno", dice la especialista.
Las
experiencias pueden ser propias o ajenas: el accidente, la enfermedad o la
muerte de una persona cercana incrementan la intranquilidad e incluso la
hipocondría.
Como
la gripe, la hipocondría es contagiosa cuando ingresa al ámbito familiar,
generalmente traída por los adultos. "Cuando aparecen casos así, es
necesario trabajar con los padres para que ellos disminuyan el grado de
angustia frente a la enfermedad", afirma Lambersky,
y aclara que generalmente el hecho de menguar la preocupación en los padres es
decisivo para resolver el problema, sin necesidad de trabajar en terapia con el
niño.
Aunque
es frecuente que los padres tomen la iniciativa, a veces los niños son quienes
piden a sus padres que los "lleven a un psicólogo".
De
menor a mayor
La
psicoanalista Mónica Cruppi explica que hay una
angustia de menor intensidad que opera en la persona como una señal anticipatoria de lo que podría suceder, y que "ayuda a
desplegar los mecanismos defensivos necesarios para cuidarse de los
peligros".
Muchos
miedos son normales, frecuentes y se van venciendo con el tiempo, como el temor
a la muerte, a la oscuridad o a las enfermedades, pero pueden reactivarse en
una situación específica.
"Durante
la infancia los ataques de miedo y ansiedad forman parte del desarrollo, y
vivir estos sentimientos contribuye a estructurar la personalidad, pero a veces
esa vivencia puede ser muy intensa y desencadena situaciones de pánico y
fobias".
Algunos
llevan los miedos al cuerpo y lo somatizan: tienen fiebre, trastornos
digestivos, insomnio e inhibición de la conducta. ¿Pero en realidad pueden
"enfermarse por temor a la enfermedad"?
"No
exactamente, o al menos no es frecuente -señala Cruppi-,
pero es cierto que los niños que sí están enfermos la pasan peor, es decir,
tienen síntomas más fuertes".
Los
miedos (a la soledad, a la oscuridad, a los espacios abiertos, a las tormentas)
se inician en los niños a partir de los dos años de edad aproximadamente.
Pero
la conciencia de la muerte y, sobre todo, de lo irreparable, no aparece sino
hasta los seis o siete años,edad
en que comienza a formarse el pensamiento abstracto. Por esta razón es posible
que un niño menor de esa edad le diga a un adulto frases como "Ojalá te
mueras", porque carecen del sentido de lo irreversible, e incluso si
fallece alguien pueden pensar todavía, entre los 3 y los 6 años, que regresará.
La
prevención como hábito
Algunas
escuelas adoptaron medidas para incorporar la conciencia del cuidado sobre el
dengue y la gripe. Cubrirse la boca y nariz al toser sin taparse la boca es un
ejemplo. "Hay chicos que incorporan muy bien estas pautas, e incluso las
transmiten a su familia".
En
época de vacaciones, al viajar es necesario tomar precauciones para prevenir la
gripa o el dengue. Colocarse repelente, eliminar el agua estancada en casa y
estar atentos ala presencia de los mosquitos.
"Si
las precauciones se incorporan como hábitos, como si fuera el de lavarse los
dientes, es posible disminuir el miedo y lograr que los chicos desarrollen sus
actividades normalmente", asegura Lambersky.
Sugerencias
para los padres
-
Contener los temores de los niños y brindarles la información necesaria en un
lenguaje accesible para ellos y acorde a su edad.
-
Que el temor no lo paralice. Despliegue medidas adecuadas contra la enfermedad.
-
Recordar que el miedo es contagioso, en especial de padres a hijos.
-
El niño a partir de los 8 años en adelante con la información adecuada puede
ser un agente de salud y llevar conocimiento del tema a otros niños.
-
Aceptar si el niño (de 6 años en adelante) pide colaborar con la familia en las
medidas preventivas.
-
Ayudar a los niños a pensar y discriminar sobre la información que aparece en
los medios de comunicación.
-
Tener en cuenta que los peligros reales se combaten con la verificación de la
realidad.
-
Tener en cuenta que al miedo se le pueden enlazar otros y potenciarse.
GDA
/ MARCELO RODRÍGUEZ
LA NACIÓN (ARGENTINA)