El dolor se puede aliviar sin la
necesidad de consumir pastas o calmantes
El
calor aplicado con bolsas o cojineses útil para aliviar, entre otros dolores,
los abdominales. Hacer ejercicio, distraer la mente, reírse y bailar, también
disminuyen esta sensación.
Evidencias
científicas demuestra que la sensación dolorosa se puede manejar con prácticas
sencillas, seguras y que siempre están a la mano de las personas.
El
dolor es una experiencia personal e intransferible, es decir que dos personas
afectadas por la misma enfermedad y en condiciones similares no lo sienten
igual.
La razón es que el dolor no es sólo un juego de cables nerviosos, de moléculas
que se mueven y de tejidos dañados. En su generación e intensidad influyen también la historia de la persona, la forma como
enfrenta la vida, sus relaciones sociales y hasta los patrones culturales.
Por eso distintos estudios han ido demostrando que su alivio no depende
únicamente del consumo de calmantes.
Debe involucrar todos los factores que lo producen o que lo mantienen. No es lo
mismo el dolor con deudas que sin ellas, en viernes que en lunes, en Navidad
que en enero y enfrentarlo solo que acompañado.
Así que vale la pena echar mano de algunas herramientas complementarias para el
alivio del dolor, que no tienen que ver con el uso de pastillas y cuya utilidad
ha sido demostrada por la ciencia.
Imaginación guiada: Científicos de las universidades de Duke
y Carolina del Norte (Estados Unidos) demostraron que si a los niños se les
guía a imaginarse que están en sus lugares favoritos y que hacen cosas gratas
que les gusten, es posible ayudarlos a aliviar el dolor. Eso hace que su mente
se aparte del pensamiento doloroso, mientras recrea olores, sabores y
sensaciones.
La distracción: Si las personas se concentran en su dolor, pueden acabar
experimentándolo con mayor intensidad. Por eso se recomienda a personas con
experiencias dolorosas, distraer su mente con actividades como pintar, jugar,
leer o ver televisión. De ahí que en los consultorios de muchos pediatras
siempre haya juguetes: son un buen analgésico.
Bailar: Cuando la gente baila es porque la música le resulta agradable; eso
siempre relaja y distrae. Si aparte de eso la gente canta, se logra un efecto
analgésico mayor.
Reírse: Toda actividad que genere risa (chistes, películas, comentarios) eleva
los niveles de endorfinas, unas sustancias amigables más potentes que la
morfina.
Chocolate acompañado: Un estudio de la Universidad de Chicago demostró que el
consumo de esta sustancia activa una parte del cerebro que ayuda a aliviar el
dolor. Si se consume en una buena compañía, y durante una charla agradable,
eleva la serotonina y disminuye el dolor.
Información: Cuando una persona conoce todo sobre su dolor (cómo se genera, por
qué su intensidad y cuál es su pronóstico), se distensiona
y logra reducirlo. No hay nada más doloroso que la incertidumbre. Hay que
preguntar.