Cuando el dolor es persistente, deja de ser un síntoma y pasa a convertirse en una enfermedad 

El dolor crónico es una enfermedad permanente, incapacitante y a veces no tiene explicación médica. Ellas, las más afectadas.


Este dolor permanente, que afecta cualquier parte del cuerpo y que llega a ser incapacitante, afecta a cerca del 10% de la población, que presenta dolores que se prolongan por más de 45 días.


Si ese es el caso se dice que la persona afectada está enferma de dolor. Las manifestaciones de este mal desbordan el cuerpo y sus posibles lesiones para afectar también el componente emocional,
impactando de manera dramática la vida y la cotidianidad.

Esto configura lo que genéricamente se conoce como dolor crónico, que es más común en mayores de 45 años; las mujeres (en una proporción de tres a uno) son quienes más lo padecen.

Mauricio Gutfrajnd, presidente de la Federación Latinoamericana para el Estudio del Dolor (Fedelat), explica que este dolor puede empezar como el síntoma de enfermedades degenerativas (osteoartrosis, alteraciones musculares) y disfunciones en el sistema nervioso, como las esclerosis y las neuropatías, "poco a poco va afectando el componente cognitivo de cada paciente, hasta que la enfermedad deja de ser importante y lo que prima es el dolor".

Las causas no siempre están tan claras: "A veces se relaciona con causas que no alcanzan a explicar la intensidad; en otras palabras, ocurre aun cuando no hay evidencia de daño o lesión que permita interpretar su origen y tampoco mejoría completa con los tratamientos convencionales", dice Gutfrajnd.

Ese es el caso de Catalina Rodríguez, de 50 años, profesora de un colegio bogotano.

Hace tres años empezó a sentir un dolor en la espalda que con el tiempo se hizo más severo, "al comienzo creí que era pasajero, porque mucha gente se queja de lo mismo; conmigo fue distinto.
Poco después me dolían el cuello, las piernas y los brazos. Fui al médico, me hicieron muchos exámenes y el resultado fue que yo no tenía nada", dice.

De acuerdo Gutfrajnd, la intensidad y permanencia del dolor crónico afecta la vida y el entorno de estas personas, "que a menudo se deprimen, padecen insomnio y viven convencidas de que padecen un mal grave; eso puede llevarlas a caer en la desesperanza y a enfrentar un riesgo alto de generar dependencia a los fármacos o al alcohol".

La vida de muchas de estas personas acaba orientándose a obtener alivio para su sufrimiento, una pretensión que a menudo les deja frustraciones: "El adolorido -sostiene Gutfrajnd- va al médico con la esperanza de encontrar alivio y se desconcierta cuando no lo consigue; no concibe que la medicina no tenga solución para su problema".

El médico también se frustra cuando acaba por aceptar que ignora, pese a todos los análisis, cuál es el origen de ese dolor, "al no hallar correlación entre la intensidad de la queja de su paciente y lo que encuentra en los exámenes, se queda sin herramientas para tratarlo".

Con el tiempo, y pese a los múltiples intentos terapéuticos, la persona se incapacita poco a poco y la discordancia entre los hallazgos y la severidad del dolor muchas veces se interpreta como un problema mental, por lo cual el paciente acaba remitido al psiquiatra.

La profesora Rodríguez cuenta que su rutina consistía en tratar de cumplir con su trabajo y sobrellevar una dolencia que al parecer nadie podía explicar y mucho menos tratar, "me la pasaba de incapacidad en incapacidad; tomaba medicamentos todo el día, a sabiendas de que no iba a sentirme mejor. Me sentía imposibilitada.

Finalmente, y después de estudiar su caso, un reumatólogo la remitió a una clínica de dolor: "Luego de que me vieron varios especialistas recibí, por fin, un diagnóstico que explicaba lo que tenía: tenía fibromialgia. Hace seis meses que me tratan, y me siento mucho mejor".

¿Cuáles son los peores?

Aunque cualquier dolor puede llegar a ser muy intenso para quien lo padece, existe cierto consenso en torno a los que pueden ser los crónicos más intensos.

Neuralgia del nervio trigémino. Es un dolor en la cara, parecido a intensas descargas eléctricas de duración variable que se repite. Afecta a cualquier persona y se presenta por daño del nervio responsable de la sensibilidad en la cara.

Neuralgia por herpes. Es una sensación de ardor, quemadura y corrientazos intensos que se presentan cuando el virus herpes zoster se pega a los nervios y los inflama. El dolor sigue el trayecto del nervio afectado.

Fibromialgia. Es un dolor difuso que se presenta en los tejidos blancos, principalmente sobre los músculos, permanente, que afecta el sueño e incapacita, sin ninguna evidencia de daño orgánico.

Cefalea de Horton. Es raro dolor de cabeza, que se presenta en forma de ataques o racimos. Su severidad le ha dado el nombre de dolor de cabeza suicida.

Sí hay cómo tratarlo

Un estudio del Centro de Veteranos de Portland (Estados Unidos), que durante un año siguió a 401 pacientes con dolor crónico atendidos de manera ambulatoria, concluyó que solo es posible lograr un manejo efectivo de este problema de salud cuando los afectados se intervienen a través de un equipo integrado por diferentes disciplinas. Los resultados, publicados por la revista 'Jama', sugieren que un solo médico no tiene la capacidad para enfrentar este problema y procurar alivio. En ese orden de ideas el estudio indica que la base del tratamiento no deben ser los medicamentos, sino que también es necesario asistir al enfermo en lo emocional, lo laboral, lo familiar y lo social. La estrategia -dice la publicación- es crear clínicas de dolor para estos casos.

REDACCIÓN SALUD