El País Está Por Debajo Del Promedio Mundial En El Uso De Opiáceos Con Fines Terapéuticos Acceso Limitado A Alivio Del Dolor

‘Bien usados, casi una bendición’.

“Mi mamá, hoy de 75 años, sufrió una tromboembolia después de una cirugía, que afectó su cerebro, le paralizó medio lado, la dejó con dificultades para comunicarse y le causó serios problemas de circulación. Estos últimos son los responsables de dolores severísimos; hace un año empezaron a manejárselos con dosis diarias de morfina, que no es tan fácil conseguir.

Los sitios autorizados son pocos, quedan lejos y tienen horarios estrictos.

“Solo cuando se agotan las dosis puede uno recurrir al médico para que haga una nueva fórmula; el problema es que si la morfina se acaba el viernes, hay que correr a buscar al médico el fin de semana; si uno está de buenas, lo ubica, y si la suerte lo sigue acompañando, pues da con una droguería autorizada abierta. Pero eso no ocurre siempre. Más de una vez mi mamá ha pasado días aguantándose esos dolores infames, porque acceder a tiempo a la fórmula o encontrar el medicamento se vuelve imposible.

“Ver a una persona sufrir, sobre todo a una que uno quiere, es frustrante y angustioso. Nada de lo que uno haga logra aliviar ese sufrimiento.

“Todos estamos de acuerdo con que se regule, pero no con que eso trunque el acceso de las personas a estos medicamentos que, bien usados, llegan a ser casi una bendición para muchos enfermos”.

Ana María Restrepo. Bogotá .

NO SUFRIR DOLOR, UN DERECHO HUMANO.

Mauricio Gutfrajnd, presidente de la Federación Latinoamericana para el Estudio del Dolor, asegura que con los países del continente se está impulsando la propuesta de elevar el alivio del dolor a la categoría de derecho humano, dentro de la Carta de Naciones Unidas. De acuerdo con Gutfrajnd, “el 40 por ciento de la población latinoamericana sufre dolores de manera injusta, por la falta de voluntad de los gobiernos para garantizar el acceso de la gente a tratamientos y terapias; infortunadamente, el alivio del dolor sigue siendo visto como un gasto y no como un componente esencial del bienestar humano”, aseguró Gutfrajnd, y agregó que América es una de las regiones con menor provisión de fármacos para el alivio del dolor.

CARLOS F. FERNÁNDEZ ASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO Cerca de 86 millones de personas, la mayoría en países pobres, sufren dolores insoportables debido a traumas, enfermedades crónicas y degenerativas y cáncer, pero no tienen acceso a los medicamentos indicados para aliviar su sufrimiento.

El dato fue reportado, en su último informe, por la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (Jife), organismo de Naciones Unidas encargado de velar por el cumplimiento de los tratados contra las drogas.

Los fármacos a los que hace referencia entran en la categoría de fiscalizados porque se derivan del opio o son fabricados de manera sintética con las mismas características. De esta familia hacen parte la morfina, la codeína, la oxicodona, la hidrocodona, la hidromorfona, el propoxifeno y la meperidina, entre otros.

Según la Jife, la posibilidad de contar con esta herramienta terapéutica es casi nula en más de 150 países, razón por la cual hizo una llamado a convertir el tema en “una prioridad de salud pública”.

Colombia forma parte de ese grupo de naciones señaladas por la Junta.

Mientras en países como Austria el consumo per cápita de morfina con fines terapéuticos alcanza los 121,4 miligramos, en Colombia escasamente se llega a 1 mg, muy por debajo, incluso, del promedio mundial, que está en 5 mg por persona.

Martha Ximena León, médica especialista en dolor y cuidados paliativos de la Universidad de la Sabana, sostiene que las barreras de acceso a estos medicamentos se mantienen, pese a que se han aumentado ligeramente las cantidades permitidas de uso y se han flexibilizado normas, como el incremento en el número de días de tratamiento por fórmula, que pasó de 10 a 30.

Por esa razón Sandra Flórez, médica también especializada en dolor, estima que de los 6,5 millones de colombianos con dolores de moderados a severos cuyo tratamiento requeriría prescripción de opioides, solo 1 millón 400 mil lo reciben, “los demás usan fármacos poco efectivos”.

¿Por qué tanta barrera? Por tratarse de medicamentos fiscalizados, su producción, regulación y distribución están en manos del Gobierno nacional, que asigna esa labor al Fondo Nacional de Estupefacientes (FNE).

Cada secretaría de Salud tiene un fondo rotatorio, que calcula cuántos fármacos necesitan al año sus municipios y departamentos; a partir de eso elaboran un plan de compras, que remiten al FNE.

Con base en esa información, y en la de clínicas y hospitales autorizados para hacer manejo interno de estos medicamentos, el Fondo programa la compra o producción del siguiente año. Lo obtenido se entrega a los fondos rotatorios, únicos autorizados para distribuir estos fármacos en sus regiones.

Alba Rocío Rueda, directora del FNE, explica que “pese a que tenemos cantidades suficientes de estos fármacos, y a que hemos hecho mil esfuerzos por facilitar el acceso de los pacientes, hemos encontrado dificultades en los fondos rotatorios, que dependen de las secretarías; a veces para ellos destinar recursos para adquirirlos equivale a dar una limosna”, sostiene.

La funcionaria afirma que hay entes que ni siquiera piensan en comprar estos fármacos para sus ciudadanos.

Se suma el hecho, según León, de que algunas EPS imponen trámites para autorizar las recetas, que pueden durar varios días, “olvidando que ningún dolor da espera”.

La Jife explica que parte de las razones por las cuales los enfermos sufren carencia de estos fármacos es que en las facultades de medicina de muchos países “se imparten pocos conocimientos sobre el tema (...) existen restricciones estrictas y una burocracia excesiva que disuaden a los médicos de recetar opioides”.

Flórez opina, de hecho, que en el país muchos médicos desconocen los verdaderos efectos y beneficios de estos productos y les niegan a los pacientes esa única posibilidad de alivio: “Frente al tema hay estigma y falsas creencias; se piensa, por ejemplo, que la morfina y sus similares generan adicción en los enfermos y que solo deben prescribirse a personas moribundas, cuando no es así”, dice.

Para León es claro que las restricciones se mantendrán mientras no haya políticas que reconozcan los cuidados paliativos y el tratamiento del dolor como prioridades en la atención en salud.

CON INFORMACIÓN DE EFE Y AFP. ASESORÍA: ASO. COL. DE SOCIEDADES CIENTÍFICAS.

Los opioides se indican para toda persona con dolores severos.

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