Alcaldía de Cartagena arrancará proyecto para formar a discapacitados en expertos joyeros

Los 42 alumnos discapacitados están repartidos en dos sedes: una en el barrio Manga, donde la mayoría tienen discapacidad auditiva, y la otra en la Casa de Justicia de Chiquinquirá, con discapacidad motora.

Un convenio entre la Fundación Escuela de Joyería del Caribe y la administración municipal generará, en su primera etapa, empleos para 42 personas con alguna discapacidad.

Johnny Pérez Tenía 17 años, y era el 'capo' de la pandilla autodenominada 'Los Alberquitas', cuyo radio de acción es el sector de Petare, en plena faldas de La Popa.

Una noche, en una disputa territorial con 'Los Kalimanes', un tiro hecho desde un arma hechiza le destrozó varias vértebras y lo dejó inválido para siempre.

De eso hace seis años y, paradójicamente, ese disparo fue la salvación para que Johnny se alejara del oscuro panorama que le rodeaba: droga, alcohol, riñas, dolor, sangre.  "Ya no estuviera vivo", advierte.

Hoy, a sus 23 años de edad y sentado en una silla de ruedas, el otrora jefe de una de las 85 pandillas que tiene Cartagena, es una nueva persona, tanto, que es uno de los alumnos más aventajados que tiene la Institución Escuela Taller de Joyería, en la que está aprendiendo a diseñar con sus propias manos joyas y a pulir gemas.

Junto a Pérez son 42 las personas con alguna discapacidad, las que hacen parte de la institución patrocinada por la Fundación Escuela de Joyería del Caribe y por la Alcaldía de Cartagena.

El convenio entre las dos entidades tiene un valor de $180 millones, de los cuales la Alcaldía aporta $40 millones y el resto lo financia la fundación.

Los 42 alumnos están repartidos en dos sedes: una en el barrio Manga, donde la mayoría tienen discapacidad auditiva, y la otra en la Casa de Justicia de Chiquinquirá, con discapacidad motora.

En cada una de estas 42 personas hay una historia de vida y sufrimiento, muchas veces, la mayoría, por ser objeto de discriminación ante sus condiciones de discapacidad y desventaja, pero que han sido superadas a fuerza de voluntad y de deseos de luchar contra cualquier adversidad.

A Roque Pitalúa, por ejemplo, le ha tocado vivir 22 de sus 53 años con una muleta en sus brazos y con la estigmatización de amigos, familiares y conocidos de ser una persona 'inservible', sólo por hecho de tener una sola pierna, tras un accidente ocurrido cuando era muy joven.

"Nadie me ha dado empleo desde entonces y me ha tocado recurrir a hacer de cuanta cosa se me ocurra para subsistir. A nosotros nos miran como si estuviéramos apestados", señala.

Adelmo Silva Torres, en la casa de Manga, y Gustavo Adolfo Herrera, en Chiquinquirá, instructores especializados en joyería, admiten de manera rotunda que nunca habían tenido un personal tan aplicado y tan ávido de triunfo como el que tienen en sus manos desde hace cerca de tres meses.

"Me ha tocado ser profesor de joyería durante muchos años, y nunca había tenido gente tan deseosa de aprender y que le pusiera tanto amor a lo que hacen. Llegan temprano y desde que se sientan no se quitan de su puesto hasta que no se les llama para la merienda. Así da gusto enseñar", señala el profesor Adelmo Silva.

También destaca la destreza con la que ya manejan los instrumentos y los metales con los que están aprendiendo.

"Son muy diestros, algunos más que otros, pero en general se puede decir que serán unos grandes joyeros", subrayó el instructor.

Según Alfredo Díaz Alfaro, gestor del proyecto con los discapacitados y representante legal de la Fundación Escuela de Joyería del Caribe, Cartagena es una de las ciudades colombianas que más comercializa joyas, debido al turismo internacional que se ha incrementado en los últimos años.

Este hecho ha puesto de manifiesto la necesidad que tiene la ciudad de contar con sus propios joyeros, ya que en la actualidad, la mayoría de las joyas son provenientes de ciudades como Bucaramanga y Bogotá.

Los cálculos de Díaz Alfaro advierten que aproximadamente se requieren cerca de 200 joyeros expertos, para complementar con los que hay actualmente, que no pasan del centenar.

"Cartagena está llamada a ser la ciudad joyera de Colombia, pues el flujo de turismo cada vez será más grande y son ellos, los turistas internacionales, los que más compran oro y esmeralda", explicó.

Pero el llamado del joyero va mucho más allá. Según su parecer, ya se hace necesario que Cartagena se industrialice en materia de joyería, debido al mismo auge que en esta materia hay en la actualidad.

"Tenemos la ventaja de que el departamento de Bolívar es uno de los mayores productores de oro de Colombia, y que el turismo de crucero cada día crece más, así que nos pellizcamos o nos gana otra ciudad", subrayó.

Para Díaz Alfaro, no obstante, la buena experiencia que se ha observado con los discapacitados, es una semilla de esperanza. "El llamado es para que todos los discapacitados que quieran trabajar la joyería nos busquen, pues la buena noticia es que una vez terminen los cursos, salen directo a trabajar", indicó.

Juan Carlos Díaz M.
Corresponsal de EL TIEMPO
CARTAGENA