Siete consejos para no dejarse ganar de la diabetes

La única forma de saber cómo avanza la enfermedad o si es necesario extremar cuidados, es midiendo permanentemente la glucosa.

Buena alimentación, control permanente, ejercicio y autocuidado: el seguimiento juicioso de estas pautas hace posible que las personas con diabetes puedan llevar una vida tranquila y normal.

El médico, un aliado

Hágale caso y siga al pie de la letra sus recomendaciones sobre alimentación, uso de medicamentos y actividad física; estas le permitirán reducir y mantener los niveles de azúcar en la sangre (glicemia).

Busque más información sobre los hábitos diarios que puede seguir y asista a reuniones organizadas para personas con diabetes. Son un espacio óptimo para preguntar y aprender de los demás.

Cuidado al comer

La buena alimentación es uno de los pilares de prevención y de control de la diabetes, por eso es necesario que un nutricionista lo oriente sobre sus aspectos fundamentales. Él puede enseñarle a balancear los carbohidratos de cada comida, para que también pueda comer cosas agradables.

Ejercitarse ayuda

Si no está acostumbrado, comience con una caminata que no cuesta, no lastima las articulaciones y puede hacerse en cualquier momento o lugar (un centro comercial o un parque). Muévase más: suba escaleras, juegue con sus hijos o sus nietos, elija una rutina sencilla de ejercicio que le guste y no deje las alternativas de lado, como la de ir a un gimnasio (ver recuadro).

Mídase

La medición de la glucosa es una herramienta vital para controlar la diabetes. En el mercado hay distintos tipos de glucómetros, muy efectivos. Elija uno, no sin antes fijarse en el precio de las tiras reactivas (calcule cuánto le cuesta una provisión de ellas al mes). Mientras más conocimiento tenga sobre el comportamiento de la glucosa en diferentes circunstancias, más controlará los niveles de azúcar en la sangre y será dueño de su propia vida.

Cuídese, quiérase

Revise con cuidado sus pies todos los días, buscando lesiones, y esté pendiente de la sensibilidad de sus extremidades. Ponga atención a su visión. Cuéntele al médico los cambios que note, por mínimos que sean.

Estar enterado es mejor

Visite a su médico con frecuencia para que él determine si la enfermedad está bajo control y para aclarar las dudas que vayan surgiendo.

Esté pendiente de los resultados de sus exámenes. Recuerde que la hemoglobina glicosilada le cuenta cómo ha estado su glicemia los últimos 120 días.

No se desanime si los resultados no son lo que esperaba; al contrario, son un indicio de que hay que intensificar sus acciones. Siga adelante Tener diabetes no le impedirá estudiar, trabajar o viajar.

Eso sí, tome precauciones para asegurarse de seguir controlando su glucosa. Planear las vacaciones le permitirá tener a mano siempre los artículos para hacer su autocontrol, seguir con el ejercicio y llevar los medicamentos.

Anímese a ejercitarse

Hacer ejercicio en forma regular es beneficioso: ayuda a bajar los niveles de azúcar en la sangre y a perder peso y normaliza los niveles de colesterol y triglicéridos.

Además, puede aumentar la sensibilidad a la insulina, lo cual es muy bueno para las personas que deben inyectarse esta hormona. Una persona con diabetes puede hacer el mismo ejercicio que cualquiera, siempre y cuando sea bajo supervisión.

Si ya se decidió, opte por una actividad cardiovascular (trotar, correr, montar en bicicleta, nadar, bailar).

Escoja el calzado con cuidado. Las personas con diabetes con el tiempo pueden perder la sensibilidad en la planta del pie y los dedos (neuropatía diabética) y lastimar los pies sin notarlo; estas heridas pueden complicarse, así que escoger el calzado y las medias más suaves y adecuados (sin costuras o formas que tallen) es fundamental. Mida su glucosa antes y después del ejercicio. Ejercítese de tres a cuatro veces a la semana, en sesiones de 40 minutos.

Es un problema de insulina

La diabetes aparece cuando el páncreas no produce suficiente insulina o cuando el organismo no es capaz de utilizarla de manera eficaz.

Esta hormona permite a las células del organismo obtener glucosa (azúcar) de la sangre y usarla para producir energía. La falta de producción y acción de la insulina (o ambas) hace que suban los niveles de glucosa, pues no es ingresada a las células ni aprovechada (hiperglucemia).

Los dos tipos más importantes de diabetes son la tipo 1 y la tipo 2.

Quienes padecen la primera deben aplicarse inyecciones de insulina, porque su páncreas produce muy poca o ninguna cantidad. Es la más común en niños y adultos jóvenes. En su desarrollo cuentan los antecedentes familiares. Se cree que virus, toxinas de la cadena alimenticia y componentes de la dieta también pueden desencadenarla.

La tipo 2 es más común en personas que tienen sobrepeso. Los que la tienen no pueden usar la insulina eficazmente y su tratamiento se basa en cambios en el estilo de vida (nutrición y ejercicio) y medicamentos orales. A veces la insulina es necesaria.

Los factores de riesgo son el sobrepeso y la obesidad, el sedentarismo, la dieta rica en grasas, harinas y baja en fibra; historia familiar de diabetes; edad (a mayor edad, mayor probabilidad de tenerla), y haber tenido bajo o alto peso al nacer. Cuantos más factores de riesgo tenga una persona, mayor es su riesgo.

Requiere un control permanente, para evitar la hiperglucemia, condición asociada con lesiones en el organismo a largo plazo y complicaciones como retinopatía, nefropatía y neuropatía diabética.