Comer sin ganas y sin freno es un desorden alimentario común

Los afectados suelen desarrollar una rutina de atracones, que ponen en marcha cuando están solos.

Atracones de comida asociados a dietas restrictivas, también afectan a personas delgadas. De cada diez personas con sobrepeso, tres caen en él.

Está en su casa descansando, leyendo o viendo televisión, cuando súbitamente se ve asaltado por el deseo irrefrenable de comer algo.

Cuando ese 'algo' no se traduce en un solo bocado sino en muchos bocados, se está en presencia de un atracón de comida que solo terminará cuando la nevera o la alacena quede desprovista de toda comida considerada de interés.

De cada diez personas con exceso de peso, tres sufren este problema descrito en la literatura médica como Binge Eating Disorder (BED) algo así como 'desorden alimentario por atracones'.

Mónica Katz, médica especialista en nutrición y directora del Curso de Posgrado de Nutrición Clínica de la Universidad Favaloro (Buenos Aires), explica que pese a ser un desorden muy común, no existe acuerdo sobre su definición. No obstante asegura que hay algunos elementos que sirven para identificarlo: "Se trata de una ingesta sin hambre (suele ocurrir después de haber comido bien), rápida y compulsiva (en menos de dos horas, aunque en ocasiones puede prolongarse más, hasta un día entero); además, se comen alimentos y bebidas que la dieta 'prohíbe', ya que no existen atracones de verduras, por ejemplo".

El número de calorías ingeridas también cuenta, "pueden consumirse hasta 10.000 en ese rato". Otro elemento común a los atracones es el sentimiento de pérdida de control sobre la situación; la persona, además, busca estar sola, pues esto no suele ocurrir en presencia de otros. "Al cabo del atracón, se experimenta sensación de culpa, pecado o depresión", explica Katz.

Los afectados arman inconscientemente una rutina de atracones. Estos suelen suceder en el mismo lugar, dentro de una misma franja horaria y hasta con los mismos alimentos. Luego de ocurrido la regla es restringirse para reparar el error. Y ahí se ingresa en el círculo vicioso exceso-restricción.

Katz añade que el problema es más frecuente de lo que se cree, porque las estadísticas se hacen sobre la base de quienes consultan para bajar de peso, y no todos los excedidos buscan ayuda.

¿Por qué ocurre?

Katz considera que hay una combinación entre ansiedad y restricción alimentaria.

"El alimento -explica- se convierte en una forma de afrontar la realidad. Se come para no decir, para no pensar, para no sentir, para volver a una zona de bienestar emocional. Pero no ocurre en cualquier contexto: el problema está ligado a los planes alimentarios restrictivos, que al prohibir o al restringir son seguidos de descontrol".

Lo dicho preocupa, pues persiste la creencia de que las mejores y más efectivas dietas son aquellas que privan a las personas de determinados alimentos o reducen al máximo la ingesta de calorías. Esto produce desequilibrios en el organismo, que pueden desembocar en atracones.

Prueba de esto es que el modelo para lograr BED en laboratorio es someter a animales a restricción de alimento seguido de una disponibilidad ilimitada de comida. El resultado es que comen sin freno.

Las personas delgadas, vale decirlo, también tienen atracones, aunque suelen ser subjetivos. Algunos, en general quienes hacen dietas, perciben haberse dado un atracón después de una golosina de 250 calorías: sienten lo mismo que alguien que consumió 8.000.

Sí tiene tratamiento

La primera recomendación es dejar de saltarse las comidas y empezar a comer en forma regular, sin intentar compensar con ayunos lo que se comió en exceso. Salir del caos alimentario mejora la sensación de descontrol que se experimenta con los atracones. Después de eso viene una etapa de reeducación alimentaria, que consiste en ordenar las ingestas diarias; suelen recomendarse cuatro, repartidas en horarios flexibles y basadas en el propio registro de hambre y saciedad de la persona. En caso necesario se agregan terapias a través de las cuales debe aclararse la relación con la comida: "Si tengo hambre como, si tengo 'hambre emocional', ¿qué hago poniendo comida en mi boca?".

Algunas veces es necesario prescribir fármacos para la ansiedad.

10.000 es el número de calorías que una persona puede llegar a consumir durante un atracón de comida.

3 el porcentaje de niñas y adolescentes que pueden estar afectadas por trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia.

"Suelen suceder en el mismo lugar, en una misma franja horaria y hasta con los mismos alimentos".

Mónica Katz, U. Favaloro (Argentina).