A finales del 2005, había en China 32 millones más de hombres que de
mujeres.
Al menos eso es lo que dice una investigación publicada por el British Medical Journal (BMJ)
–una de las revistas de medicina más prestigiosas del mundo–, que da argumentos
a quienes sostienen que la tradicional preferencia de los chinos por los hijos
varones generará una dura competencia entre hombres que no quieren permanecer
solteros.
De acuerdo con el estudio, hace cuatro años nacieron 1,1 millones más de
niños que de niñas. Los investigadores de la Universidad de Zhejiang
(China) y de la University Collage de Londres ven en
esas cifras una consecuencia directa de los masivos abortos selectivos que
practican muchas mujeres chinas cuando esperan una niña, por el estricto
control de la natalidad en el país más poblado del mundo, con más de 1.300
millones de habitantes.
La política del hijo único Desde finales de los años 70, Pekín impone un
solo nacimiento por mujer, con contadísimas excepciones. La famosa política del
hijo único impone multas y recorta beneficios a las familias que la transgreden, pero en los últimos años ha sido
flexibilizada, permitiendo en algunas provincias el nacimiento de un segundo
hijo cuando el primero es una niña.
El promedio mundial suele ser de 103 a 107 nacimientos de niños, por cada
100 niñas. Pero el estudio que se hizo en China muestra un desequilibrio de
sexos en todas las franjas de edad y asegura que la diferencia más acentuada se
da entre los niños de 1 a 4 años, con 124 varones por cada 100 niñas.
Solamente dos provincias del país –Tíbet y Xinjiang, ambas con importantes minorías étnicas y con las
normas más permisivas en materia de natalidad– tienen un promedio normal. En
otras provincias, como Jiangxi y Henan,
la relación puede llegar, incluso, a 140 niños por cada 100 niñas.
El Gobierno ha tomado varias medidas para revertir esta tendencia lanzando,
por ejemplo, campañas que promueven la igualdad de género y que han tenido
cierto impacto en la población, de acuerdo con la investigación, que tomó un
muestrario de 4,7 millones de chinos menores de 20 años.
Los autores apuntan que la preferencia tradicional por los varones empezó a
decaer en China con los procesos de urbanización e industrialización. Y señalan
que el papel tradicional de los varones como sostén de sus padres ancianos ha
empezado a cambiar gracias a la adopción de sistemas de cobertura social y de
pensiones, y de la mejora del nivel de vida en general de la población china