La mayoría de los colombianos ha tomado, en algún momento de su vida,
antigripales con pseudoefedrina, pero apenas ahora se
enteran de que esta sustancia existe, y no precisamente por su capacidad para
disminuir la congestión durante un resfriado.
De la noche a la mañana, y por cuenta de una serie de recomendaciones hechas
por la Comisión Revisora de Medicamentos del Invima
para controlar su venta y su consumo, la gente supo que mafias adquieren estos
fármacos de venta libre para reconvertir la pseudoefedrina
(que según el Invima está presente en el 85 por
ciento de los fármacos para la gripa) en anfetaminas; el uso de estos
estimulantes del sistema nervioso está restringido.
Al parecer los narcotraficantes, a través de procesos bioquímicamente
sencillos, transforman estas sustancias en metanfetaminas,
que son la base para producir drogas del tipo éxtasis. Estas elevan los niveles
de serotonina, un neurotransmisor que produce
sensaciones subjetivas de apertura emocional y bienestar desbordado.
La relación entre las metanfetaminas y los
antigripales no es nueva. Estas empezaron a comercializarse hace 70 años y a
incluirse en descongestionantes nasales e inhaladores bronquiales. Tras
descubrirse que bajo sus efectos las personas no experimentaban hambre o
cansancio, fue usado, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial, en el
campo militar para aumentar el rendimiento de los soldados.
Por su acción sobre el sistema nervioso, en 1971 la Convención Internacional
de Psicotrópicos incluyó esta sustancia en la Lista II, por lo cual su
circulación se restringió. Debido a sus efectos estimulantes, la pseudoefedrina también acabó prohibida por el Comité
Olímpico Internacional y la Agencia Mundial Antidoping.
En el 2006, una ley federal de Estados Unidos exigió el cambio de este
principio activo en los antigripales que la contenían (reformulación), luego de
que cerca de 13 millones de niños de 12 años en ese país dijeron haber probado metanfetaminas; los fármacos que mantuvieron esta sustancia
pasaron a ser medicamentos de control.
Además de Estados Unidos, en América algunos países han pasado por procesos
como el que recién inicia Colombia en esta materia.
México, Honduras y Guatemala ya prohibieron la venta de medicamentos que contengan
este principio activo, y en Argentina permiten su uso, pero bajo estricto
control médico. En Europa la Emea (agencia regulatoria) tiene recomendaciones similares.
El argumento ha sido el mismo en todos los casos: estos fármacos son usados
para elaborar metanfetaminas, como ocurre en
Colombia. Esta semana, Alba Lucía Rueda, directora del Fondo Nacional de
Estupefacientes, aportó evidencia en ese sentido. Dijo que este organismo
autorizó la importación, el año pasado, de 27 toneladas de pseudoefedrina,
siete más que en el 2007.
Pesquisas permitieron establecer que en algunas regiones, como el Valle del
Cauca, había personas dedicadas a adquirir todas las existencias de
antigripales con este componente, incluso antes de que llegaran a droguerías y
supermercados.
El Fondo también conoció denuncias de laboratorios sobre robos específicos
de canecas con esta sustancia, “eso sin contar con la pseudoefedrina
de contrabando que están incautando las autoridades”.
Por curioso que resulte, en Colombia, el problema no se queda ahí. Claudia Vacca, química farmacéutica y profesora de la Universidad
Nacional, asegura que expendedores de drogas también trafican con antigripales:
“Como la pseudoefedrina por sí sola estimula el
sistema nervioso, adquieren en farmacias las pastillas y las reempacan; hacen
que la gente se sobredosifique con ellas, lo cual
también es altamente nocivo”, dice Vacca.
El Ministerio de la Protección Social tiene ahora la palabra frente a este
tema. Se sabe que no será fácil tomar una decisión: de un lado están las
recomendaciones del Invima (que se elimine la pseudoefedrina de los antigripales y que, mientras tanto,
se controle su uso con fórmula médica) y del otro un mercado que en Colombia
bordea los 5.300 millones de pesos al año