El
ejemplo es la mejor herrramienta para enseñarles a
los niños a comer en familia
Si el pequeño recibe desde la infancia una formación
adecuada en hábitos va a ser un adulto, no solo disciplinado, sino que además
va a disminuir el riesgo de sufrir enfermedades futuras.
Los
niños aprenden por imitación las conductas de sus padres; entre ellas, las alimentarias. Por eso, el primer paso es enseñarles que
comer debe ser un momento agradable para compartir con todos.
La
actitud con la que se ofrece el alimento influye en la manera como el niño lo
recibe. “Él debe entender que la comida es una necesidad para vivir y no una oportunidad
para manipular”, afirma la nutricionista Clara Rojas.
La
niñez –dice– es una etapa trascendental en la estructuración y adquisición de
hábitos y conductas de alimentación y de actividad física.
El
papel de los adultos, explica el pediatra Gonzalo Franco, es educar con
prudencia, inteligencia, conocimiento y buen trato a la hora de enseñar estas
conductas. Se comienza con una dieta familiar saludable que incluya todos los
nutrientes (frutas, verduras, carbohidratos y proteínas) en las porciones adecuadas.
El
objetivo es que el entorno familiar promueva una nutrición completa,
equilibrada, suficiente y adecuada.
De
hecho, según el pediatra Juan Fernando Gómez, existe un tipo de inapetencia
infantil derivada de malos hábitos alimentarios, algunos fomentados en la
familia: niños que consumen dulces y comidas de paquete en exceso, omiten
comidas, tienen laxitud en los horarios de alimentación y poca variedad en el
menú.
“En
la edad escolar, los patrones de comportamiento alimentario están influenciados
por los alimentos disponibles en su entorno inmediato”, dice la nutricionista
Clara Rojas Montenegro.
Una
buena alimentación, agrega, optimiza el crecimiento y el desarrollo físico y,
asimismo, disminuye el riesgo de enfermedades crónicas en el futuro.