Conozca cinco claves para detectar trombosis y derrames, la segunda causa de muerte en todo el mundo

El dolor de cabeza fuerte y repentino es una de las cinco señales de ocurrencia de accidentes cerebrovasculares. Lo mejor es consultar.

Expertos dicen que la gente no actúa con la rapidez necesaria ante los síntomas que anuncian un accidente cerebrovascular. La obesidad, la hipertensión y la diabetes son factores de riesgo.

Los estudios coinciden en que la incidencia del accidente cerebrovascular o ACV (que la gente conoce como trombosis y derrames) tiende a aumentar en todo el mundo.

Hoy son 5 millones 700 mil las personas que mueren cada año a causa de este tipo de ataques, cifra que lo ubica como la segunda causa de muerte en todo el mundo, solo detrás de los ataques cardíacos.

Se estima que para el año 2015 la cantidad de muertes anuales debidas al ataque cerebral podría ascender a 6 millones 700 mil si pronto no se toman medidas de concientización de la gente y de los profesionales de la salud.

Lo curioso es que si los síntomas que anuncian su aparición fueran detectados a tiempo, un alto porcentaje de las muertes por ataque cerebral podrían evitarse, así como disminuir sus secuelas.

De hecho, los especialistas sostienen que si se aplicaran los conocimientos actuales para su prevención y tratamiento, de aquí a diez años podrían prevenirse más de 6 millones de muertes.

El ataque cerebral es una alteración repentina de la circulación de la sangre en el cerebro, producto del taponamiento u obstrucción de una arteria (trombosis) o de la rotura de los vasos sanguíneos (derrame), que actúa generando la muerte de las células cerebrales de la zona afectada a causa de la falta de oxígeno.

Con el objetivo de posibilitar su atención profesional a tiempo, la Asociación Argentina de Ataque Cerebral presentó las 5C, una regla mnemotécnica que facilita el recuerdo de las señales de alerta para los accidentes cerebrovasculares frente a las cuales la persona debe consultar de inmediato a un especialista:

Cuerpo: sentirlo dormido o paralizado (cara, brazo o pierna), en especial de un lado.

Confusión: problema súbito para hablar o entender.

Ceguera: dificultad repentina para ver.

Caminata: problemas para caminar, alteración del equilibrio.

Cabeza: dolor fuerte, severo y sin causa aparente.

Si bien ante un fuerte dolor en el pecho las personas suelen concurrir al médico en forma inmediata, no actúan del mismo modo al perder, por unos minutos, la visión en un ojo y al no poder levantar un brazo o mover una pierna.

Pedro Lylyk, presidente de la Asociación Argentina de Ataque Cerebral, asegura que cuando las señales aparecen es importante no demorar la consulta.

"De hecho -sostiene el especialista- la población en general desconoce que por cada minuto que una persona no recibe la atención adecuada cuando le ocurre un ACV pierde 1,9 millones de células neuronales, 14 mil millones de sinapsis (intersecciones vitales entre las neuronas) y 12 kilómetros de fibras mielinizadas a través de las cuales se generan las funciones neurológicas".

¿Cuáles son los factores de riesgo?

Edad: el número de casos de ACV se dispara a partir de los 60 años, lo que no quiere decir que no se presenten en personas más jóvenes, por causas distintas.

Hipertensión: se estima que entre 4 y 6 de cada diez ACV ocurren en hipertensos. Esta puede causar, de manera progresiva, lesiones directas sobre los pequeños vasos del cerebro o acelerar la generación de placas arterioescleróticas, lo que daña los vasos más grandes.

Diabetes: entre 3 y 5 de cada diez víctimas de ACV tienen diabetes. En el organismo los alimentos se convierten en glucosa, usada por las células para funcionar y obtener energía.

La glucosa no puede penetrar en ellas sin la hormona insulina. Los receptores de insulina de las células en los diabéticos no funcionan, razón por la cual la glucosa no entra.

El exceso de este compuesto genera lesiones en las estructuras de los vasos.

Sobrepeso y obesidad: estas condiciones se relacionan con diabetes y alteración en el metabolismo de los lípidos. El exceso de colesterol es captado por células, hasta formar placas ateroescleróticas que, con el tiempo, pueden romperse y generar trombosis.

JUAN MANUEL RÍOS
GDA LA NACIÓN (ARGENTINA)