El cerebro, su función y cómo se
forman los pensamientos, explica Rodolfo Llinás
Rodolfo
Llinás (foto) está en Colombia, como cada dos años, para participar en la
semana académica.
El
científico, que habló con EL TIEMPO, estará hoy y mañana en Maloka
(Bogotá) hablando de la relación entre arte y neurociencia.
Como
cada dos años Llinás se aparta de su trabajo frente
al departamento de neurociencias de la Universidad de Nueva York,
su papel de asesor de la Nasa y su membresía en importantes academias de
ciencia y vuelve al país a compartir sus conocimientos en distintos ámbitos
académicos.
EL TIEMPO ¿Qué es el cerebro?
RODOLFO LLINÁS Un sistema cerrado en permanente actividad, capaz de
construir imágenes del mundo exterior, pero siempre con base en su propia
existencia.
¿De dónde viene esa existencia propia?
Es
producto de siglos de evolución. El de un niño al nacer está organizado, con
capacidad de ver, de oír, de oler, de sentir, sin que nadie se lo haya
enseñado; también, de adquirir los fonemas necesarios para hablar cualquier
idioma, lo que pasa es que el entorno social y la educación se encargan de que
se privilegie uno o unos.
¿Cuál es la función principal del cerebro?
Solo los animales que se mueven necesitan cerebro; en ellos el movimiento
se requiere para sobrevivir. En tal sentido, la función del cerebro es predecir
los resultados de esos movimientos.
¿Y qué papel juegan los sentidos?
El
cerebro percibe lo que necesita y le da placer; los sentidos le envían
información para que haga representaciones virtuales del mundo real, útiles
para sobrevivir.
Si
en el cerebro todo es virtual, ¿por qué hay respuestas comunes al mundo
externo?
La
evolución nos ha dado también imágenes estándar colectivas, por eso muchas
cosas se ven iguales para todos. El amarillo, por ejemplo, es el mismo color
para todo el mundo; eso permite que la sociedad tenga unos necesarios
referentes universales.
En
ese sentido, ¿qué es la conciencia?
La
conciencia, como las emociones y el yo, son estados funcionales del cerebro.
Las neuronas tienen oscilaciones, vibraciones, que forman una especie de danza;
dependiendo del sitio en que se produzcan generan pensamientos, emociones y la
conciencia. La simultaneidad de esta actividad neuronal es la base de la
cognición.
¿Qué es, entonces, la enfermedad mental?
Es
una pérdida de ritmo en estas danzas u oscilaciones.
¿Y el sentido del bien y del mal?
Funcionalmente
eso no existe para el cerebro; este no discrimina entre uno y otro.
Si lo que somos se explica desde lo biológico, ¿dónde queda la
individualidad?
La genética, la sociedad y la educación son determinantes en la resultante
de esas oscilaciones. Eso es lo que nos hace únicos; ni siquiera dos gemelos
idénticos expresan de la misma forma los estados funcionales del cerebro.
¿Las neuronas se regeneran?
Parece
que hay algunas en el hipocampo que se regeneran, pero no se sabe su
importancia para el funcionamiento del cerebro.
¿El
cerebro se deteriora con el tiempo?
Sí,
nunca se es tan inteligente como se fue de joven.
¿Puede evitarse ese deterioro?
Es
posible atenuar ese proceso manteniendo un cuerpo sano, bien nutrido y evitando
excesos y sustancias como el alcohol y las drogas. También es necesario
mantener activo el cerebro: hay que pensar el mundo, leer, meditar. Lo que no
se usa se deteriora.
¿Hay
un alimento especial para el cerebro?
Basta
la comida sana. Nadie se ha vuelto inteligente
tomando cosas para el cerebro.
¿En
Colombia se educa el cerebro de los niños?
No.
Los procesos educativos están estructurados sobre el saber, que es conocer
muchas cosas. Debería ser sobre el entender, es decir poner todo en contexto.
Los datos sueltos no sirven para nada..
El
mundo requiere neuroeconomistas
"El
problema de la economía es gravísimo, porque está basada sobre el concepto del
valor, que está determinado por el cerebro, al igual que la demanda. Estos elementos
no puede regirse por leyes externas que puedan predecir con exactitud las
variaciones a futuro", dice Rodolfo Llinás.
El
científico colombiano considera, por esa razón, que para hacer economía
seriamente sería necesaraio recurrir a neuroeconomistas para entender, lo mejor posible, los
marcos neuronales que determinan el valor y la pérdida de control en la
necesidad compulsiva de acaparar dinero.
Llinás lo ilustra con un ejemplo: "Al oro, que
es un metal, la gente le da mucho valor, pero este es ficticio, lo mismo que su
color amarillo. En contraste al aire, que es indispensable para vivir, no se le
da valor porque siempre está disponible".
Llinás considera inconcebible que haya gente con 60
billones de dólares en el banco, mientras hay seres que se mueren por centavos.
CARLOS F. FERNÁNDEZ
ASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO