El tiempo que lleva el diagnóstico de una enfermedad cardiovascular en un
hospital puede ser determinante para el paciente. Cuando comienzan a correr los
minutos de la ‘hora dorada’ –que se inicia con los primeros síntomas–, la
asistencia es fundamental para evitar que se produzca un infarto del músculo
cardíaco.
Frecuentemente, las agujas de este acuciante reloj tienen menos piedad con
las mujeres; la demora en el diagnóstico y en la intervención en una enfermedad
cardiovascular es mayor en el género femenino que en el masculino. Así lo
constató un estudio realizado por un equipo de investigadores del centro médico
Tufts, en Boston (Estados Unidos), que comprobó que ellas tienen un 52 por ciento
más de posibilidades de que se dilate su atención.
Esta investigación, publicada en la revista Circulation, se hizo entre 5.887
mujeres y hombres de Dallas, en Texas, que tuvieron síntomas cardiovasculares y
se comunicaron telefónicamente con 98 servicios de emergencias y 29 hospitales.
Aunque no determina por qué existe esta diferencia de tiempo, a menudo sucede
que los síntomas en las mujeres no se asocian con patologías cardíacas.
Labor de médicos y pacientes Para Liliana Grinfeld, presidenta de la Fundación
Cardiológica Argentina, la mortalidad entre las mujeres no ha disminuido e irá
en aumento por varias causas, entre las que destacó el diagnóstico equivocado y
las demoras.
“Cuando una mujer llega a urgencias con un dolor que podría ser síntoma de
un ifarto, el diagnóstico es más tardío. Se piensa que pueden ser otros males.
Y una vez que se le diagnostica la enfermedad cardiovascular, se le practican
menos procedimientos que a los hombres ante el mismo problema”, dijo Grinfeld.
“Eso ocurre porque los médicos, la paciente o su familia tienen dudas, ya
que cuesta reconocer esta afección como un mal frecuente entre las mujeres”,
justificó Grinfeld, y subrayó que, para eliminar dudas, las mujeres deben
exigirle al médico que les hagan un electrocardiograma.
Pero no todo es absoluta responsabilidad de los médicos. Datos de la
Fundación Cardiológica Argentina del 2005 muestran que las mujeres no siempre
reaccionan con la rapidez que estos cuadros demandan: los hombres tardan 220
minutos en hacer la consulta al médico, mientras que ellas demoran 330, casi
dos horas más.
“Si las mujeres tardaran menos tiempo en hacer la consulta, y los médicos en
el diagnóstico, la mortalidad disminuiría”, afirmó Grinfeld, y explicó que si
la paciente se tratara durante la ‘hora dorada’, el infarto ni siquiera
llegaría a constituirse.
Florencia Rolandi, miembro del grupo Corazón y Mujer, de la Fundación
Cardiológica Argentina, contó que hay menos evidencia científica de esta
enfermedad entre las mujeres. “En las investigaciones representan el 30 por
ciento de la muestra, cuando en las urgencias de un hospital la mitad de las
consultas las hacen las mujeres, y la otra mitad, los hombres”, dijo.
Pero Rolandi también cree que las pacientes y los médicos tienen una
responsabilidad compartida. “Un factor de riesgo muy importante en las mujeres
es la ignorancia; no saben que las enfermedades cardíacas las afectan. Piensan
que es cualquier otra cosa y, ahí ya se produce una demora”, destacó.
Una encuesta telefónica de la Fundación Cardiológica Argentina (2006) da
prueba de este desconocimiento. De las 600 mujeres consultadas en Buenos Aires,
solo el 10 por ciento sabía que la enfermedad cardiovascular es la primera
causa de muerte. A pesar de que el 70 por ciento de ellas tenía estudios
secundarios completos y el 80 por ciento, medicina prepagada.
Cansancio súbito, ahogo, mareos, dolor en la mandíbula, en los brazos o en
el pecho son los indicios en las mujeres de una enfermedad cardiovascular.
Grinfeld dijo que “solo entre el 15 y el 20 por ciento siente el típico
dolor que comienza en el pecho y se desparrama hacia el brazo izquierdo”, y
recalcó que, ante los síntomas mencionados, deben consultar al médico urgente,
más aún si superan los 60 años y tienen muchos factores de riesgo.
La última encuesta de factores de riesgo (2005) demostró que pocas mujeres
se cuidan como deberían. Según Rolandi, muy pocas se controlan los niveles de
glicemia y de colesterol, desconocen si tienen antecedentes familiares y llevan
un estilo de vida sedentario. “Hacer la limpieza no equivale a una actividad
aeróbica”, concluyó.
Signos de alerta En las mujeres: Sensación de cansancio, incluso después de
dormir lo suficiente. Dificultad para respirar y para dormir, malestar en el
estómago, temor o nerviosismo, dolores de cabeza nuevos o más intensos, dolor
en el pecho, sensación de ardor en el pecho, dolor en la espalda, entre los
hombros, dolor en el pecho que se extiende a la mandíbula, el cuello, los
hombros, los oídos, o la parte interna de los brazos, dolor en el abdomen, por
encima del ombligo.
Para reducir el riesgo: Averigüe si alguien en su familia ha tenido
enfermedades del corazón.
No fume. Aléjese de la gente que fuma. Vigile a menudo su presión arterial.
Tal vez, necesite medicamentos para controlarla.
Controle su diabetes y colesterol con regularidad.
Manténgase activa. Caminar todos los días puede reducir sus posibilidades de
tener un infarto.
Coma alimentos saludables y mantenga un peso adecuado.
Consuma menos sal.
El estrés, el enojo, o la tristeza intensos pueden aumentar su riesgo de
sufrir un infarto