CARLOS F. FERNÁNDEZ* ASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO Uno de los principales
temores que manifiestan las personas cuando son diagnosticadas con cáncer, y sus
familiares, es el dolor. ¿Qué tan intenso será? ¿Existen formas efectivas de
controlarlo? “Cerca del 75 por ciento de las personas que padecen esta
enfermedad experimentan dolores de moderados a intensos”, dice Martha Ximena
León, paliativista de la Universidad de la Sabana.
La especialista explica que social y culturalmente este tipo de dolor tiene,
por sus características, un significado especial. No sólo es inevitable que
algunos lo cualifiquen como la antesala de la muerte, sino que siempre lleva
implícito una carga emocional tanto para quien lo sufre como para las personas
que rodean a estos pacientes.
¿Por qué duele? Cuando hay cáncer los tejidos pueden inflamarse, destruirse
y sufrir alteraciones en su estructura o en su composición bioquímica.
Estos factores activan receptores específicos de dolor, que no son otra cosa
que terminaciones nerviosas libres que se encargan de llevar la información
desagradable, que el cerebro identifica como dolor.
Aunque el mecanismo es uno solo, existen diferentes tipos de dolor ligados a
esta enfermedad.
Por su duración, estos pueden clasificarse como agudos (que se presentan por
cortos periodos de tiempo) o crónicos (si acompañan por un largo periodo la
enfermedad). De igual modo pueden ser incidentales, como los que aparecen
cuando la persona se mueve.
También se clasifican de acuerdo con el sitio afectado y el mecanismo que
los produce. Son somáticos cuando se activan receptores de dolor en tejidos
cutáneos y profundos; el de las metástasis es ese tipo de dolor. Pueden,
además, ser viscerales cuando hay infiltración o acción directa sobre las
vísceras (que es el caso del dolor pancreático) o neuropáticos
cuando hay daño o afectación directa del sistema nervioso.
Aunque la enfermedad en sí misma es la causante de la mayoría de los dolores
(78 por ciento), tratamientos como la radio y la quimioterapia y las mismas
cirugías también provocan estos síntomas en veinte de cada cien pacientes.
Entre el 2 y el 3 por ciento sienten dolor debido a males distintos al
cáncer, pero que cursan con él (como la osteoporosis y procesos inflamatorios).
Sandra Flórez, paliativista
de la Universidad de la Sabana, explica que el dolor por cáncer no es
específico. “La sensación puede variar; dependiendo de sus causas y
características puede presentarse como cólicos, quemaduras, ardor, punzadas y
como si se tuviera un peso. Es un síntoma permanente, que en casi todos los
casos afecta la calidad de vida de la gente”, dice.
* NEUROFISIÓLOGO, ESPECIALISTA EN DOLOR.
Un manejo.
que sea integral.
Tratar el dolor de las personas con cáncer es parte integral del
tratamiento. Debe estar a cargo de un equipo interdisciplinario conocido como
clínica de dolor; en ella confluyen médicos, enfermeras, psicólogos, terapeutas
y trabajadores sociales, cuya misión es abordar todos los aspectos del enfermo.
La mayoría de las veces se puede garantizar a estos pacientes un alivio
adecuado. La Organización Mundial de la Salud creó hace 30 años la escalera
analgésica, una estrategia de aumento progresivo de medicamentos que tienen
como base los derivados del opio. Estos se dan con horario, dosis y orden
estrictos y ordenados hasta que se alcance el alivio.