Tenía 26 años cuando decidió ponerle fin a un complejo que la acompañó desde
el colegio: tenía las nalgas planas.
“Llegué a usar ropa con relleno, pero la frustración era terrible. No era
capaz de ponerme un vestido de baño”, dice Paola Andrea L.
Asegura que le era imposible pagar lo que le pedían en clínicas de cirugía
plástica, así que decidió ahorrar hasta que una amiga le dio el nombre de una
esteticista que prometía buenos resultados.
“Cobraba muchísimo menos y no ponía tanto problema; me dijo que utilizaba
parafina para rellenar, pero que era normal, que nunca había recibido quejas y
que yo iba a ver los cambios enseguida. Yo estaba desesperada y le dije que
sí”, cuenta.
Paola recuerda que las inyecciones le dolieron mucho: “Ella me dijo que la
molestia se me iba a pasar rápido, pero no fue así. Un mes después, el dolor
era insoportable, estaba hinchada y vivía con un malestar terrible. La
esteticista me recomendó paños de agua tibia con sal, que no me sirvieron para
nada. Me dio pánico cuando me di cuenta que empezó a salirme pus de la piel”.
Consultó por fin y terminó hospitalizada: tenía una infección severa. Empezó
a recibir antibióticos y al día siguiente, en cirugía, le abrieron por los
mismos sitios por donde drenaba para extirpar los tejidos afectados, limpiar y
tratar de retirar la parafina.
Estuvo hospitalizada más de un mes. Los médicos, que le aclararon desde el
comienzo que sacar por completo lo que le habían inyectado era imposible, la sometieron
a cirugía por varias semanas.
El cirujano plástico Mario Daniel asegura que este no es un caso
infrecuente. “Lo que pasa es que muchos no llegan al grado de complicación de
Paola Andrea. Algunas personas, pese a los daños que sufren en el cuerpo, se
callan por vergüenza”, cuenta.
Daniel dice que todavía se sorprende con los casos que encuentra. “Los
materiales de relleno más usados por empíricos para aumentar el volumen de
senos, glúteos y pantorrillas o para corregir arrugas son el aceite de cocina,
la parafina, las velas derretidas (que por lo general son grasa animal) y la
cera de abejas, entre los naturales, y el aceite hidráulico para aviones, los
biopolímeros, el biogel, la silicona líquida industrial, el ácido hialurónico
no purificado y el metimetacrilato, entre los sintéticos”, asegura.
Contaminación.
Paola supo después que le habían inyectado la parafina de espermas
derretidas. “La cicatrización fue terriblemente lenta y dolorosa, mis nalgas se
deformaron”, dice.
Daniel explica que este tipo de materiales son contaminables o están
contaminados, migran con facilidad (se mueven del sitio en donde fueron
aplicados) y generan rechazo.
“No son biocompatibles, lo que significa que el cuerpo no los reconoce y
reacciona como ante un material extraño. También se rompen en múltiples pedazos
que, de acuerdo con la composición, producen efectos secundarios: fenómenos
alérgicos, que van desde una erupción cutánea persistente hasta la muerte, o
infecciones que pueden causar destrucción de tejidos, amputaciones y hasta
matar a la persona”, especifica Daniel.
Paola Andrea dice que no ha superado el trauma y ni siquiera contempla la
posibilidad de someterse a otro procedimiento para corregir las deformidades
que le quedaron.
“Estoy tratando de aceptarlo, apoyada en una premisa: ahora me toca darle
gracias a Dios porque todavía estoy viva”, finaliza.
Sustancias permitidas.
Emilio Aun Dau, presidente de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica,
aclara que los únicos elementos autorizados para relleno son la grasa autóloga
(del mismo paciente), la silicona para implantes mamarios y glúteos y el ácido
hialurónico, que viene en presentaciones inferiores a un centímetro para
aplicar en la cara. “Es peligroso el uso de cualquier otra sustancia”, dice el
experto.
Estos procedimientos deben ser llevados a cabo por médicos especialistas en
cirugía plástica, estética y reconstructiva, debidamente certificados, avalados
por la Sociedad y en sitios debidamente habilitados por las Secretarías de
Salud del país.
"Cobraba muchísimo menos y no ponía tanto problema; me dijo que
utilizaba parafina para rellenar, pero que era normal, que nunca había recibido
quejas”.
Paola Andrea L., al hablar de una esteticista que le deformó los gluteos