Incluso Los De Venta Libre Deben Utilizarse En Forma Racional Automedicarse, Práctica Riesgosa Los Que Más Se Autoprescriben

REDACCIÓN SALUD Aunque en el país no hay estudios específicos para establecer la dimensión de este fenómeno, es claro que consumir medicamentos por cuenta propia es una costumbre ampliamente difundida entre los colombianos.

Las razones son múltiples. Se da el caso, por ejemplo, de personas que al presentar síntomas similares a los de problemas de salud anteriores, prefieren volver a utilizar los remedios que les recetaron entonces, en lugar de consultar.

Pese a que no hay medicamentos inocuos, no son pocos los que usan fármacos recomendados en droguerías o por terceros, tras una breve descripción de los síntomas, o que incluso echan mano de lo que hay en el botiquín.

Frente a un síntoma tan frecuente como el dolor, el 52,6 por ciento de quienes lo padecen usan analgésicos, sin previa consulta para controlarlo (III Encuesta Nacional de Dolor, 2004).

Vale decir, sin embargo, que a pesar de los esfuerzos que se hacen por evitar que la gente se automedique, sigue habiendo un gran desconocimiento en torno a los riesgos que conlleva esta práctica y a la responsabilidad que cada quien tiene al comprar un fármaco, “muchos ni siquiera se fijan en las etiquetas, que tienen información tan importante como la composición, las dosis, las contraindicaciones y hasta la fecha de vencimiento”, asegura Javier Pérez, presidente de la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas.

Los de venta libre El mercado de medicamentos se divide en dos segmentos: los denominados de venta libre, que las farmacéuticas y las droguerías conocen como OTC (over the counter o sobre el mostrador), y los que se expenden solo con receta médica.

Por definición los primeros son aquellos destinados a aliviar síntomas leves que no requieren, en la práctica, la intervención de un médico; además, su uso en la forma, condiciones y dosis previstas no entraña peligros para el consumidor, por eso se caracterizan, desde el plano farmacológico, por ser seguros.

Eso no quiere decir, sin embargo, que sean inocuos, razón por la cual deben utilizarse racionalmente: “En ningún caso deben usarse por más de 7 u 8 días; es más, si pasados tres a cuatro días no se obtiene la mejoría esperada, hay que suspender su consumo y consultar. La gente debe, además, acostumbrarse a leer las etiquetas, donde se especifican las dosis y contraindicaciones, para evitar reacciones adversas a sus componentes.

También deben mantenerse lejos del alcance de los niños”, dice Roberto Baquero, presidente del Colegio Médico Colombiano.

De este segmento de medicamentos hacen parte algunos analgésicos (para el dolor), algunos antipiréticos (para bajar la fiebre) y los antigripales.

Los formulados Usar por cuenta propia estos medicamentos tiene riesgos: puede agravar la enfermedad que se quiere tratar, variar los síntomas y dificultar el diagnóstico; también anular o aumentar el efecto de otras medicinas que se estén consumiendo e incluso generar reacciones alérgicas peligrosas en personas susceptibles.

“Cada persona requiere una dosis y un tiempo de administración determinados.

Cuando estos parámetros se incumplen, aunque el medicamento sea el indicado se corre el riesgo de que la persona se sobredosifique o de que el fármaco no le sirva para nada”, explica Pérez.

Todo fármaco tiene efectos secundarios que pueden afectar la salud. Los más comunes son náuseas, vómitos, diarrea, dolor de cabeza, mareos, somnolencia y urticaria. Pero otros pueden producir alteraciones más graves, e incluso la muerte si hay reacciones graves (entre ellas alergia a sus componentes).

El médico prescribe un medicamento de acuerdo con las características individuales de cada paciente, su estado de salud, sus circunstancias fisiológicas, sus antecedentes clínicos, su historial alérgico y la medicación que toma. Es el único autorizado para formular.

Jupiter.

Tomar por cuenta propia medicamentos que exigen fórmula médica es una práctica y peligrosa. Por grupos los que más usa la gente, sin la debida consulta, son: Antibióticos: pese a que en ciudades como Bogotá hay normas claras sobre la prohibición de venta de estos fármacos sin receta, la gente encuentra la forma de adquirirlos, motivada por percepciones equivocadas sobre su estado salud. Es costumbre, por ejemplo, que los utilicen cuando hay fiebre o gripas, que son causadas por virus contra los cuales estos fármacos son inútiles. Además de los efectos indeseables que pueden causar, esta práctica incrementa la resistencia bacteriana, es decir que hace que los gérmenes se vuelven inmunes a los antibióticos.

Analgésicos. Distintas investigaciones refieren un empleo masivo de analgésicos en todos los grupos de edad. En este grupo se cuentan los antiinflamatorios no esteroideos (Aine), consumidos por personas afectadas por procesos degenerativos como la osteoartritis o inflamaciones crónicas como la artritis reumatoidea. La gastritis y las hemorragias digestivas, además de daños renales, son los riesgos más habituales.

Vitaminas. Aunque distintos estudios han advertido sobre el hecho de que, en muchos casos, su consumo es innecesario (e incluso riesgoso), se expenden sin control.