Animales ayudan a pacientes en
quienes otras terapias han fallado
La
relación entre Andrés y su padre mejoró mucho con la terapia.
Perros
y caballos son empleados cada vez más en terapias en las que los que los
métodos tradicionales no han sido tan efectivos.
Vínculos
entre animales y humanos hay muchos y diversos; uno de los más importantes y
que más crece es el que los junta en el plano terapeútico
en donde las mascotas ayudan a las personas a superar temores y dificultades.
La
Terapia asistida con animales (Taca) es una técnica en la que la relación entre
el profesional de la salud y el usuario se establece a través de los animales
(domésticos o de granja) como una herramienta para estimular al paciente y
crearle vínculos.
Se
busca aprovechar la honestidad de los animales y el hecho de que son seres
vivos, calienticos y felpudos que tienen empatía con
casi todas las personas.
Canción
de cuna canina
Un
pequeño de 18 meses, juega en su colchoneta con tres perritas. Él, como otros
menores de la Fundación Los Pisingos, de Bogotá,
espera ser adoptado.
Alejado
del seno materno a una tierna edad, pocas veces tiene la posibilidad de acompasar
sus ritmos cardíaco y respiratorio con otro mamífero. El calor de las dóciles
perritas lo ayuda a llenar el vacío afectivo por la pérdida de su madre y ahora
duerme más y mejor en las noches.
Estos
bebés no han recibido el afecto necesario, por lo que muchos no soportan el
contacto ni saben cómo recibir los estímulos sensoriales. La terapia les ayuda
a empezar a tomar conciencia corporal y a detectar sus límites con el espacio.
Al conocer su entorno se conocen ellos mismos y comienzan a construir su autoestima
y a mejorar sus relaciones con los seres y con los objetos. En la terapia son
expuestos a diferentes tipos de pelajes (suaves, duros o crespos) y para
sorpresa de muchos, toleran más las texturas ásperas; por eso se empieza
haciendo contacto con un pelaje de labrador y se termina con el de un golden retriever.
Solos
o en familia
La
Taca aporta en el comportamiento afectivo, relacional, en la autoregulación, la tolerancia a la frustración y la
capacidad de espera, entre otras.
Es
el caso de Andrés Jiménez, de 8 años, que cumple ya dos de terapia. "Él
llegó irascible, agresivo, desorientado en cuanto a las relaciones con su
familia y con su entorno. No caminaba firme, lloraba y gritaba sin motivo, pero
gracias a las terapias y al compromiso de sus padres, hoy es seguro y ha
mejorado su nivel de escolaridad y su relación con los demás", dice Josette Becher, psicóloga de la
organización Terapia Especializada con Animales (TEA).
El
éxito de la técnica se basa en la facilidad de llevar lo aprendido a la vida
real. Por ejemplo, antes Andrés hablaba entre llanto y no se le entendía; en
las sesiones, si quiere que las perritas vayan hacia él debe decir sus nombres
claramente y eso lo ha obligado a mejorar su dicción. También le enseña a
manejar su frustración frente a situaciones de la vida real.
"Se
buscó esta alternativa por el agotamiento de la terapia en un espacio cerrado.
Los animales lo ponen en un lugar distinto y con ellos su expresión es
espontánea", dice Sandro Jiménez, papá de
Andrés. Aunque la mayoría de terapias se concentran en el individuo, existe un
enfoque que vincula a la familia.
Luisa
Gaviria, psicóloga especialista en caballos, dice que como las terapias se
hacen una o dos veces por semana, el tiempo es corto comparado con el que el
niño pasa en casa. Por eso es más efectivo integrar a la familia en cada
encuentro con el caballo.
Valentina
González, de 4 años, su mamá Cristina Torres y el novio de ella, asisten hace
cinco meses a la terapia de Caballos Formadores para tratar la hipotonía -bajo
tono muscular- de la niña. Al estar sobre un caballo, la pequeña está obligada
a sujetarse con fuerza para no caerse y así tonifica sus músculos, desarrolla
la motricidad fina y gruesa y mejora su nivel de atención.
Terapia
para la vida empresarial
Esta
terapia sirve para afianzar habilidades profesionales en adultos. Esa fue la
experiencia de Enrique Armando Fuentes, un abogado que hizo parte de una
actividad grupal con caballos. Las habilidades comunicacionales
que se trabajaron le sirvieron para ver cómo su lenguaje corporal influía en el
comportamiento de los demás. Andrea Rodríguez, psicóloga de TEA, dice que se
trata de un proceso de empoderamiento, que busca
reconocer los recursos propios cuando no se tienen facilidades como Internet o
computador. Como los animales responden sin prejuicios al lenguaje corporal de
las personas, todo gesto, postura y ruido humano afectan su desempeño. Al saber
controlar los movimientos, los tonos de voz y los ademanes en una sesión
equina, se mejoran habilidades comunicacionales para
enfrentar, por ejemplo, a un gran público en un congreso.
AGRADECIMIENTOS:
ORGANIZACIÓN TEA, TEL. 757 6525. CLUB ECUESTRE
BACATÁ. CABALLOS FORMADORES, TEL. 229 5805, BOGOTÁ.