El Tiempo

 

El viaje a la locura de una reportera

 

Una periodista del 'New York Post' relata en un libro cómo perdió la cabeza debido a un extraño mal que solo sufren 217 personas en el mundo. Ya es 'best seller'.

 

Decía el filósofo Friedrich Nietzsche que la existencia del olvido nunca ha sido probada, que solo sabemos que algunas cosas no nos vienen a la cabeza cuando queremos. Algo así debió pensar la escritora y periodista neoyorquina Susannah Cahalan cuando se despertó en una habitación de hospital que le era extraña, atada a la cama, bajo custodia y sin poder hablar, un día cualquiera del 2009.

 

“No podía mover la boca y no sabía si había alguien más para preguntar. No veía. Parpadeé una vez, dos, tres veces... ¿Dónde estoy? ¿Por qué me pica la cabeza? Al principio, solo había oscuridad y silencio. No sabía si mis ojos estaban abiertos o no. Luego, los objetos comenzaron a aparecerse ante mí”, explica en su libro Brain on fire. My Month of Madness, de la editorial Simon & Schuster, una crónica íntima y desgarrada de su extraña enfermedad y uno de los libros fijos desde hace meses en la lista de los best sellers de The New York Times.

 

Cuando la escritora, criada con su madre y su hermano en Summit (Nueva Jersey), tuvo la capacidad para leer sus registros médicos, descubrió que había estado un mes en el Hospital Universitario de Nueva York, una estancia de la que aún no tiene memoria y en la que se relatan episodios de psicosis; incluso, allí los doctores la calificaron de violenta, peligrosa e inestable. Lo sorprendente es que solo unas semanas antes era una chica saludable, de 24 años, que llevaba seis meses saliendo con su novio –con el que ahora vive– y acababa de empezar una carrera como reportera en el New York Post.

 

Un día empezaron los ataques de ira y de pánico, los temblores, los ruidos extraños, las alucinaciones… Incluso, llegaba a morderse la lengua y a atacar a su familia. “Una vez a la semana mi carácter variaba y viajaba desde la violencia más extrema hasta la catatonia más absoluta”, explica.

 

Durante un mes, Susannah fue un misterio médico. El primer neurólogo que la vio le dijo que no le pasaba nada, el primer psiquiatra al que visitó le diagnosticó trastorno bipolar y el tercer médico sugirió que era síndrome de abstinencia de alcohol. Ninguno dio en el clavo. Tampoco después de su ingreso en el Hospital Universitario de Nueva York consiguió un diagnóstico ajustado a su realidad. Luego de un millón de dólares en gastos médicos, el doctor Souhel Najjar, apodado Dr. House, se hizo cargo.

 

“Me pidió –dijo– que dibujara la esfera de un reloj y solo fui capaz de hacer media. Esto quiere decir que la mitad de mi cerebro estaba hinchada. El especialista le dijo a mi familia que yo sufría de una enfermedad de las denominadas raras, que había sido descubierta por él dos años antes y que solo tienen 217 personas en todo el mundo. La describió como si mi cerebro estuviera en llamas.”

 

La dolencia se llama encefalitis autoinmune anti-NMDA y era la causante de que el cuerpo de Susannah atacara e inflamara su cerebro hasta producir síntomas similares a los de la locura. Su origen aún no se conoce. Lo más aterrador es lo cerca que estuvo ella de la muerte, ya que el diagnóstico llegó en un momento crucial de una de sus fases catatónicas, la que precede a un fallo respiratorio, un coma e, incluso, un fallo multisistémico.

 

La biopsia cerebral a la que fue sometida permitió al equipo del doctor Najjar encontrar un tratamiento con antibióticos que detuvo la infección. Poco a poco el cerebro volvió a la normalidad.

 

¿Qué hubiera pasado si no se hubiera cruzado con este especialista? “Es difícil decirlo. Lo que es seguro es que habría terminado en un pabellón psiquiátrico. O quizá muerta”, relata.

 

Susannah tuvo suerte y tras más de cuatro años de controles está recuperada. “Aunque a veces –cuenta– miro mis fotos de antes de la enfermedad, las comparo con las de ahora, ya curada, y siento que he perdido algo. No sabría decir qué, pero mis ojos no son los mismos.”

 

14 de abril de 2013

Verónica Marín

Para EL TIEMPO

Madrid.