El 4 de abril del año pasado,
el pensionado griego Dimitris Christoulas
decidió quitarse la vida de un disparo, frente al Congreso, en la plaza Sytagma, de Atenas. Dejó una nota que decía: “En vista de
que mi avanzada edad no me permite una reacción dinámica, no veo otra solución
que darle fin a mi vida de esta manera digna, de modo que no termine buscando
latas entre la basura para sobrevivir”.
Desde que las crisis
económicas comenzaron a golpear con fuerza a países desarrollados, los
suicidios, la depresión y las enfermedades infecciosas han aumentado
considerablemente. Entre el 2007 y el 2009 hubo un incremento de 4.750
suicidios en Estados Unidos; en el Reino Unido, por cada suicidio se
presentaron 1.000 casos de depresión, y en Grecia la incidencia de VIH fue 200
por ciento más alta en el 2011.
Estos son algunos datos
contenidos en un estudio hecho por investigadores griegos y estadounidenses en
la Universidad Aristóteles (Grecia) y publicados este año en la revista
American Journal of Public Health. Estos científicos concluyeron que la austeridad de
las crisis económicas tiene efectos negativos sobre la salud pública.
El tema también ha sido
tratado por investigadores de la Universidad de Oxford y Stanford. David Stuckler, economista político de Oxford, explica que “las
medidas de austeridad están cobrando vidas; hay más depresiones, más suicidios,
peor atención sanitaria y acceso restringido a medicamentos”.
Estas son algunas de las
alteraciones que más aparecen en épocas de ‘vacas flacas’.
Repercusiones médicas
1. Infecciosas
Las alteraciones emocionales
manifestadas por el insomnio, la ansiedad y la pérdida del apetito llevan a las
personas a tener una baja en sus defensas, que las exponen a infecciones,
principalmente virales. Las diarreas y las gripas pueden ser causadas por las
bajas defensas.
2. Emocionales
La ansiedad, la depresión y
hasta la exacerbación de enfermedades mentales, como la neurosis o la psicosis,
pueden generarse a partir de los déficits económicos, la inestabilidad en los
entornos laborales, la incertidumbre y la pérdida de la noción de futuro de las
personas.
3. Musculares
La tensión emocional lleva al
desarrollo de espasmos, retracción en los tendones y compromisos articulares
condicionados por las malas posturas, la inmovilidad, el sedentarismo y el
insomnio, que se presentan durante los bajones económicos.
4. Dolores
Las crisis económicas son
propicias para bajar los umbrales del dolor. Estudios demuestran que los
dolores de cabeza, articulaciones y espalda encabezan la lista de quejas
durante las épocas de recesión.
5. Cardiovasculares
La elevación de la tensión
arterial y de la frecuencia cardiaca que puede producir perder un trabajo y el
estrés por deudas son factores que, sumados al sedentarismo y al consumo de
cigarrillo, elevan el riesgo de alteraciones del corazón y el cerebro.
6. Dermatológicos
En algunas personas, la
ansiedad conduce a la exacerbación de procesos dérmicos como urticarias,
dermatitis y acné. Muchas personas que sufren de ansiedad extrema aseguran
sentir ardor en la piel. Esto es causado, entre otras, por estrés y un aumento
de la temperatura corporal.
No se deje abatir
Enfrente mejor una crisis económica
Las crisis son cíclicas. No
son eternas. Todas las personas están expuestas a enfrentarlas y es mejor estar
preparados. Si toma el ahorro como una actitud cotidiana, en el momento de
crisis seguro se sentirá más seguro. Mida sus gastos, evite los derroches. No
se endeude más de lo debido, pues eso afecta las emociones y genera angustias.
Si la crisis le cogió ventaja, haga ejercicio por lo menos 4 o 5 veces a la
semana, una hora diaria. La actividad física eleva las endorfinas, disminuye el
estrés, sube las defensas y mejora el sueño. Nútrase. Puede adquirir alimentos
nutritivos y de bajo precio, como frutas y verduras. No consuma cigarrillo,
alcohol, ni drogas. No coma en exceso. Si la ansiedad le pide consumir alguno
de esos productos, consulte al médico.
CARLOS FRANCISCO FERNÁNDEZ* Y
SERGIO CAMACHO IANNINI
Redacción EL TIEMPO
*Asesor médico de EL TIEMPO