Anomalías
en el útero pueden ocasionar graves daños en la fertilidad femenina
Las mujeres deben consultar y asegurarse de que su
organismo está preparado para albergar a un bebé.
Cuando
una pareja planea tener un hijo, es indispensable que asista a una consulta preconcepcional para que le practiquen varios exámenes que
descarten anomalías que podrían interferir en la concepción.
Juan
Carlos Ramírez, ginecoobstetra de Profamila,
asegura que antes de la concepción se debe examinar el útero a través de una
ecografía para asegurarse de que no haya anomalías a nivel de la ubicación y la
forma.
En
cuanto a la ubicación, se debe tener en cuenta que la posición normal del útero
es entre la vejiga y el colon. Cuando está completamente vertical, detrás de la
vejiga y delante del recto, se considera que está en posición neutra. También
puede estar en AVF (anteroversoflexión), significa
que está hacia delante o en RVF (retroversoflexión),
hacia atrás. El 85 por ciento de las mujeres tienen el útero en AVF; el 10,
indiferente, y el 5 por ciento restante en RVF.
Cuando
se presenta AVF o RVF, no significa que haya una anomalía, sino que el útero se
ha ubicado de manera diferente con respecto a los ligamentos que lo sostienen.
“Ahora
bien, si es muy marcada alguna de las dos tendencias, es probable que la mujer
sufra de más dolor pélvico con las menstruaciones y aunque anteriormente se
pensaba que podían tener problemas de fertilidad, esto no es realmente cierto,
porque son úteros que tienen una forma completamente normal”, comenta el
especialista.
La
forma
Cuando una niña se está formando en el vientre de la madre, puede tener
alteraciones en la conformación del útero y es posible que nunca presente ningún
síntoma ni inconveniente, sino que solamente cuando se dispone a tener un hijo
se hace evidente esta malformación.
La
Sociedad Americana de Fertilidad elaboró una clasificación de estas
malformaciones (ver gráfico), que, según Ramírez, se consideran de difícil
tratamiento, puesto que algunas de ellas requieren de una cirugía altamente
especializada y, en algunos casos, sus resultados no son los esperados y otras
malformaciones ni siquiera tienen la opción de tratamiento quirúrgico.
“A
algunas mujeres hay que reconstruirles el útero para darle una forma lo más
anatómica posible, con el propósito de favorecer la fertilidad, porque cuando
existen estas alteraciones hay una alta incidencia de abortos espontáneos, pues
el útero no alcanza a distenderse bien y terminan perdiendo el bebé a las 3 o 4
meses”, dice Ramírez.
Las
causas que producen estas malformaciones no son del todo claras; la
predisposición genética juega un papel importante, al igual que las
radiaciones, infecciones o aspectos de carácter socioeconómico relacionados con
problemas nutricionales preconcepcionales. Su
incidencia es del 2 por ciento; es decir, no muy baja, pues de cada 100 mujeres
2 podrían presentarlo.
Ese
es uno de los principales motivos por los que es esencial la revisión ginecoobstétrica preconcepcional.
Por
Melissa Serrato Ramírez
Redactora
ABC del bebé