Seguramente le ha
pasado: después de almorzar se siente cansado y con la necesidad de dormir. No
se angustie, siempre y cuando usted haya pasado una buena noche, es normal.
Para comenzar, hay
que aclarar que el ser humano tiene dos periodos de sueño: el mayor y el menor.
El primero está relacionado con la oscilación entre luz y la oscuridad.
Usualmente, consta de cinco etapas, que regulan el sueño desde que la persona
se acuesta en la noche hasta que se levanta en la mañana.
El segundo periodo
–menos conocido por la gente–, coincide con la comida
del medio día.
De acuerdo con
Miguel Dávila, neurólogo especialista en el sueño, en este momento “la
temperatura del cuerpo es más alta, y hay una tendencia a una pequeña
profundización. Ese estado nos hace menos eficientes: es por esto que buscamos
el reposo o la conocida siesta”.
Y aunque en Colombia
tomar la siesta es una costumbre arraigada, sobre todo en pueblos o ciudades de
tierra caliente, en las grandes urbes, debido al ritmo de trabajo, a las
grandes distancias y al estrés, ha sido dejada a un lado.
Lo que no muchos
saben es que tomar una siesta trae múltiples beneficios para la salud y para el
rendimiento de las personas. Al menos así lo confirman especialistas en la
materia y un sinnúmero de investigaciones.
Se aprende más
Una de las más
recientes fue realizada el año pasado por la Universidad de Berkeley, en
Estados Unidos. Esta pesquisa se realizó con 39 adultos jóvenes, a los que se
dividió en dos grupos: los que dormían la siesta y los que no. Hacia medio día
todos los participantes realizaron una prueba de aprendizaje. Luego, a las seis
de la tarde, hicieron otra prueba. Quienes pudieron dormir una siesta tuvieron
una mejor capacidad resolutiva, comparada con quienes no durmieron.
Pero allí no paran
los beneficios. Una investigación del Allergheny College de Pennsylvania, en
Estados Unidos, demostró que una siesta diaria hace que disminuya la presión
arterial de quienes están sometidos a altos niveles de estrés. Los
investigadores seleccionaron a 85 universitarios que dividieron en dos grupos.
A algunos de los estudiantes se les permitió tomar una siesta. Paso seguido,
tanto los que durmieron como los que no, completaron unos cuestionarios para
evaluar su calidad del sueño y se les midió su presión arterial y ritmo
cardíaco. ( Lea también: Tiene sus reglas / Le tengo el remedio.)
Aquellos que tomaron
la siesta tuvieron una presión arterial y un ritmo cardíaco menor; lo que, a
juicio de los investigadores, demuestra que un periodo corto de sueño puede
ayudar en la recuperación cardiovascular después de una situación estresante.
Al respecto, Miguel
Dávila explica que el cerebro requiere de una breve pausa y que descansar puede
contribuir a la relajación, lo que contribuye a mejorar la concentración.
El especialista
resalta, además, que “una siesta, en promedio, debe durar 20 minutos, aunque
hay personas que la toman de más y les funciona. Eso sí, no se debe hacer a las
seis de la tarde, porque se echa a perder el proceso de acumulación homeoestática (mecanismo biológico para mantener el
equilibrio en el organismo), que es la que nos hace dormir bien durante el
periodo mayor”.
Pasa que muchas
personas le huyen a la siesta porque piensan que no podrán conciliar el sueño
en la noche. En ese sentido, Sara Mednick, científica
e investigadora de Harvard, explica en su libro ¡Toma una siesta! Cambia tu
vida, que “no hay evidencia que demuestre que una siesta al medio día dañe el
sueño de la noche. De hecho, hay estudios que comprueban que la siesta puede
mejorar la habilidad para dormir de noche”.
Algunos minutos de sueño reparador
Miguel Rivera, magister en programación neurolingüística, propone con su
libro digital ‘Durmiendo en el trabajo’, que las personas utilicen 20 minutos
de su hora de almuerzo para lograr un sueño reparador. Se utilizan diez minutos
de inducción al sueño, siete minutos de sueño profundo y tres minutos de
recuperación.
“En vez de usar el
tiempo restante del almuerzo para charlar, fumar o no hacer nada, podemos
relajarnos en nuestro puesto y liberarnos del estrés”, sostiene Rivera.
¿Qué hace por usted?
Sara Mednick, científica de Harvard explica las ventajas de
tomar una siesta.
1. Alerta
Estudios de la Nasa han comprobado que el estado de alerta se aumenta hasta en
un 100 por ciento.
2. Precisión
Sea cual sea su actividad, una siesta ayuda a que las personas cometan menos
errores.
3. Decisiones
Se sabe que los pilotos que toman una siesta toman mejores decisiones durante
el despegue y el aterrizaje.
4. Sexo
Privarse del sueño disminuye el deseo sexual. Una siesta reduce ese perjudicial
efecto.
REDACCIÓN SALUD