El turno de Calisalud
Abril 11 de 2010

La intervención de Calisalud, la única Empresa Prestadora de Salud de carácter público que quedaba en Colombia, es otro ejemplo palpable de lo que el clientelismo y la corrupción que arrastra consigo pueden causar a las entidades oficiales destinadas a atender los servicios de las personas más necesitadas. Y antes que polémicas, reclama el acuerdo de las autoridades que permita responderle a sus más de 450.000 afiliados.

La toma de posesión por parte de la Superintendencia estaba anunciada, y no en épocas recientes. Según el informe que publica hoy El País, el primer aviso lo realizó la Contraloría Municipal en el año 2007, cuando descubrió sus problemas financieros y administrativos. Entonces se supo que allí ocultaban facturas de las entidades hospitalarias mientras inflaban los cobros a las secretarías de Salud de los municipios por atender pacientes del régimen subsidiado. Con ello se trató de mostrar utilidades mentirosas, en tanto se disponía de Calisalud para hacer política.

Y se cubrían decisiones como una licitación para adjudicar el suministro de drogas, realizada en cinco días y entregada a una empresa que parecía creada con la medida exacta. Tan grave fue la situación, que ante una nueva auditoría en el 2008 debió realizarse un acuerdo de gestión con presupuestos muy claros para evitar lo que acaba de suceder. Fue el resultado de una advertencia que la Contraloría envió a la gerente de la entidad, donde descubría la verdad de la crisis. Pero la respuesta fue insistir en maquillajes, aunque la solución era entonces la misma que ahora debe producir la intervención. Es decir, inyectarle más de $10.000 millones para darle la liquidez que requiere y poder atender su enorme y creciente pasivo, o liquidarla.

Nada se hizo. Y aunque la acción del Alcalde de Cali, de entregarle un edificio fortaleció su patrimonio, no sirvió para darle el flujo de recursos que necesitaba Calisalud para pagar sus acreencias. A lo que no ayudaron su desorden administrativo y la táctica de algunas instituciones hospitalarias que la obligaban a pagar dos y más veces el tratamiento a un paciente. Y mucho menos, el que se hubieran tomado decisiones como destinar $600 millones para “educar a los pacientes en el uso de Calisalud”.

Así, el abuso de la entidad con fines clientelistas, el desgreño administrativo y la corrupción, se confabularon para producir la intervención “con fines de administración”, según aclaró la Superintendencia de Salud. Queda la posibilidad de conseguir un socio para salvar la entidad, con lo cual se evitarán perjuicios graves a sus 450.000 afiliados.

Es una historia que se repite con frecuencia en Cali, arruinando sus empresas públicas: Emsirva, Emcali y ahora Calisalud. Y pese a que se descubren irregularidades que lindan el código penal, no se castiga a los responsables de esos desastres. Ojalá se encuentre la forma de salvar la EPS, distinta a los balances inflados y los acuerdos de gestión que no se cumplen, mientras la ciudad escucha de nuevo el gastado discurso populista que protesta contra una intervención que la corrupción volvió inevitable.